3. Uis... Eso ya, si que no

1.5K 130 129
                                    


Aparco mi precioso A7 azulado frente a la puerta de casa. No me apetece dejarlo en el garaje para lo poco que voy a tardar.

A penas llego a subir el primer escalón de la puerta principal, cuando de pronto Alise, mi ama de llaves, abre la puerta y me dedica una cálida sonrisa desde el umbral.

-Señora - saluda haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

Paso por su lado sin decir palabra, le doy una leve palmadita en el hombro a modo de saludo y entro en casa rumbo a mi habitación.

En ocasiones me siento cruel por ser tan grosera y seca con esta mujer. Pero se me pasa en cuanto recuerdo el mundo en el que vivo, y que no puedo mostrarme ni mínimamente afectuosa con nadie.

En serio, si mostrase un ápice de afecto hacia esta atenta y adorable anciana... Los hombres que tengo bajo mi mando perderían todo el respeto que les obligué a tenerme a fuerza bruta.

¿Quién sabe si alguno incluso se atrevería a chantajearme poniendo en riesgo la vida de Alise?

En este mundillo del narcotráfico todo vale si de escalar puestos de trata.

-¿Deseará algo de merendar?- pregunta mientras camina tras de mí por el amplio salón.

Niego con la cabeza sin siquiera volverme a mirarla, y empiezo a subir las escaleras que dan a la segunda planta donde esta mi habitación.

-Señora...- su voz se apaga un poco en la última sílaba, lo cual me obliga a detener mis pasos y mirarle prestándole atención.

Algo le pasa o algo quiere. Puedo asegurarlo por la manera en la que baja la mirada y se mira las puntas de los zapatos, mientras juguetea tímidamente con un hilillo suelto del delantal blanco que complementa su uniforme negro.

-Dime.- suelto seca. Alise baja aún más la cabeza, me percato de la dureza de mi voz, así que suavizo un poco sin perder del todo mi seriedad.- Alise, ¿qué pasa?

-Señora... Mi nieto está enfermo y... Bueno, yo... Yo...- balbucea.

-¿Cuánto necesitas?

No me ando con rodeos. Ambas sabemos lo que quiere pedirme, ¿para que iba ella a contarme esto, si no fuese porque necesita dinero?

Su mandíbula parece desencajarse a consecuencia de un gesto extraño que mezcla la alegría y el asombro. Cierra la boca, sonríe ampliamente y... ¡No, no, no!

Lo hace. Mierda que si lo hace.

Alise acaba de saltar básicamente sobre mí para achucharme entre sus brazos, cuál abuela tierna a su nieta adorable.

Me encantaría decirle que se quite, que me suelte. Pero la emoción que parece sentir ha hecho que se olvide del respeto que me debe, y no para de hablar atropelladamente.

-Le juro que voy a doblar el turno para compensarlo, señora. Haré lo que haga falta para devolver hasta el último centavo - jura.

Me muerdo el interior de la mejilla para evitar sonreir y aprieto los puños para contener el impulso de devolverle el abrazo. Suspiró sonoramente y me aclaro la garganta en una clara llamada de atención.

Alise lo capta al instante. Se aparta de mi y la vergüenza por su atrevimiento parece apoderarse de ella.

Para rematar la situación, endurezco el gesto y chasqueo la lengua con molestia.

Me da pena, claro que sí. Ella es adorable, maternal y muy tierna, mientras que yo soy una grandísima perra.

En mi defensa diré, que lo hago por su bien. Cuanto menos cariño me coja, mejor.

Norah Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora