QUE COMIENCE EL JUEGO TERMINADA

Capítulo 15 (Parte 2)

No quería trabajar con Ruggero, cuando me nombraron junto con el nombre de Ruggero, pude notar como la sonrisa de Savannah desaparecía, mientras que Ruggero sonreía de oreja a oreja.

—Mañana es la fecha de entrega, tendrán que reunirse en casa de su compañero para elaborar la tarea, de acuerdo alumnos, ahora acomódense con su compañero para organizar todo. Y ahora que lo recuerdo su compañero de trabajo será su compañero de lugar todo el año, ¿entendido?

Bufé mientras veía que Ruggero se acercaba a mi lugar, no le había dirigido la palabra en todo el día, ya que Savannah impidió que lo insultara.

— ¿Como ha sido tu día? —Preguntó con su gran sonrisa.

No le pensaba responder, se supone que estaba molesta con él, pero con su sonrisa no me podía negar a contestarle.

— ¿No vas a hablarme? —-Dijo aumentando más su sonrisa.

— ¿Por qué no me dijiste que estudiabas aquí? —Dije cruzándome de brazos.

—Quería sorprenderte. —Dijo susurrando en mi oído.

—Pero, ¿cómo es que nunca nos habíamos visto? —En verdad esa pregunta era muy buena. Estábamos en la misma escuela, mis amigos eran sus amigos y nosotros no nos conocíamos. Que raro.

—Tal vez nunca te fijaste bien. —Dijo con su mirada fija, nuestras miradas se conectaron por unos instantes.

—Encontrémonos en mi casa a las 3:00pm. ¿Te parece? —Dije apartando su mirada de la mía.

—Me parece perfecto, ahí estaré.

Las clases del día de hoy terminaron, me encontré a los chicos en la puerta de la escuela, me despedí de ellos y fui a mi auto, conducí hasta mi casa, cuando abrí la puerta recordé que no había nadie, preparé algo de comer y encendí la TV mientras esperaba a Ruggero.

Se escuchó el sonido de la puerta, la respuesta de quien se encontraba al otro lado de la puerta era obvia, la abrí y me encontré con el mismo Ruggero, pero con un arreglo de rosas rojas en sus manos.

—Son para ti. —Dijo con una linda sonrisa, extendiendo las hermosas flores a mí.

— ¿Para mí? ¿Y por qué? —Dije confundida.

—Si, por no decirte la verdad, ¿me puedes perdonar?

—No debiste haberte molestado, yo te perdonaría si tan sólo me lo pidieras. —Mentí, yo no perdonaba tan fácilmente, pero este es un lindo gesto, y él no me había hecho prácticamente nada, sólo mentirme de la peor manera.

—Está bien, ¿puedo pasar? —No me había percatado de que todavía estaba afuera.

—Claro, pasa. Voy a poner las rosas en un florero, mientras, sube a mi habitación. —Ruggero hizo un gesto que tardé en entender. — ¡Pervertido! —Dije, mientras él se reía a carcajadas, en eso busqué el florero y lo puse en el centro de la mesa.

Me aproximé a mi habitación y encontré a Ruggero mirando detenidamente cada detalle de mi habitación.

— ¡Buu! —Pretendí asustarlo, pero no lo logré.

— ¿Te gustan los Medias Rojas? —Dijo, mirando un banderín que tenía de mi equipo favorito de Béisbol.

—Si, ¡son los mejores! Mañana tendrán un juego, pero no podré ir. —Era fanática a todos los deportes pero mis favoritos eran Béisbol, Fútbol Americano y Fútbol Pie.

— ¿Por qué? —Preguntó incrédulo.

—La boletería se agotó.

—Es una pena, ese también es mi equipo favorito. ¿Comenzamos la tarea? —Dijo sentándose en la cama.

—Si, comencemos.

El trabajo lo hicimos a la perfección, terminamos más rápido de lo que pensaba, Ruggero era inteligente, eso hizo más fácil todo.

—Bien, creo que eso fue todo. —Dijo Ruggero tirándose a mi cama.

—Si, fue más rápido de lo que pensé.

—Creo que tengo que irme, pero antes, ¿me puedas dar tu número de celular?

—Claro, y tú dame el tuyo. —Intercambiamos celulares para guardar el número del otro.

—Ahora si, ¡debo irme! —Bajé con él hasta la primera planta y proseguimos hasta la puerta.

—Adiós. —Le dije mientras él salía de la casa, en eso se ponía unos lentes Ray Ban Negros, y se veía realmente bien, tanto como la primera vez que lo vi.

— ¿Te has dado cuenta que es de noche?, no necesitas gafas. —Le dije en burla.

—Es para irme con estilo. —Sonrió, yo reí ante su desmesurado comentario.

—Está bien, creo que cumpliste tu misión, nos vemos mañana.

—Nos vemos. —Se subió a su auto y partió.