¡Maldito amor! historias de amor y madiciones.

Capítulo 2

-¡Abuela! – grito a todo pulmón al llegar a casa, camino directamente a la cocina y la veo moviéndose tranquilamente por el lugar, le encanta cocinar; me siento en una de las sillas de la isla quedando frente a ella y la miro seriamente.

-¿Ahora qué sucedió?

- Por favor, necesito que me cuentes ¿Cómo fue que sucedió lo de la ley? Ya no tengo tiempo para adivinanzas o estúpidas pistas, el tiempo se me acaba, tengo que saberlo y tú eres la única que puede ayudarme – Amelie me miro con una sonrisa en sus labios lo que me confundió.

-¿Por qué quieres saberlo? ¿Para qué te deje leer los libros? – negué con la cabeza.

-No, quiero saberlo porque necesito entender cómo llegamos a donde estamos, de nada sirve leer un montón de libros sobre amor si ninguno de ellos me cuenta la verdad, entendí que los libros, aunque son hermosos, no dejan de ser ficción, y aunque son más que necesarios para soñar y vivir un mundo mejor, antes de entender cuando fueron escritos, es más importante entender porque no es permitido leerlos – la sonrisa de Meli se amplió como nunca antes había visto lo que me emocionó, eso debe ser una buena señal.

Apago la estufa, se quitó su delantal y dejó el limpión a un lado, me tomó de la mano y me llevó prácticamente corriendo hasta la sala, de allí bajamos hacia el sótano y la abuela sacó una linda pulsera de su bolsillo en la que cuelga una llave y con ella abrió la puerta, decir que quede sorprendida es poco, seguro que mi mandíbula rozaba el suelo, era el sótano más hermoso que había visto en toda mi vida.

El suelo estaba completamente alfombrado, era una habitación enorme a decir verdad y las cuatro paredes, desde el techo hasta el piso estaba completamente llenas de libros, si algún día, una persona soñó con tener una biblioteca, seguro que este sería su paraíso; en medio del lugar habían varios sillones con diferentes formas y tamaños, incluso había un enorme sofá cama lleno de cojines, no veía la hora de recostarme allí con un buen libro entre mis manos y perderme en el; al fondo habían vasos, jugos, agua, pastelillos y todo lo que puedas imaginar para estar completamente cómoda.

-Mientras estas encerrada en tu habitación o sales a caminar es aquí donde suelo estar, perdiendo en mis amores literarios, siempre ando muy al pendiente de mantener el lugar con todo lo necesario para disfrutar al máximo – sin duda alguna era cierto, era un lugar maravilloso, muy bien iluminado a pesar de ser tan cerrado, además que poseía el característico olor a rosas que tanto amaba la abuela, seguro que si tenía la oportunidad, jamás saldría de ese lugar.

-Por Dios, esto es maravilloso – susurre encantada, entre al lugar y paseé por las paredes llenas de libros, tocándolos ligera y cuidadosamente como si estos fuera a desvanecerse de un momento a otro, pero es que parecía un sueño hecho realidad - ¿Cómo escondiste esto de las autoridades abuela? Según me dijeron, revisaron casa por casa asegurándose de llevarse todos los libros existentes – ella soltó una carcajada trayéndome de vuelta a la realidad, aunque no dejaba de ver el lugar maravillada, solo que ahora no parecía una estúpida.

-Sí, bueno, debo admitir que tu abuelo puso de su parte, los escondió todos bajo la tierra ¿Cómo? No tengo idea, pero cuando revisaron nuestra casa y yo lloraba amargamente, tu abuelo me mostró que se habían llevado algunos, pocos, unos que estaban repetidos y otros que no eran de mucho interés, protegió todos mis favoritos y además buscó la forma de conseguirme más, ese tipo de hombre es el perfecto, aunque no compartía mis gustos, los disfrutaba a mi lado, los alimentaba, decía que lo único que le importaba era la felicidad que veía en mis ojos cada vez que tenía un libro en mis manos y todas las caras que hacia mientras lo leía, mi amado esposo – la abuela soltó un suspiro de amor - ¿Para qué quieres saber que es el amor, Ámbar? Llevas tanto tiempo esperando encontrar un significado a esa simple palabra que incluso ya dudo que lo merezcas – ahora la que suspiro fui yo.