Capítulo XVII, Parte I: Alarma

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Alicia's POV

Otra semana más pasó. Y no tuve descanso.

Luego de que conseguí tomar la forma de Adam, el entrenamiento con Menadel se intensificó; nos dedicamos todas las horas a perfeccionar la técnica. Por lo que día tras día tenía un nuevo avance.

Primero logré obtener una faceta sin dejar mis alas al descubierto. Aquello me costó unos tres días. Luego, pude mantener una apariencia falsa durante toda una noche. Y hace un par de días, mi transformación fue un completo éxito: sin alas a la vista, sin perder la nueva faceta y lo más importante, ocultar al 100% mi esencia de ángel.

Con esto en mente, tanto Menadel como Mitch han estado ocupados organizando nuestra huída. Aprovechan el tiempo cuando estoy en la escuela para planificar cosas como en quién nos convertiremos cada uno, o a dónde iremos y cómo, en fin, un montón de cosas.

El asunto que más me preocupa de todos, es cómo mantener segura a mi mamá. Mitch prometió que se aseguraría de que ella estuviera a salvo, pero no ha querido decirme cómo. Mamá es una humana completa, a diferencia de mi padre que poseía sangre angelical, por lo que es imposible para ella camuflarse tomando otra forma. No sé cómo escapará de los demonios cuando no estemos los gemelos y yo. Temo que intenten tomarla de rehén para hacerme regresar. Tampoco me gustaría que por culpa mía tuviera que reiniciar su vida en algún lugar lejos y con otro nombre esta vez. Y para qué decir cuánto la echaré de menos; jamás nos hemos separado. Siempre hemos estado juntas, en las buenas y en las malas. Ella es toda la familia que tengo y que necesito.

—Señorita Sotters—escuché de pronto. Levanté la vista que tenía pegada en mi cuaderno desde hace quién sabe cuánto tiempo, y la dirigí hacia el frente. El profesor Martínez me miraba con el semblante arrugado.

—¿Va a responder?—preguntó. Miré hacia el puesto junto al mío, buscando la ayuda de Isabella. Ella intentó decirme moviendo los labios y las manos disimuladamente, pero para mi desgracia, soy una pésima lectora de gestos y movimientos.

—Señorita Sotters, ¿necesita que le repita la pregunta?—insistió tajante el profesor. Asentí levemente, avergonzada.

Isabella me susurró la respuesta y logré evitar que me echara de la clase por estar distraída.

Durante el recreo, le compré un sándwich a ella en agradecimiento.

—Me salvaste, otra vez. Acepta esto como una ofrenda, Bella—ella se rió un momento y luego aceptó el delicioso pan.

—¿"Ofrenda"?, ¿a esto le llamas así? No seas tonta, Alicia. No me debes nada—Isabella me revolvió el cabello sin parar de reír. Yo tampoco pude evitar unirme a sus risas.

—¿Juegan sin mí?—Roy se burló mientras se acercaba a la banca en la que nos encontrábamos, en el patio del colegio—. No entiendo por qué nunca me esperan para la diversión—se quejó.

—¿Vas a comenzar a llorar?—se burló Isabella. Roy le dirigió una mirada llena de "ira" entrecerrando sus ojos, acercándosele rápidamente para revolverle el cabello, tal como ella hizo conmigo segundos atrás.

Ahora eran ellos los que morían de la risa intentando zafarse el uno del otro. Y en ese momento, me di cuenta de cuán cercanos se habían vuelto sin que pudiera notarlo antes. 

—Basta ya, los tortolitos. Me avergüenzan—los separé y fingí estar avergonzada por su actitud "infantil".

—¿"Tortolitos"?—casi gritan, al unísono. 

—¿Ven lo que digo? Hasta dicen lo mismo a la vez—un rubor extraño invadió todo el pecoso rostro de mi colorín amigo. Isabella se limitó a sonreír maternalmente, como si estuviera acostumbrada a que yo diga tonterías. 

La Decisión De Un Ángel© [[Actualiza lento]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora