Capítulo 1

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Sé que soy un desastre, sé que hice mal en organizar una fiesta aprovechando la ausencia de mis padres y abuelo, pero... no merezco este final, no puedo ser maldecida de esta manera. Es decir, ¿qué será de mí?

—Sky... — me llama mi mejor amiga, Katia —, fue un accidente.

Giro mi rostro como si fuera el exorcista y la fulmino con la mirada. ¿Un accidente?

—Mierda, Katia. No me iba a tomar más de veinte minutos, sólo necesitaba veinte, putos, minutos para perder mi virginidad, y ni siquiera pudiste estar a cargo de la fiesta hasta que llegara a mi habitación — escupí rabiosa y volví a mirar los trozos del jarrón del abuelo, o de la familia, en realidad.

Ese jarrón era de un antepasado familiar, Leonela Stuart, y según todos los relatos que mis padres, tíos y abuelo me contaron: tenía una maldición, una puta maldición que ahora caería sobre mí.

Cuenta la leyenda de que cuando mi tátara tátara tátara abuela se casó, su esposo estaba muy enfermo, y como muestra de amor él le había obsequiado ese jarrón que fue llevado a una "bruja" y donde su alma prevalecería una vez que muriera para estar junto a mi abuela, y cuando ella muriera, su alma también estaría dentro del jarrón.

Mi abuelo, William, me dijo que si algún día alguien llegaba a romperlo, las almas saldrían en diferentes direcciones y una se quedaría a arruinar la vida del culpable por separarla de su único amor.

Si fuera una mujer positiva diría que no fui la culpable, pues yo estaba a punto de perder mi virginidad con Brad, mi novio, cuando eso sucedió, pero el hecho de que el jarrón se rompiera y todo el caos se desatara llevando a que más cosas se rompieran por culpa de los invitados; que la policía llegara a mi casa; que mi novio me terminara; que me llevaran a la delegación por alterar la paz del vecindario a las dos de la mañana, y el imbécil de Kenneth, el hermano mayor de Katia, vaya por mí: me decía que estaba maldecida, que la mala suerte ya se había desatado y mi, muy, antigua abuela me dejaría virgen de por vida.

—Deja de lamentarte y limpia este chiquero — con los ojos llorosos mire a Kenneth, el muy maldito estaba gozando la situación, amaba hacerme miserable —. Sky, no seas ingenua, no existe ninguna maldición — al menos tiene corazón, se ve afectado por mi aspecto.

—Brad se fue, me dejó.

—Ya te dije que Brad sólo quería llevarte a la cama — gruñó Katia y yo sólo quise echarlos de mi casa.

Claro, como mi amiga ya no era virgen y el idiota de Kenneth seguramente se habría tirado a media fiesta, yo ya no importaba.

—Yo quería entregarme a él — lloré con mayor intensidad. Mi novio, el chico más popular de la universidad, aparte del idiota de Kenneth, me dejó por culpa de ese puto jarrón.

Los Brooks suspiraron y siguieron limpiando mientras yo lloraba en el sofá.

Moriré virgen, nunca sabré lo que es el clímax, ¿qué haré? ni siquiera tengo hermanos para ser la tía buena onda.

Katia y Kenneth respetaron mi estado y limpiaron toda la sala, solos, aún con su ropa de fiesta. Todo parecía indicar que Kat ganó tiempo cuando Kenneth fue por mí a la delegación, pero... ¡nada cambiaba las cosas!

—Muy bien — el pelinegro puso las piezas del jarrón sobre la mesita de mi sala —, seguro hay una solución, Sky.

—Kenneth tiene razón — mi amiga me abrazó por los hombros.

—Aunque estoy seguro que estás exagerando — miro al idiota —. Brad es un idiota, simplemente se enojó porque no entró al lugar que quería.

¡Maldito amor!  historias de amor y madiciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora