Ya es de noche. A estas horas suelo estar fuera montando mi bici, pero mi madre no ha llegado aún de las compras, por lo que no me dejó salir de noche sola. No después de lo que pasó con mi rodilla la última vez.
—¿Lerathel?—pregunté en voz alta. Esperé una respuesta, pero nada. Desde que el encuentro con Jaden de esta mañana que no ha interferido en mis pensamientos siquiera. Como si se hubiera esfumado por completo. Como cuando le pedí que desapareciera.
Tragué saliva, de pronto angustiada.
—¿Letty?—Insistí. Pero no hubo respuesta. Comencé a entrar en pánico.
—¿Dónde estás? ¿por qué no contestas? ¿hice algo mal? ¿te enojaste conmigo?—No paraba de decir una y otra cosa que se me venía a la cabeza. Pero nada.
—¿Por qué te fuiste?—. dije entre lágrimas —Dijiste que estaríamos siempre juntas—me abrumó el pensamiento de estar sola. Realmente sola esta vez.
El teléfono de la casa comenzó a sonar. Me asusté por una fracción de segundo, para luego bajar las escaleras y coger el aparato.
—¿Hola?—pregunté nerviosa. Miré el reloj del pasillo: las 10 de la noche. Nadie suele llamar a estas horas.
—¿Alice?—enseguida me relajé, y solté todo el aire que sin darme cuenta estaba conteniendo.
—¡Mitch! ¿qué haces llamando a esta hora? ¿por qué no me llamaste al celular?—dije de golpe y aguantando las ganas de llorar. Su voz me hizo sentir vulnerable. Si Lerathel no está conmigo, sé que Mitch lo estará.
—Lo siento, no quise alarmarte. No sé utilizar ese aparato al que llamas celular, es demasiado complejo. En cambio, en el mundo celestial existe algo similar al teléfono—me explicó con calma. Miré hacia las ventanas de la sala de estar, en donde me encuentro. Afuera está todo oscuro; debo cerrar ya las cortinas.
—Entiendo.
—Alice, suenas extraña. ¿Pasó algo?—No puedo creer que haya sido capaz de darse cuenta tan sólo al oír mi voz.
—Sí. Llamaste justo a tiempo, estaba por comenzar a llorar—. admití un tanto avergonzada. Es vergonzoso tener tanta facilidad para ponerse vulnerable. —Desde esta mañana que Lerathel no está. No comprendo, ella no me dijo nada. No sé de ella, ¿es posible para un guardián dejar solo a quien protege? Creí que estaríamos juntas siempre...
—Tranquila, Alice. Es justamente por lo que te llamé. Ella regresó al mundo celestial, pero volverá pronto, no tienes que preocuparte por nada—dijo él de lo más tranquilo, como si fuera de lo más normal que alguien "suba" de un momento a otro.
—¿Por qué no me dijo nada? ¿es posible "subir" a ese mundo en cualquier momento?
—No en cualquier momento, por eso no alcanzó a avisarte. ¿Recuerdas que dije que pediría un "refuerzo especial"? Pues bien, Lerathel se ofreció de voluntaria para ir en su busca. Ella dijo que era preferible que yo me quedara ante cualquier altercado con demonios. Por, ya sabes; tengo cuerpo tangible, ella no podría defenderte como yo.
—¿No le corresponde al "guardian" proteger?
—Claro que sí. Pero no de ese modo en el que piensas. Imagina a un ángel guardián de cualquier otra persona que no puede verlo como tú. ¿Crees que podría simplemente, intervenir en una pelea física?—. preguntó Mitch, sin esperar una respuesta —Pues no. Los ángeles guardianes existen para guiar, aconsejar, prevenir y cuidar en el ámbito espiritual. No son guarda-espaldas que golpeen a tus enemigos; son consejeros que susurran a través de la consciencia para que hagas o no lo que creen correcto. Depende de la persona hacerle caso o no. Pero su poder no puede ir más allá de lo que el humano le permita—Casi pude escuchar su sonrisa en el otro lado de la línea. Claro, si las sonrisas tuvieran sonido.
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La Decisión De Un Ángel© [[Actualiza lento]]
FantasyAlicia es una chica de enseñanza media común y corriente, que está enamorada de su mejor amigo. Lo que ella no sabe, es que él no es humano. Tampoco sabe que ella no es normal del todo. El día en que su mejor amigo Adam cumple diecisiete años, todo...