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Glosario (No le encuentro sentido a poner esto al final de las páginas ¿Como se supone que entiendan si no conocen lo que me invento?):

Cacique: Era el término con el que se designaba a los jefes de las comunas taína de las Antillas (Este término no lo inventé yo):

Argentum Faucet: Animales que tienen la mitad superior del cuerpo como la de un águila y la mitad inferior como la de un ciervo, extremadamente grandes y difíciles de matar, poseen garras y pico tan duros como el hierro y tan brillantes como la plata (Lo inventé).

Leaenis: Mujeres casadas y con hijos que salen de caza. También van a la guerra cuando hay escasez de soldados (Mi versión de las Amazonas).

Graecae: Griego en Latín :v

***

El cielo empezaba a llenarse de colores gracias al amanecer. Todos los habitantes del glorioso Gelida Ignis disfrutaban de la vista con cierta nostalgia mientras cumplían con sus respectivas labores diarias. Los soldados que protegían la seguridad del pueblo se paseaban por las calles montados en sus firmes corceles de batalla vigilando que no hubiese ningún peligro acechando las pacíficas vidas de la muchedumbre que trabajaba copiosamente para el bienestar de la realeza.

Catorce años atrás el reino de Gelida Ignis no existía en esos terrenos, en esos tiempos se encontraba dividido en dos mitades: Los reinos de Rubrum Ignis y Alba Glacies.

El primero era un territorio rico en oro gobernado por el linaje de los Todoroki. Famosos por haber domado dragones en sus primeros años de fundación y haber ganado tantas guerras como les fuera posible tanto antes como después de perder a sus bestias escupe fuego. Avaros y feroces como ningún otro reino, esa era la fama que tenía Rubrum Ignis a lo largo y ancho de todo el país.

El segundo era un lugar lleno de plata y fuentes hídricas liderado por los Kori. Gozaban de una riqueza cultural envidiable, respetados por su habilidad estratégica en el campo de batalla y temidos por su facultad en el manejo de los Shiroi Hebi, gigantescas serpientes de escamas blancas capaces de soportar los inviernos más gélidos y la lava ardiente. Calmados y serviciales de maneras que casi nadie podía igualar, Alba Glacies era un paraíso frío.

Hacía treinta años años había estallado una guerra entre los dos reinos que se alargó por dieciséis años que afectaron más a Alba Glacies que a Rubrum Ignis. Los albiences no estaban acostumbrados a vivir tanto tiempo en constante lucha, por eso los líderes de este se vieron obligados a buscar una manera pacífica de terminar ese conflicto con sus vecinos a través de la charla.

En esos tiempos el rey de Rubrum Ignis había muerto por un latigazo de Shiroi Hebi. Todoroki Enji había tomado su lugar en el trono de inmediato, pero lejos de desear venganza por la muerte de su padre (como todos lo esperaban) dijo a los mensajeros de Alba Glacies que aceptaría gustoso la propuesta de finalizar la guerra que se batían a cambio de que le entregaran la mano de la albience que había controlado al Shiroi Hebi que dio fin a la vida de su padre.

Ambos reinos se escandalizaron por semejante petición ¡Quería casarse con la asesina de su progenitor! Pero los Kori no le dieron muchas vueltas al asunto, si podían recuperar la paz con un simple matrimonio entonces así lo harían. Grande fue su sorpresa al descubrir que aquella mujer que valientemente fue al campo de batalla armada solo son un Shiori Hebi y que decididamente acabó con la vida del antiguo rey de Rubrum Ignis era nadie más y nadie menos que su propia y única hija: Kanashimi Kori.

La joven muchacha se negó rotundamente a contraer matrimonio con aquel hombre al que consideraba la mayor de las bestias, pero luego de que este asesinara a sus padres no tuvo más remedio que caminar por entre la frontera de ambos reinos y entregarse voluntariamente a los brazos de Enji. El matrimonio se celebró de inmediato, la celebración duró treinta días y veintinueve noches seguidas. Un año después nació el hijo de ambos.

Después de eso los reinos se fusionaron conformando el ahora prosperó y respetado Gelida Ignis.

Hacían catorce años que ya no existían Rubrum Ignis y Alba Glacies.

Hacían catorce años todos los Shiori Hebi habían desaparecido proclamándose extintos.

Hacían catorce años que la hermosa reina Todoroki Kanashimi no sonreía.

Hacían catorce años había venido al mundo el gran y misterioso heredero, Todoroki Shoto.

***

El país de Heroibus estaba repleto de reinos fuertes y tribus nómadas que sobrevivían de maneras tan diversas que era imposible conocer con exactitud todas las culturas que hay se encontraban.

A pesar de los historiadores las tribus guerreras habían ido desapareciendo con el tiempo. Pero ni los tratados de paz ni las sanguinarias masacres habían podido llevarse consigo a los Dracones Ardentes, un grupo de guerreros temidos por su ferocidad en batalla y su semblante de bestia. Reconocidos a lo largo y ancho del país por ser el único "gobierno" que aún controlaba dragones de todo tipo.

Vivían bajo la ley del más fuerte, constantemente cambiaban de jefe. Saqueaban pequeños pueblos y grandes reinos, una vez que le ponían el ojo a algún territorio no había poder humano (ni casi divino) que pudiera impedir sus planes. Haciendo uso de su rico conocimiento en lucha y sus bien entrenados dragones iban y venían por ahí imponiendo sus deseos a todos aquellos desafortunados que poseían algo que les interesaba.

El actual cacique de los Dracones Ardentes era un joven de quince años llamado Katsuki Bakugou. Impulsivo y salvaje, con complejo de superioridad y talento innato para la batalla. Había conseguido el máximo puesto en su tribu luego de rebanar el cuello de su propio padre en medio de una acalorada discusión que habían comenzado luego de que el menor se negara a tomar como esposa a la hija del soberano de un pequeño reino que acababan de saquear. La chica apenas tendría unos once años de edad.

"Si tu no quieres hacerla tu esposa entonces lo are yo" Fueron las últimas palabras pronunciadas por Masaru antes de que el afilado colmillo de Argentum Faucet que su único hijo guardaba en su primitivo cinturón como cuchillo cortará su garganta de extremo a extremo en un parpadeo, muy limpiamente.

La tribu no se sorprendió por la acción del muchacho. Dos años atrás Masaru había matado a su primera esposa, Mitsuki, cuando esta intentó envenenarlo. Las razones del mutuo deseo de asesinato no eran muy claras para la tribu, aunque la mayoría de leaenis aseguraba que se debía a la gran cantidad de esposas secundarias que tenía Masaru. Fuese lo que fuese, ambos estaban muertos y su hijo era ahora el cacique.

Los veintitrés medio hermanos (menores y mayores) que poseía Bakugo habían tratado de matarle para hacerse con su título, pero este fue más rápido y los despachó a todos igual que a su padre. Desterró a sus madres secundarias y ordenó, con el típico griterío de un buen cacique de Dracones Ardentes, marchar hacia el suroeste donde había nacido la leyenda de hermosas criaturas de cuerpo alargado, escamas tan blancas como la nieve y más duras que el hierro, de pequeños ojos azulinos con pupilas amarillas y alargadas, piedras similares a los zafiros incrustadas en sus cabezas simulando delicadas tiaras, también ubicadas en sus colas útiles para cortar lo que fuese de un latigazo, y colmillos tan grandes y afilados como las garras de un grifo Graecae.

Bakugo era un amante de las criaturas fantásticas que merodeaban su mundo.

¡Deseaba batirlas a todas!

Iría por aquellas que no habían sido vistos hace catorce años.

¡Como quería encontrarlas!

¿Quién no querría ver de nuevo un Shiori Hebi?

The prince and the beast #BNHAwards18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora