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—¡Kage Bunshin no Jutsu! —exclamó el azabache, haciendo el sello correspondiente. En un instante, aparecieron tres copias de sí mismo, todas con el Sharingan activado. —Saben lo que tienen que hacer —dijo, y las copias asintieron antes de desaparecer en busca de los pergaminos.

De repente, escuchó un grito femenino a lo lejos.

—¡Ayuda! —La voz sonaba desesperada, y por pura curiosidad, decidió acercarse para ver de qué se trataba. —¡Por favor, que alguien venga y me ayude!

Al llegar, vio a una joven de cabellos color cereza tirada en el suelo, amenazada por un gran jabalí. Tenía una herida en la pierna, y el miedo se reflejaba en sus ojos. Sin embargo, el interés de Jokirama no era puramente inocente; quería saber qué pergamino poseía la chica.

Se posicionó delante de ella, haciendo los sellos respectivos del katon. Los ojos de la joven se iluminaron, sus mejillas se sonrojaron al ver al azabache tomar aire y soplar con fuerza, expulsando una llamarada de fuego que ahuyentó al animal.

Con el jabalí fuera de escena, Jokirama se dio media vuelta, se agachó y colocó un kunai en el cuello de la joven.

—¿Cuál es tu pergamino? —preguntó con voz firme.

—T-Tierra... —respondió ella, temblando de miedo.

—Qué conveniente... —bufó, alejando el filo de su cuello y guardando el kunai—Nos vemos luego.

Sin más palabras, Jokirama se alejó rápidamente. La niña lo observó mientras se levantaba con dificultad, quitándose el polvo de la ropa.

—Es... es increíble —murmuró para sí misma, todavía en estado de shock, pero también con un extraño sentimiento de... admiración por el ninja que la había salvado.

Brotes de la familia Uchiha y Senju. [TobiIzu] +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora