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Jokirama era, sin lugar a dudas, un demonio.

Al menos, eso pensaba el joven de la academia, que se encargó de acusarlo con sus padres.

El hijo del Hokage regresaba a casa sin preocupación alguna, tarareando una melodía bajo su aliento. Pero al cruzar el umbral de la puerta, su despreocupación se esfumó al instante. Su papá, Izuna, lo esperaba con una mirada severa. ¿Por qué? Porque el sharingan brillaba en sus ojos como un presagio.

—¿P-Pasa algo...? —preguntó el joven, dudando de si abrir la boca había sido una buena idea.

—Tenemos que hablar —contestó Izuna, sin dejar de mirarlo.

—E-Está bi...—intentó decir, pero Izuna levantó una mano para detenerlo.

—Con Tobirama.

El joven tragó saliva y su ánimo se desplomó. —Ahg —bufó, rodando los ojos mientras dejaba caer su mochila al suelo y avanzaba hacia la sala de estar.

Ahí estaba su padre Tobirama, sentado en el piso con los brazos cruzados y la expresión imperturbable que tanto lo irritaba. 

—Siéntate —ordenó Izuna mientras él también tomaba asiento.

El joven, sintiendo la presión de las miradas, se dejó caer frente a ellos. Sus padres no solían unirse de esta manera a menos que algo grave estuviera por ocurrir. Su corazón comenzó a latir más rápido.

—¿Qué quieren? —preguntó, intentando sonar despreocupado, aunque sabía que no podía engañar a su familia.

—Tus maestros han hablado con tu padre —empezó Izuna, clavando los ojos en él— Dicen que eres muy brillante, más que la mayoría de los de tu clase...

—Pero... —interrumpió Tobirama, con voz fría como el hielo— Tu actitud es inaceptable.

El joven apretó los puños bajo la mesa. Sabía por dónde iban las cosas, pero no le importaba.

—¿Y eso qué tiene que ver? —respondió encogiéndose de hombros, sin ocultar su falta de empatía— Hago todo lo que me piden.

Izuna frunció el ceño. —No es suficiente hacer lo que te piden. También tienes que comportarte con respeto, especialmente con tus compañeros. La vida no es solo una competencia.

—Eso es exactamente lo que dicen los que ya ganaron —soltó con una mueca de burla, sabiendo que eso enfadaría a Tobirama.

—¡No es una competencia! —respondió su padre, elevando un poco la voz— Lo que intentamos decirte es que, por tu comportamiento, no vas a avanzar al siguiente nivel con los estudiantes más mayores. Vas a quedarte con los de tu edad.

El joven abrió los ojos, incrédulo. —¡¿QUÉ?! ¡Eso es ridículo! —se puso de pie de un salto, sus palabras brotando con rabia— ¡Soy el mejor de mi clase, todos lo saben! ¡Esto es completamente injusto!

—Lo que es injusto es que creas que puedes tratar a los demás como si estuvieras por encima de ellos —replicó Tobirama con calma, como si no le afectara la explosión de su hijo— Necesitas aprender a trabajar en equipo, a hacer amigos.

—¡Habla el que casi mata a su pareja! —contraatacó el joven, apuntando directamente hacia Tobirama.

El silencio que siguió fue tan denso que se podía cortar con un kunai. Izuna cerró los ojos, apretando el puente de su nariz, mientras Tobirama, por primera vez en toda la conversación, dejó escapar un suspiro de cansancio.

—Este no es el momento de hablar sobre eso —dijo Tobirama, su tono firme pero sin dureza.

—¿Y cuándo será? —respondió el joven, su voz bajando un poco pero llena de desafío— No quiero seguir aprendiendo las mismas cosas aburridas con los idiotas de mi edad.

Izuna se levantó, colocándose detrás de su hijo y posando una mano firme en su hombro. —Entiendo que estés frustrado, pero debes aprender que el poder no lo es todo. Ser fuerte no significa nada si no puedes cuidar de los demás.

—¿Eso crees? —murmuró el joven, evitando el contacto visual.

—Eso lo sé —afirmó Izuna con seriedad— Tú tienes el potencial de ser más grande que cualquiera de nosotros, pero tienes que aprender a dominar tu carácter primero.

—Me largo —soltó el joven, sacudiéndose la mano de su papá de encima y saliendo de la casa, furioso, como si hubiera dejado una nube de humo tras de sí.

Izuna suspiró, observando la puerta cerrarse de golpe. —No sé qué vamos a hacer con él...

Tobirama, con la mirada fija en el lugar donde su hijo había estado, respondió con voz baja. —Lo que siempre hemos hecho. Enseñarle. Aunque esta vez será más difícil.

Izuna asintió lentamente, mirando a su esposo —Siempre es más difícil con los que se parecen a ti.

Brotes de la familia Uchiha y Senju. [TobiIzu] +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora