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Los días habían sido agotadores llenándome de trabajo hasta las madrugadas. No aguantaba más esperarme al fin del sábado para tener al menos un domingo en el que podría descansar gustosamente.

Mis manos siempre estaban llenas de proyectos, panfletos, hojas y documentos. Todos llenándome el departamento que se había hecho algo similar a una prensa de periódicos por no reducir la situación real.

Mi pequeña y regordeta mascota apenas recibía mi atención y se la pasaba durmiendo en el sofá, o sino esperando a que jugara unos minutos con él.

Me hacia sentir una mala dueña al dejarle tirado sin hacer nada, apenas podía dedicarme a sacarle y solo salía a las afueras del edificio.

Finalmente el domingo había llegado y con ello mi descanso por un día. La alarma había sido desactivada por si pretendía resonar. Pero me había equivocado, mi bebé me había venido a despertar dando ladridos al no poder subir a la cama por su peso.

Pestañeando sin comprender mi cuerpo parecía no reaccionar a los llamados de atención. Miré a un lado donde aquel perrito movía su cola desde allá abajo esperando que su dueña le diera unos buenos días. Sonreí al verle tan tierno ahí abajo. Estiré mis brazos y le cargué acostándolo sobre mi estómago y acariciando su cabecita.

Sus besos no se hicieron esperar y menos aquella sustancia viscosa que dejaba en mi rostro.

— Te amo mi gordo— le abracé tan fuerte que pensé desinflarlo si era posible.— Desearía que fueras real, así como una persona, un niño.

Me miraba atento a mis palabras y un beso cruzó por mis labios.

— Lamento no haberte dado la atención necesaria en estos días, prometo que hoy nos divertiremos juntos.

Me sentía tan bien, sentía que el me comprendía, hacia de la imaginación una realidad.

Y así transcurrió de apoco el día juntos, un desayuno bien productivo y salidas por la calle.

Lo había llevado a un parque de perros, la recreación canina me parecía muy buena idea. Al ser como personas necesitaban relacionarse y no era de menos que mi bebé pudiese ser uno de ellos.

Pero su cuerpecito se reusaba a jugar con todos aquellos juguetes en el área.  Los perros llevaban queriendo acercarse a donde nos encontrábamos pero él se escondía entre mis pies y permanecía sentado.

— ¿No le gusta jugar?— alguien a mi lado me hace salir del trance de sacar a Puppy de entre mis pies.

— ¡Hola Ho Seok!— mi amigo se había sentado a mi lado y entre sus manos llevaba a un intrigante perrito castaño de ojos azules que se encontraba bien envuelto en sus brazos.— ¿Tienes mascota? Jamás me lo habías mencionado.

— Mmm~ Kookie y yo somos bastante reservaditos— sonrió tímido.

— Kookie, oh, Puppy también es así — miré a mi cachorro quien prestaba atención a nuestra plática.

— Siempre le traigo esperando a que juegue y despeje un poco en la zona pero solamente se resume a quedarse estático a mi lado.— asentí.

— Puppy es igual, aunque revolotea demasiado en casa.— le tomé en mis manos y planté un beso en su coronilla antes de sentarlo en mi regazo.

Puppy inspeccionó al cachorro con la vista y luego quiso salir bestialmente de mis brazos para acercarse a Ho Seok mirando a su cachorro.

Dicho reaccionó abriendo sus ojos y mirándole atento hasta que salió de entre sus brazos para comenzar a jugar con el de color platino.

Miré a Ho Seok atónita para luego comenzar a reír. Aquellos dos se habían caído hasta del banco de lo juguetones que se habían puesto.

— Oh, ¿se conocen?

— Que lindos— mis labios solo pudieron esbozar una sonrisa ante tanto afecto.

Los cachorros pasaron su tiempo juntos mientras Ho Seok y yo entablábamos conversación y soltábamos algunas que otras carcajadas. El chico era muy buena persona y sus bromas tenían calidad.

La hora de irnos se aproximó y decidimos ir a tomar un helado.
¿Había dicho que a Puppy le encantaba el helado?. Pues aquel regordete adoraba el helado, dulces y cualquier especie de comida chatarra mientras no fuesen vegetales. Así que un cono también fue para él.

La tarde pasó acogedora entre los cuatro -los 2 perros-. Ya llegando la noche nos despedimos y tomamos nuestro camino a casa.

— Puppy, ¿Kookie es tú amigo?— le pregunté recibiendo un ladrido repentino del cual me reí.— Ok, pequeño, solo preguntaba porque me pongo celosa— sonreí mientras le apretaba contra mi pecho. Él me lamió los labios y yo arrugue mi nariz y ojos— No hagas eso descarado, estás sucio y eso es un beso indirecto.

Llegamos al departamento y fui directo al baño a preparar la tina, hoy aquella cosa gorda se iba a dar un baño.

Me cambié de ropa mientras terminaba de preparar todo. Metí a Puppy dentro de la bañera y con trabajo le bañé, esperando que se quedase quieto en algún momento.
Lo envolví en una toalla luego de enjuagarle y quitarle todo el shampo para perro y le dejé en el suelo donde se removía como un loco sobre la toalla mientras le secaba con la secadora.

Sus cabellos quedaron sedosos entre mis dedos mientras le acariciaba pareciendo disfrutarlo. El resto de la noche comimos y nos quedamos en la habitación viendo un programa.

Su acogedor y calientito cuerpo dormía al lado de mi torso buscando algo de calor a lo cual le abrace y acomodé entre mi pecho y manos, quedándome dormida en el intento de mimarlo.

(...)...

— Mi bebé, esperame a que regrese ¿sí?. No creo que me tarde demasiado hoy.— acaricié su cabecita mientras le dejaba cómodamente dormido en mi cama.

Salí por la puerta apresurada para llegar al colegio  a tiempo. Pero lo que no me esperé es que algo extraño ocurriría ese día en mí casa.








 Pero lo que no me esperé es que algo extraño ocurriría ese día en mí casa

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Mo_chu12🎈

𝐏𝐮𝐩𝐩𝐲, 𝐈𝐭'𝐬 𝐓𝐡𝐚𝐭 𝐘𝐨𝐮? • [𝐏.𝐉.𝐌]. 𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora