Capítulo 27

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"The big girls don't cry."

KAROL

De nuevo eran otros $5000 dólares. Llegué a casa y escondí el dinero, tome un poco de pizza que había quedado y me fui a la cama, mucha adrenalina por hoy.

Desperté por el ruido de mi alarma, la había azotado contra la pared y como recompensa me había vuelto a atormentar con "Saving All My Love For You". Esa canción fue la primera que canté con Ruggero en su auto. Rodé los ojos y entre a la ducha, el agua estaba tibia pero aún así quemaba mi piel, me vestí, arreglé mi cabello y baje a la primera planta, extrañaba a mi madre, ella siempre tenía el desayuno hecho, bufé y salí de la casa, subí al auto y me dirigí a Starbucks, si iba llegaría tarde a la escuela, no importa, de igual modo no toca una clase muy importante, música es mi favorita pero aún no he cantado y si en esta clase no iba a cantar no me interesaba en lo absoluto. Mi rebeldía se apoderaba de mí.

Llegue al local y me senté en la barra, había un chico, era moreno, cabello negro, sonrisa perfecta, ojos azules. Llevaba un delantal.

— ¿Qué me recomiendas? —El chico se veía amigable, no quería comer sola.

—Buenos días. —Sonrió— Ehm… No lo sé, por tu estado de ánimo te recomiendo un café bien cargado... —Dijo con una sonrisa deslumbrante.

¿De verdad era tan obvio que estaba destrozada?

— ¿Ánimo? Yo estoy bien... —Mentí. Era la única persona que estaba en el local, debido a la hora.

Apoyó su cabeza en sus manos, sus codos estaban sobre la barra.

—Tienes la mirada perdida, ríes forzosamente...

—No, yo estoy bien, eres tu quien está enfermo. —Protesté, pero él rió.

— ¿Sabías que está comprobado que al contarle tus penas a otras personas te desahogas un 59%? —Hizo un gesto al que yo reí.

— ¿Quién dijo eso?

—Científicos de Harvard, al igual si escribes una carta.

—Si te lo digo te reirás de mi. —Gire mi cabeza a la entrada.

—No me reiré de ti, te prepararé un café bien cargado y me contarás tu historia, ¿de acuerdo? —Asentí y él se volteó para preparar mi café, me entregó un vaso muy caliente.             — ¿Quieres galletitas a los lados? —Dijo con una sonrisa tierna, el chico me transmitía alegría, al igual que Christofer.

—Eso estaría bien. —Sonreí.

—Empieza tu historia... —Tomé un poco de café y vaya que sí estaba bien cargado.

—Bueno, todo empezó cuando conocí a un chico... —La conversación inició y él se veía muy concentrado al escuchar mi historia de terror, reía cuando era necesario pero su expresión de concentración seguía intacta. —Me engañó con una animadora, y ahora rompí una promesa, volví a mi pasado y no creo poder dejarlo tan fácil...

— ¿Has intentado escucharlo? —Estaba serio, ya no era el mismo chico que me obligó a contar la historia.

—No, no lo haré, ¿qué otra explicación quiero? Yo lo vi todo, y nunca lo voy a perdonar, lo odio.

— ¿Tratas de convencerme a mí? ¿O a ti misma? —Oh no, encontré a otro Christofer, ya bastante tenía con uno.

— ¡Cállate! —Dije con media sonrisa.

—Oh, vamos, no seas tonta, estas desperdiciando tu vida, esas carreras no son nada buenas, ganas mucho dinero pero no es un buen estilo de vida.

—Lo sé, no lo hago por el dinero, lo hago por lo que siento al tocar la carretera, la adrenalina, no lo entenderías...

QUE COMIENCE EL JUEGO  TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora