Capítulo 8

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Una mano dura toca mi rostro, es más bien un roce, con gentileza, como si yo fuera algo frágil, se siente bien ser tratada con delicadeza, las manos bajan lentamente hacia mi cuello que está cubierto con mi cabello suelto, lo mueve con suavidad. Y roza de nuevo mi piel, toca mi clavícula y sube de nuevo a mi rostro. No sé exactamente de quien sea esa mano, pero me gusta lo que me hace sentir, así que decido no abrir los ojos, porque sé que en el momento que lo haga, el sueño habrá terminado y estaré de nuevo en mi aberrante realidad.

-Hola dormilona- me dice una gruesa y dulce voz muy cerca de mi oído, en ese momento entiendo que no estoy soñando y que las manos de algún extraño me están acariciando.

Abro los ojos de golpe y me siento de un brinco en la cama. Todo me da vueltas, un agudo dolor atraviesa mi hombro derecho.

-¡Emma, tranquila!- me dice alguien, yo enfoco la vista, es Ángel. Él está de pie a un lado de mí y me recuesta de nuevo. Se ve maravillosamente guapo aun con aspecto desvelado, trae la sombra de una naciente barba en su rostro, parece una hermosa visión, viste un pantalón de mezclilla claro y una camiseta gris, ya no hay rastro de enojo, solo de preocupación.

-¿Qué pasó?- le pregunto.

-Te hirieron en el hombro derecho, perdiste mucha sangre, pero ya estás bien- me explica.

-¿Dónde estamos? ¿Dónde están las chicas?- le pregunto exaltada, el dolor empieza a sentirse insoportable. Traigo mi brazo derecho en un cabestrillo.

-Estás a salvo Emma, pero necesitas descansar- me dice. –Trata de dormir un poco más, vuelvo en un momento- me dice y sale de la habitación.

Yo me quedo mirando alrededor. La luz del sol entra con demasiada intensidad por el gran ventanal que está a mi derecha. Estoy un poco aletargada, supongo que debe ser por el medicamento para dormir. La habitación en la que estoy es muy grande, tiene una gran pantalla de televisión montada en la pared frente a la cama y un equipo de audio muy sofisticado, me pregunto dónde estoy. Las paredes blancas, están decoradas con cuadros de colores vivos, hay un sofá color chocolate a un lado de la cama y junto a él una puerta, supongo que es el baño.

Cuando me siento un poco menos mareada, me incorporo lentamente sobre la cama. Me duelen los músculos de la espalda y cadera, no sé cuánto tiempo llevo acostada. Me levanto con cuidado. Una vez de pie compruebo que no haya mareos, no quiero caerme y lastimarme más el hombro. Traigo puesto un traje de dormir de tela muy delgada, es un pantalón y blusa sin mangas, al lado de la cama hay un par de pantuflas a juego.

Si es necesario, así me salgo, necesito saber que las muchachas están bien, me dirijo al ventanal corredizo para ver si puedo salir por ahí, pero tiene protección de metal también corrediza, hay un candado en la protección, afuera hay un bello corredor de madera, y un sillón de mimbre con cojines de colores, no alcanzo a mirar hasta donde termina el corredor, pero sí que estamos en la segunda planta. Quizás tenga suerte y no haya nadie vigilando la puerta, me dirijo hacia ella y justo cuando la voy a abrir, se abre desde el otro lado, es Ángel de regreso.

-¿Ibas a algún lado?- me pregunta con expresión divertida, trae una jarra con agua y un vaso sobre ella.

-Necesito ver a las muchachas- le digo firmemente.

-Siéntate, es hora de que hablemos- me dice y no sé porque siento que no me va a gustar lo que tiene para decirme. –En vista de que ya te sientes mejor- me dice.

-Sin rodeos por favor, dime lo que tengas que decir- le pido.

-Las chicas no están aquí, ninguna, las dejamos ir. Mis hombres se encargaron de comprarles los pasajes de vuelta a casa- me dice. -Estaban secuestradas, algunas por mucho tiempo, no podía detener su regreso a casa- me explica.

Un Ángel para Emma 1era Parte ✓✓ (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora