Capítulo I: El inicio del cambio

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Quince de Agosto. Mi mejor amigo cumple 17 años.

Hasta este día, nada en especial ha ocurrido. Y con especial me refiero a experiencias fantásticas o fuera de lo común, cosas sobrenaturales, como ver espíritus o leer la mente de las personas. Sé lo estúpido que puede sonar todo esto, pero lo cierto es que a mis dieciséis años de existencia le vendrían bien salir de la rutina, de situaciones inevitables o de cosas demasiado normales para mi gusto.

—¡Alicia, está lista tu lonchera!

—¡Ok mamá, bajo enseguida!

Con el llamado de mi madre Emma, comienza cada mañana. Soy hija única, y ella mi única familia. No pregunto mucho sobre mi padre porque ella se pone muy sensible frente a este tema, ya que su partida fue realmente sorpresiva. Por eso, he sabido vivir con la poca información que tengo sobre él.

Su nombre era Andel, miembro de un equipo especial de la policía, algo así como un detective. Hace diez años, él estuvo presente en un tiroteo que terminó con su vida. En ese entonces, yo tenía seis años, aún muy joven para comprender del todo la situación.

Llegamos a esta ciudad después de que falleció mi padre. Desde el séptimo grado que me encuentro en mi colegio actual, “La escuela del Norte“.

Por otro lado, mi madre se ha acostumbrado a vivir en esta ciudad, incluso tiene un trabajo de buena paga, aunque le toma casi todo el día. Pero no llego a sentirme sola, todo está bien ahora, porque tengo a Adam.

Lo conocí hace tres años, cuando comenzó a asistir a mi actual colegio. Antes de conocerlo, recuerdo al mundo como algo más difícil de llevar, un lugar gris y sombrío. Pero él llenó de colores el mundo para mí.

Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina. Mi madre lucía radiante.

—¡Hija! Estás algo atrasada. Mira, aquí —me entregó una lonchera—. Este bolso es tu almuerzo.

—Gracias mamá. Me alegro de que a pesar de tu trabajo, tengas tiempo para hacer estas cosas—me esmeré en darle una gran sonrisa.

—¡Por supuesto, hija! ¿Cómo podría abandonar a mi única niña? —sonrió dulcemente. Miró el reloj de la cocina y suspiró—.Ya estás en la hora, seguramente Adam está afuera.

—Me voy entonces, te amo mucho.

—Cuídate, te quiero mi niña—dijo besando mi frente. Entonces me retiré hacia la puerta principal, para salir.

Y ahí estaba él, la luz blanca de mi mundo negro.

—¡Aliciaaa! Buenos días—saludó sonriente, apoyado en el buzón frente a la casa.

—Buenos días, Adam—le dije también sonriente.

—¿Qué crees? Me siento renovado hoy.

—¿Por qué tan renovado? No es que sea un día especial ni nada—dije fingiendo no recordar. Su mirada se quedó fija en el vacío, distante. ¿Pensará que olvidé su cumpleaños?

—El bus. Alicia apúrate y sube—dijo de pronto. Sumida como estaba en mis pensamientos, fui lo bastante distraída como para no haber notado la presencia del enorme bus frente a mis ojos.

Nos sentamos juntos, como siempre. Es un bus de lo más común, del típico color amarillo escolar, amplio y lleno de estudiantes desconocidos, ya que son pocos los que asisten al mismo colegio que Adam y yo.

—Me pregunto, ¿por qué tengo la sensación de que ocurre algo importante hoy? No lo puedo recordar…—comenté muy a propósito. «Esta vez seré yo la que te sorprenda» pensé.

La Decisión De Un Ángel© [[Actualiza lento]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora