Capítulo 2

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Nunca creí ni en la buena suerte, ni en la mala suerte. Pero después de todo ese catorce de febrero, pareció que una ola de movimientos en mi contra, se fue hacia mí.

Primero hay una competencia de quien puede enamorar a Harry Anderson, claramente yo me opuse pero esas cuatro chicas eran muy testarudas para entender que a mí, sólo me interesaba una y no estaba en esa competencia, ojalá así fuera. O mínimo saber que existo para ella y no solo ser un maldito que juega con cuatro chicas; porque primero, nunca las busqué y segundo, sólo he tenido dos novias. No es cómo si me hubiera tirado a toda la población femenina.

Soy el alocado, problemático pero tampoco un idiota con las mujeres.

El veinticinco de febrero, intenté volver hablar con Annie, por cuarta vez, fallo monumental. Ella estaba al final de las escaleras, corrí hacia su encuentro pero no contaba con que la sujeta de mi zapato estaba mal amarrada, ocasionando que cayera épicamente por las escaleras, siendo el centro de atención y burla de todos.

No pude ver la cara de Annie Sopp por casi todo un mes después de tal vergüenza y porque tuve que usar yeso en la mano durante tres semanas.

El quince de marzo, intenté volver hablar con ella, sería mi quinta oportunidad, pero de una forma mucho más original y que no podía fallar. Los del equipo me iban apoyar y cuando las animadoras estuvieran apoyándonos para el partido, todos nos quitaríamos la camiseta, dejando ver el mensaje para ella “Date me?”. Pero luego de la gran preparación junto a mis amigos, la chica equivocada salió corriendo a mis brazos.  Mis amigos se burlaron, Annie salió del gimnasio y tuve que invitar a una cita a Ava Davis, para luego aguantar una escena en la clase de cálculo que Holly Reed armó, me estaba reclamando al día siguiente en frente de Annie Sopp. ¿Genial no?

—Oh Harry chulito, no puedo creer que llevas un mes intentando hablar con Annie y nada te sale —suspiré y metí mis libros a mi casillero.

—Ya no sé qué hacer, siempre que lo intento… es como si una fuerza externa o alguien estuviera viéndome y dijera: “Oh, vamos a enviarle una miseria a Harry Anderson”

Jayden rió y nos encaminamos a la cafetería, justo en el instante cuando Annie estaba sola en sus casilleros.

—Espera… espera, ahí está tu oportunidad —Jayden saltó literalmente sobre mí y con sus manos giró mi rostro para que la observara, apachándome mis cachetes y soportando su peso—. Yo creo que el mismo Jesús te está dando esta oportunidad. Vamos —se bajó de mí y yo le tendí mi mochila, empezó hacerme un masaje en los hombros y yo saltaba de un lado a otro como si estuviese en un cuadrilátero. Par de idiotas somos—. ¡Vamos princesa, tú puedes!

Caminé a paso decidido a donde estaba ella, sumergida buscando algo dentro de su casillero. Cuando todo se volvió borroso. La mismísima Annie Sopp me golpeó accidentalmente con la puerta de su casillero sin saber que iba directo a ella. Buena suerte. ¿No?

Dicen que la sexta es la vencida, gran mentira.

* * *

—¿Qué haré contigo Harry Anderson? —crucé mis piernas sobre la mesa y miré fijamente a la directora, jugaba con mi balón de baloncesto mientras trataba de prestarle atención.

—Hacerme ganar el año para no volverme a ver —le sonreí y ella me miró fijamente. No entiendo como Annie Sopp puede tener cara de ángel si es descendiente del mismísimo diablo. A veces pienso que la directora es una bruja y toda la mala suerte que tengo para hablar con su hija, me la lanzó ella con un hechizo. Claro, es lo más lógico de todo. No puede ser que haya fallado tanto con sólo intentar hablarme a una chica.

—Muy graciosos joven Anderson, pero no. Esta vez no has hecho nada malo, no que yo sepa. Te llamé para hablarte algo personalmente.

Que no diga sobre la sexualidad, que no me hable sobre la sexualidad o que si no retomo los buenos caminos, me haré narcotraficante y tendré una vida llena de desdichas.

¡Maldito amor!  historias de amor y madiciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora