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La situación se volvía insostenible. Jokirama, con diecisiete años, sentía la tensión de la guerra apoderarse de él. A pesar de las advertencias de sus padres, había decidido unirse a la guerra, guiado por un impulso que ni él mismo comprendía del todo.

Mion, la chica de cabello color cerezo que lo seguía desde hacía semanas, era un enigma para él. Parecía tranquila, casi serena, en contraste con el caos que los rodeaba. Habían avanzado juntos a través del bosque, en una misión de rescate, de muchas que simplemente sólo parecían expediciones hasta enterarse de que el objetivo de rescate estaba muerto.

De repente, Jokirama levantó una mano, indicando que se detuvieran. El Uchiha desenfundó su espada con cuidado, sus sentidos agudizados junto a la activación de su sharingan. Pero lo que escucharon fue solo simple un animal, un felino, que Mion pronto tomó en sus manos, acariciándolo con suavidad.

—Sigamos —dijo Jokirama, tratando de mantener la voz firme.

—Déjame descansar un poco más, Joki —pidió Mion, dejándose caer en un tronco cercano.

—Jokirama —corrigió él, con un tono que no admitía réplica.

La chica lo miró con una mezcla de cansancio y algo más, una especie de compasión que logró desconcertarlo. Jokirama no estaba acostumbrado a esas miradas, algo en la forma en que Mion lo observaba lo hacía sentir vulnerable.

—¿Qué es lo que quieres realmente de mí, Mion? —preguntó finalmente, sin poder contener más su curiosidad.

Mion dejó escapar un suspiro, como si estuviera esperando esa pregunta.

—No vine aquí solo para seguirte —respondió, sus ojos claros fijos en los de él—. Estoy aquí porque... siento que necesitamos algo el uno del otro.

Las palabras de Mion lo dejaron perplejo. ¿Qué podían necesitar el uno del otro en medio de una guerra? El pensamiento de que ella pudiera ser una espía de otra nación cruzó su mente, pero la descartó casi de inmediato. Había algo en su mirada que le decía que no era una amenaza, y que había algo mucho más íntimo dentro de esa necesidad.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —insistió Jokirama.

Mion se levantó lentamente, acercándose a él con pasos cuidadosos.

—Quiero ser tuya.

Jokirama cuando escuchó aquello último sintió una mezcla de emociones. Parte de él quería rechazar sus palabras como una distracción innecesaria, pero otra parte estaba... interesada.

—¿Olvidas donde estamos? —dijo él, gesticulando hacia el bosque, hacia la guerra que los envolvía.

—Sí, pero no podemos estar todo el tiempo pensando en la guerra—respondió Mion—Debemos pensar en otra cosa.

Mion se acercó un poco más, y Jokirama sintió que el peso de sus palabras comenzaba a relajarlo. Era un puro instinto animal, del que estaba empezando a ser parte, y lo odiaba.

—¿Estás segura de querer esto? —preguntó, casi en un susurro.

Mion sonrió ligeramente, como si esa fuera la pregunta que había estado esperando.

—Sí.—Extiende su mano hacia él.

Jokirama miró su mano extendida, y tras un breve momento de duda, la tomó. El contacto era cálido y firme, simplemente ya no podía negarse o pensar en otra cosa aparte de lo que venía después. Mientras la guerra sucedía a su alrededor, la proximidad de Mion le ofrecía un respiro inesperado.

Mion se acercó más, su mirada fija en la de él, y Jokirama notó cómo su propio corazón latía con fuerza. Había algo que definitivamente lo estaba hipnotizando, que desvanecía todas esas paredes que había levantando para protegerse de sus impulsos carnales.

——No sabemos cuánto tiempo nos queda, Jokirama. No quiero esperar.— murmuró Mion, su voz suave pero cargada de pasión.

Las palabras resonaron en su cabeza, el deseo era cada vez más fuerte. Pero lo que sea que quería Mion, no estaba para nada cerca de lo que despertaba en Joki.

—Mion... —empezó a decir, pero las palabras se le atascaban en la garganta.

Ella lo interrumpió, acercándose aún más hasta que sus labios casi se tocaron.

—No digas nada —susurró, antes de cerrar la distancia entre ellos.

El beso fue suave al principio, tomando en cuenta que era el primer beso que recibía el Uchiha. Jokirama sintió que todas sus dudas, sí es que aún existía alguna con suficiente peso, se desvanecían, reemplazadas por un deseo ardiente. Mion lo sujetó con firmeza, sus manos aferrándose a él como si temiera que el momento se escapara.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad. Jokirama la miró, con una mezcla de deseo y al mismo tiempo algo oscuro empezando a hacer huella en sus pensamientos.

—Mion... —murmuró él, sin saber cómo expresar lo que sentía.

—Jok... ¿Joki?

Ese día ocurrió algo horrible.

Brotes de la familia Uchiha y Senju. [TobiIzu] +18.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora