Capítulo 3

992 249 23
                                    

—¿Qué? —mis manos tiemblan. No, corrijo, todo mi cuerpo tiembla. Me niego. Él no podía hacerme esto. Él no.

—¿Con Brad sí y conmigo no? — su mandíbula se tensa y yo sólo sigo negando —. Perfecto — guarda la pieza en su pantalón y suelto mi primera lágrima —. Llámame cuando quieras liberarte de la maldición — gira sobre sus talones para marcharse, pero antes de que abandone mi habitación, sujeto su mano.

—Espera — mi voz se quiebra y él me mira sobre su hombro —. ¿Sólo... sólo será una noche?

La manera en la que Kenneth gira hace que me sobresalte y cuando sus manos me toman de la cintura, lo miro sorprendida.

—Una — susurra él sobre mis labios — sólo una y nada más, Sky — gime antes de besarme, antes de fundir su lengua con la mía con una extraña desesperación.

Sus caricias me desnudan, sus labios me roban suspiros y a los segundos me tiene a su merced, debajo de él.

Mis manos lo exploran, mientras sus labios conocen diferentes rincones de mi cuerpo. Él es hermoso, sus carnosos labios me miman en todos los lugares que aterrizan y me hacen gritar de placer al mismo tiempo que mis manos se aferran a su cabellera oscura. Un profundo dolor me parte por dentro, pero sus besos y caricias me informan que sólo será un momento, que todo estará bien, y yo le creo.

—Tranquila, sólo... relájate — me pide con voz ronca y yo lo hago, su lengua juguetea con la comisura de mis labios y me pierdo en ese cosquilleo.

—Ah — gimo cuando él empieza a salir, pero me aferró a él cuando vuelve a clavarse en mí.

Muerdo mis labios y me arqueo más a medida que él repite la operación. A los segundos mis piernas lo abrazan por la cintura y ya no hay sutileza, ya no hay lentitud; ambos perdemos el control. Y yo sólo balbuceo pidiendo más, mientras él me besa con desenfrenada pasión.

Con nuestros cuerpos sudorosos, moviéndonos a una sincronía desesperada, siento que toco las estrellas, que floto en los cielos, y cuando exploto en mi mayor dicha: sus labios se sellan con los míos.

Los movimientos cesan y el aire regresa a mis pulmones, al mismo tiempo que el sueño me invade.

Su mano acaricia mi mejilla, y antes de caer en un sueño profundo, él dice:

—Perdóname, mi amor.

Pero yo no contesto, simplemente me alejo de ese mágico momento que considero como un hermoso sueño.

Los parpados me pesan, sé que es lunes pero agradezco no tener clases hoy, quiero seguir durmiendo, pero un recuerdo me hace abrir los ojos al instante y sentarme sobre mi cama.

Entonces lo veo. Él está aquí, y me mira con fijeza, está totalmente vestido.

Me aferro a mis sabanas y cubro mi desnudez. ¿Qué hacía despierto? ¿No sé supone que tendría que haberme despertado con besos y caricias como en las historias de amor?

—Ya pegué el jarrón.

—Gracias — me sonrojo. No puedo creerlo, él... me hizo mujer.

—Perdóname — levanto la mirada y me encuentro con un rostro lleno de decepción y tristeza. Se ve muy afectado —. Yo... Soy un asco de persona.

Quiero fruncir el ceño pero mi cuerpo no parece poder reaccionar al ver como él sale de la habitación.

—¡Kenneth! — grito molesta pero lo único que escucho es la puerta de mi casa cerrarse.

«Una noche» recuerdo sus palabras y sollozo. Ese cabrón me usó por una noche. Ya ni sé cuál es peor, si él o Brad. Me levanto de mi cama sintiendo el resultado que Kenneth dejó entre mis piernas y maldigo por lo alto.

¡Maldito amor!  historias de amor y madiciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora