Capítulo 5

5.1K 312 39
                                    

KAROL

Llegué a casa y mamá aún no había llegado.

-Debió haber sido un gran desfile.- pensé.

Mi madre me obligó a estudiar modelaje desde los 6 años hasta los 13, cuando alguna de sus modelos no podía asistir a mi me correspondía llenar ese papel. Me puse mi pijama y me dispuse a dormir.

Al día siguiente...

Me levanté, tomé mi desayuno,
Hoy era un día soleado así que decidí ponerme mis lentes.

Entré al auto y llegué a casa de Alli, toqué el timbre y ella me abrió.

—Hola nena, ¿cómo estas? —Dije sonriendo.

—Muy bien, ¿y tu? Pasa, no te quedes ahí.

—Bien. —Dije entrando, yendo hacia el comedor.

—Alli, dime, ¿sientes que has aprendido algo en estos últimos días?

—Si, si quieres comprobarlo hazme un pequeño examen. —Dijo levantando sus hombros.

—Está bien.

Escribí en una hoja 5 preguntas de acuerdo a las lecciones anteriores. Se la entregue y en 10 minutos ya todo estaba resuelto a la perfección.

—Wow, creo que si has aprendido. Creo que soy una gran tutora. —Le dije sonriendo.

—Si, eres excelente, ¿recuerdas el primer día, en el que te dije que te quería conocer más a fondo?

—Si, recuerdo. ¿Pero que tiene que ver la clase con eso?

—Quiero que me hables de ti, por favor, tomémonos un descanso, ¿si? —Me dijo suplicando.

—No creo que sea conveniente, pero esta bien... No soy la típica chica, soy perezosa, me gusta dormir hasta tarde, no me gusta entrar a clases, no me gusta hacer tareas, me gusta estar con mis 6 mejores amigos, me encanta cantar, no me gustan los chicos coquetos, cuando me propongo algo lo consigo, no soporto a la gente idiota y no me gustan las porristas. Creo que eso es todo... —Dije riendo.

De repente la puerta se abrió de golpe, era su hermano Ruggero, con una chica rubia de la mano, él no alcanzó a percibir mi mirada así que me hice la que no lo vi, llegó al comedor con la tipa esa y dijo:

—Hey, Alli, ¿hay alguien en casa? —Dijo ignorando mi presencia.

—No, sólo estamos nosotras. —Dijo Alli.

—Eh, ¿quién es ella, Ruggero? —Dijo la rubia, señalándome a mí.

—Ella le da clases de francés a mi hermana. —Dijo.

Yo sólo seguía mirando con detalle una hoja completamente vacía.
La rubia se carcajeó y susurró algo en el oído de Ruggero que no fue audible para mí.

—De que te ríes, ¿tarada? —Dije levantándome de mi asiento.

La chica dio unos pasos hacia atrás y respondió tartamudeando, podía predecir miedo en su acción.

—Na...na...da, lo... lo siento.

Ruggero solo se limitó a escuchar, no hacia nada para defender a esta tipa, probablemente su novia. Wow, que hombre.

—Está bien, te perdono. —Le dije guiñándole un ojo.

—Eh, estaremos en el living viendo una película. —Dijo mirando a su hermana.

Como dijo, se retiraron rápidamente.

—Dime, ¿qué fue eso? —Dijo Alli abriendo sus ojos como platos.

— ¿Qué? —Dije confundida.

— Eso… Lo que acabó de suceder, ¿porque le respondiste así?

— ¡Ah! ¿Eso? Se me olvido agregarlo a la lista, no me gustan las rubias. —Dije sonriendo.

Los 10 minutos que continuaron Alli y yo hablábamos de cosas ajenas a la clase. Hacíamos bromas entre nosotras y reíamos lo más fuerte que podíamos, para molestar a aquella pareja que se encontraba al otro lado.

—Tengo hambre, ¿y tú? —Dijo Alli haciendo un gesto muy gracioso.

—Yo igual, ¿quieres ir al centro comercial? —Dije levantando los hombros.

—Está bien, espera, voy por dinero y ya salimos.

—No, esta vez yo invito. —Le dije dedicándole la más grande sonrisa.

—Oh, muchas gracias, ¿y que esperamos? ¡Vamos!

Nos acercamos hasta el living mientras yo me ponía mis lentes ya que el sol aún no se había ido.

—Ruggero, voy a salir. —Dijo Alli.

— ¿Para dónde crees que vas? —Dijo confundido.

—Para el centro comercial...

Mientras hablaban la chica no dejaba de mirarme, quería volver a insultarla pero eso ya sería muy agresivo de mi parte.

—Esta bien, pero intenta no llegar tan tarde.

—Si, como digas. ¿En que iremos, Karol? —Dijo mirándome a mi.

—En mi auto. —Dije abriendo la puerta.

—Wow. ¿Es tuyo? ¿Puedo conducir?

—Claro, ¿por qué no?

—Ruggero, nos vemos en un rato.

Llegamos al centro comercial, caminamos por la plaza, veíamos la ropa que llamaba nuestra atención hasta que nos dirigimos a comer.

—Y dime, ¿que vas a ordenar?

—Pizza, me encanta.

—Yo pediré lo mismo.

El camarero llego junto con nuestra orden. Hablamos de diversos temas hasta que llegó la hora de irse. Pagué la cuenta.

—Alli, creo que ya tenemos que irnos, si no es así, tu hermano se molestará.

—Si, eso creo.

Salimos al estacionamiento a buscar mi auto, lo encendí y en minutos llegamos a la casa de ella. Salí junto a ella para dejarla en su casa sana y salva, cuando toque el timbre abrió su hermano.

—Adiós, espero que la hayas pasado bien...

—Si, me encantó, muchas gracias.

—No hay porque. —Dije mientras ella entraba a la casa.

—Gracias por llevar a mi hermana. —Dijo mirando hacía otro lado.

—Fue un placer. —Dije caminando hacía mi auto. Lo encendí y salí camino a casa.

QUE COMIENCE EL JUEGO  TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora