14 Tiene una pistola tremenda

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El atardecer comienza a caer sobre nosotros. Tras parar a comer en un restaurante de carretera y explicarle a Jhon que Cosmo a añadido esencia de amapola a mi mercancía, entiende el motivo de que todo el coche huela a amapola.

A las afueras de New York, el GPS nos indica que debemos desviarnos hacia la izquierda. Jhon sigue las instrucciones de ese cacharro, metiendo el potente Jeep negro por un camino embarrado y rocoso. Doy gracias a Dios porque no sea mi A7. No soportaría verlo tan sucio ni siendo obligado a transitar ese camino de cabras.

En cuanto vislumbramos un viejo pabellón abandonado, el bluetooth del coche anuncia la llamada entrante de un número desconocido al móvil de Jhon. Ambos nos lanzamos una mirada rápida. Estoy casi segura de que será alguno de los subordinados del socio de Manuel. El lugar no tiene ningún tipo de luz, y si no fuera gracias a las luces del Jeep, nosotros no hubiéramos alcanzado a verlo.

-Contesta. Son ellos - digo muy segura de mis palabras.

-¿Por qué tienen mi número?- pregunta Jhon extrañado.

-No les iba a dar el mío. No hasta que no vea que me puedo fiar de ellos - mi respuesta es más que obvia.- Tranquilo. Cuando esto acabe te compraré otro y no tendrás que intermediar entre nosotros.

Jhon se queda tranquilo ante mi explicación y atiende la llamada. En cuanto pronuncia la palabra "responde", la persona que lo llama ni siquiera le permite hablar.

-Aparca ahí. Alguien irá a recogeros.

Jhon no dice nada. Simplemente me mira esperando una respuesta. Sé que si me niego, el no dudará en meter el coche hasta el interior del pabellón si hace falta. Así que a riesgo de entrar ya con mal pie, asiento para que Jhon detenga el coche.

-Bien - Jhon detiene el coche.

- Apaga las luces y los teléfonos. Nada de armas - ordena el hombre del otro lado de la línea. Esta vez, ni siquiera espera una respuesta. Directamente cuelga tras dar esa última orden.

Aunque no estemos ya en contacto con ese tío para decirle que se vaya a la mierda, Jhon me mira esperando una respuesta. Pongo los ojos en blanco, resoplo y saco mi móvil del bolso. Lo apago y Jhon me imita. Saco la pistola que llevo en la bota izquierda y la dejo bajo el asiento.

-Yo llevaré la mía - dice Jhon.

-Lo sé.

No pasan ni dos minutos, cuando escuchamos el motor de un coche acercarse a nosotros. Aunque no lo vemos porque a pesar de ser las seis y media de la tarde, ya parece noche cerrada, me parece que se detiene frente a nosotros. Efectivamente, mis sospechas se confirman cuando una pequeña luz parpadea frente a nosotros.

-¿Eso es una puta linterna?- pregunta Jhon, realmente extrañado.

-Eso parece - digo compartiendo su estado.

Escuchamos que el coche de enfrente abre la puerta, detrás otra y otra. Han abierto tres puertas, y eso quiere decir, que como poco, son tres tíos los que han venido ha buscarnos. No me fío mucho de esta gente, así que sin dudarlo un segundo y haciéndome a la idea de que no quiero verme indefensa ante un posible ataque dentro del coche, abro la puerta y salgo con decisión al exterior. Jhon hace exactamente lo mismo que yo y rodea el coche a toda mecha para colocarse a mi lado.

Mi chico fiel...

Tres tíos enormes y vestidos de traje y corbata nos rodean. Mientras uno de ellos, el que se detiene frente a nosotros, nos observa tras esas gafas de sol oscuras, siento un par de manos cacheando mi cuerpo de pies a cabeza. Por el rabillo del ojo veo que ha Jhon también lo cachean.

Norah Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora