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Estaban todos tranquilamente en una cena familiar. Joki se había levantado de la mesa, recorriendo con curiosidad el hogar de su tío Hashirama. Sus ojos se detuvieron en los cuadros antiguos que decoraban las paredes, algunos apenas sostenidos con cinta adhesiva, mostrando imágenes desgastadas por el tiempo.

Uno de los cuadros llamó su atención: mostraba a cuatro chicos jóvenes. Joki supuso que dos de ellos eran su padre y su tío, pero los otros dos rostros le resultaban desconocidos. Tal vez eran los hermanos que habían muerto, aquellos de quienes solo oía hablar en visitas ocasionales al cementerio familiar.

Al seguir explorando, Joki notó una imagen de Hashirama y Tobirama, pero la de este último estaba mal colocada, sobresaliendo del marco. La curiosidad lo llevó a tomarla con cuidado. Al hacerlo, descubrió que la foto estaba doblada.

—¿Uh?— murmuró para sí mismo, desdoblando la imagen. Lo que vio lo dejó sorprendido.

En la foto, su padre estaba acompañado por un chico de cabello alborotado y negro, con una expresión tímida. El chico le resultaba familiar, pero antes de que pudiera reflexionar más, oyó unos pasos acercándose y se dio la vuelta rápidamente.

—Joki, tu padre te llama —dijo Madara con su tono serio habitual. El joven asintió, todavía procesando lo que había visto. —¿Está todo en orden aquí?

Primero, echó un último vistazo a la imagen, luego la dobló cuidadosamente y la guardó en su bolsillo.

—Sí. Ya voy —respondió, intentando mantener la compostura mientras regresaba a la mesa.

 ¿Quién era ese chico junto a su padre? ¿Por qué estaba escondida esa imagen? Mientras se sentaba de nuevo con su familia, no podía evitar pensar en las respuestas que ahora buscaba.

La cena continuaba con una animada conversación. Obito, sentado a un lado de Joki, no tardó en romper la seriedad del momento.

—¡Creo que las clases de automovilismo te están haciendo bien! —exclamó Obito con una sonrisa burlona.

—Es autocontrol, idiota —corrigió Joki, soltando un gruñido. No le gustaba cuando le recordaban que debía ir a esas clases.

—¿Autocontrol idiota? —preguntó Obito, fingiendo estar pensativo.

Jōki sintió que la paciencia se le agotaba rápidamente. No estaba de humor para las bromas tontas de su primo. Pensó en todas las maneras creativas de insultarlo, pero decidió no perder su tiempo y esfuerzo discutiendo con "este subnormal de mierda, intento de humano, pendejo retrasado, desperdicio de células...".

—¿Es algo así como controlar idiotas? —continuó Obito, con una expresión de genuina curiosidad.

Joki rodó los ojos, buscando un respiro en la conversación. "¿Por qué no se muere?" pensó, intentando calmarse.

La voz de su papá Izuna interrumpió sus pensamientos.

—Jōki, ¿todo bien? —preguntó con una mirada preocupada. 

—Sí, solo pensaba en algo —respondió, esforzándose por sonreír. ¿Debería preguntarle? Algo le dice que sería una muy mala idea.

Madara se acercó a la mesa, observando a todos con su típica expresión seria.

—Mañana hay entrenamiento temprano. No se queden despiertos hasta tarde —anunció, mirando directamente a Joki y Obito.

—Sí, papá/tío. —respondieron ambos al unísono, aunque con diferente entusiasmo.

Mientras la noche avanzaba, Joki no podía dejar de pensar en la foto que había encontrado. Se prometió a sí mismo que investigaría más al respecto. Sabía que había más secretos en su familia de los que se dejaban ver a simple vista, y estaba decidido a descubrirlos.

Brotes de la familia Uchiha y Senju. [TobiIzu] +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora