ADVERTENCIA: Este capítulo tiene contenido explícito de violencia.
Leer con precaución.
MIA
—Dios mío. —suelto un jadeo.
No quiero bajar. Por mi vida que no quiero bajar, estoy paralizada desde los pies hasta la cabeza. ¿No se supone regresaría en tres días? ¿Por qué regresó? No, esto no puede estar pasando. Esto no puede ser real. Esto debe ser una pesadilla. Sí, eso debe ser.
Cierro los ojos fuerza, contando mentalmente hasta que el corazón deje de latirme con violencia, el temblor en mis manos desaparezca y la sensación de ponerme a llorar en cualquier momento se calme. Pero vuelvo abrirlos y todo sigue igual. Él está ahí, mirando por la ventana como si fuera una gacela y él el leopardo que me cazará para ser su víctima.
—Creí que regresaría para la graduación. —sisea Paul con tono preocupado.
—También pensaba eso. —hablo con la respiración dificultándome con cada segundo que pasa. —Debo irme, Paul.
Me toma de la mano.
—¿Estás segura? —pregunta con ojos precavidos.
Asiento repetidas veces aunque estoy muriendo de miedo por dentro.
—Gracias por haberme traído.
—Cuídate. —besa mi frente.
Vuelvo asentir y salgo del auto con paso apresurado.
Camino hasta la entrada de la casa con las manos sudorosas, la respiración irregular, el frío subiendo desde mis pies, el corazón golpeando con fuerza mi pecho, las lágrimas acumularse en mis ojos y mis oídos zumbando. Estoy siendo consumida por el miedo porque sé muy bien lo que me espera al cruzar la puerta.
No llego ni a rozar la perilla cuando la puerta se abre de un jalón y mi padre aparece en su campo de vista con los labios apretados y su mirada furiosa me atraviesa con dagas.
Escucho el auto de Paul alejarse y reprimo un grito cuando su mano toma mi cabello en un puño mandando una sensación de quemazón en mi cabeza.
—¡Auch, papá! ¡Suéltame, por favor, me estás lastimando! —grito dando traspiés cuando me empuja al interior de la casa y me lleva al salón.
—¡Te lo mereces por ser una perra! —devuelvo el grito en respuesta y lanza al suelo. Mis rodillas duelen por el golpe al igual que la parte derecha de mi cuerpo. Todo duele. —No puedo creerlo. No han pasado ni veinticuatro horas de lo que me he ido y tú ya te habías ido con ese chico a abrirte de piernas.
Niego de inmediato levantando mi cabeza para verlo.
—No digas eso, papá. —murmuro con la voz quebrada. —Es Paul, tú lo conoces desde que éramos niños. Entre él y yo no hay nada.
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PROTEGIDA POR EL ALFA ©
Fantasía«Adentrarse a ese mundo será su salvación o perdición.» *** Tras huir de su tormentoso pasado, Mia Walker iniciará una nueva vida en Chicago pero es...