2. Qué afición la mía por los stripper

1.7K 157 111
                                    


Siento el orgasmo recorriendo mi cuerpo. Ese placer infinito que, para lo que me apetece en este momento, se me hace corto. A penas termino de saborearlo, cuando decido levantarme de encima de...

—¿Cómo dices que te llamas?— pospongo el gesto de levantarme y lo miro con cara de verdadera extrañeza. No sé por qué razón, pero nunca me acuerdo de su nombre. Bueno, en realidad, nunca me acuerdo de ninguno. ¿Para qué mentir?

—Marcos— responde, sonriente y con la mirada perdida en mi cuerpo desnudo.

—Pues eso, Marcos.

Me acaricia el muslo mientras me quito de encima suyo y me pongo de pie a un lateral de su cama.

—¿Te vas?— percibo una nota de tristeza en su voz.

—Tengo cosas que hacer— respondo seca. No me gusta dar explicaciones.

—Pero...— duda.— ¿Me llamarás?

Me paralizo al momento. A mi cerebro acude una alerta roja que parpadea con las palabras "cagada máxima".

¿En qué jodido momento le he dado a entender que ésto implica algo más que sexo ocasional?

Cierro los ojos y suspiro mientras pienso:

No me jodas. A este también tengo que mandarle ahora mismo a la mierda. Vaya por Dios... Con lo bueno que esta.

Por un instante, incluso percibo en mi sistema el arrepentimiento por haberme liado con este bombón latino el día de la despedida de soltera de mi amiga Dakota.

Qué afición la mía por los stripper... Me abofeteo mentalmente por dejarme llevar aquel día.

No me da tiempo de arrepentirme del todo, puesto que siento su mano traviesa acariciando la parte trasera de mis muslos, la parte baja de mi culo y, de pronto, con un gesto rápido, sus dedos se deslizan en el campo de minas que tengo por entrepierna.

La madre que me...

Bizqueo los ojos mientras siento cómo las ganas de volver a devorar a ese colombiano, despiertan en mis entrañas.

Arqueo la espalda, sacando culo para sentir mejor la fricción de su índice sobre mi clítoris.

Me digo a mí misma que ya le mandaré a la mierda más tarde, y me dejo llevar por el momento. Ese último momento con este hombre con cuerpo de escándalo.

-Um...

Un gemido involuntario se escapa de mis labios entre abiertos, sus dedos saben de sobra dónde tocarme.

No es la primera vez que acudo a él para satisfacer mi apetito sexual, y aunque nunca recuerdo cómo se llama porque, para la buena verdad, me da igual, me encanta la manera que tiene de hacerme sentir plena.

Mi puñetero móvil vibra sobre la mesilla. Miro por el rabillo del ojo y vislumbro el nombre de Jhon en la pantalla.

Que se espere.

El móvil deja de vibrar y yo me centro en seguir sintiendo el tacto de los mágicos dedos del colombiano que ahora se introducen en mi.

¡Madre mía!

Escucho el crujir de la cama, indicándome que él se ha incorporado. Como prueba está su cálido aliento acariciando mi hombro, mientras sus labios dejan un recorrido húmedo allá por donde consigue erizarme la piel con su tacto.

Se levanta suavemente y se pone de pie tras de mí, colocándose en el pequeño espacio que queda entre la cama y mis piernas.

Y así... Mientras su boca se entretiene dando suaves besos entre mi hombro y mi nuca, su mano izquierda creando el mejor truco de magia entre mis piernas, y su mano derecha acariciando mis caderas bajo la amenaza de unirse a su compañera con la misión de complacerme... Su miembro crece y se endurece, haciéndose notar justo en la parte superior de mi trasero.

Norah Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora