Emma sabe que su futuro ya no está en ese lugar; el olor a café por las mañanas no vendrá más y la simple idea de alejarse le ocasiona nauseas, pero una promesa debe cumplirse y, sin ataduras, hará valer su palabra.
Un viaje lleno de planes, un dest...
La mañana de mi cumpleaños, el 21 de Febrero, Ángel me despierta para sorprenderme con el desayuno en la cama.
-Felicidades cumpleañera- me dice y me da un tierno beso. -Te traje algo rico para desayunar y luego una sorpresa- me dice enseñándome una caja de regalo.
-¿Puedo abrir primero la sorpresa?- le pregunto.
-No, primero el desayuno- me responde. -¿Cómo acostumbrabas a celebrar tus cumpleaños?- pregunta él.
-No hacíamos nada especial. Cuando era pequeña, apenas teníamos dinero para los gastos necesarios, comida, ropa, escuela. Si mi abuela hacía un verdadero esfuerzo me compraba un vestido o unos zapatos para mi cumpleaños.- recuerdo con tristeza. –Cuando cumplí XV, mi vecina me regaló un pastel, fue la primera vez que partí un pastel de cumpleaños, después de la muerte de mis padres- le relato. -Pero el número 18 fue diferente. Mis amigos de la preparatoria organizaron una fiesta para estrenarme como bebedora legal- le cuento. –El día después de mi cumpleaños fue horrible- agrego. –Cuando cumplí 19, me la pasé trabajando, ya en casa, un par de amigas me visitaron y me llevaron regalos- término de contarle.
-Bueno, entonces, creo que hoy te la vas a pasar muy bien- me dice.
-¿Por qué? ¿Planeaste algo?- le pregunto un poco emocionada.
-Puede ser- me responde sonriente.
Cuando terminamos de desayunar, él me pasa la caja de regalo para que la abra. Me tomo mi tiempo al hacerlo. Sus ojos observan cada reacción que tengo al ver el contenido, puedo ver la hebilla de un cinturón, pero no le encuentro forma a lo demás, tiene otro tipo de cinturón más pequeño, con una pieza ajustable. Saco el objeto completa, y lo acomodo de un lado a otro. También tiene una especie de funda.
-Gracias- le digo, tratando de sonar complacida por el regalo.
-No tienes ni idea de que es ¿Cierto?- me pregunta divertido.
-No, ni idea- le confieso apenada.
-Déjame ayudarte- me dice.
Rodea mi cintura y me pone el cinturón lentamente, mirándome a los ojos, tiene esa mirada traviesa que me encanta. Sus manos bajan por mi pierna derecha, y la roza provocadoramente, yo solo le sonrío, pasa una de las tiras por entre medio de mis piernas y la ajusta con el broche que trae. Entonces entiendo de qué se trata, es un cinturón porta pistola, se lo he visto puesto a Lety cuando sale a atender un asunto de la organización.
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-¿Por qué me regalas esto?- le pregunto confundida. Él me besa tiernamente.
-Abre el cajón del buró- me ordena con dulzura. Yo le hago caso y me asusto al mirar un arma en él. Lo miro sorprendida. –Es una 45 semiautomática- me dice y la toma del cajón. –No está cargada- me aclara al depositarla en mi mano.
