XI

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Glosario:

Banshee: Son espíritus femeninos que, según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus gritos la muerte de un pariente cercano. Son consideradas hadas y mensajeras del otro mundo (Copia-Pega de Wikipedia).

***

Bakugou estaba parado al pie de aquel Baobab con los rojos orbes clavados en la maraña verde llena de florecillas rosas. Recordaba perfectamente la primera vez que fue a ese lugar; su padre buscaba que una bruja le ayudará con una extraña enfermedad que sus Hira no le habían podido sanar. Una hermosa mujer de larga cabellera castaña se ofreció a ayudarle con una sonrisa en el rostro: Mágica y de gran corazón, esa era la imagen que Bakugou guardaba de aquella bruja.

Uraraka era por lejos la única mujer que le había hecho sentir deseos de conocer el amor que tanto profesaban algunas personas, pero Bakugou tenía claro, en su retorcida mente, que jamás haría nada para conquistarla o llevarla consigo. La primera vez que la vio ambos eran muy pequeños, y él estuvo cerca de pedirla a su padre, pero luego de presenciar la desgraciada vida a la que fue sometida la madre de esta por volverse esposa de su padre se prometió a si mismo que nunca haría sufrir a una mujer de esa manera.

No aplicaba igual con hombres, pero bueno, no se sentía atraído por nadie que no demostrara tener un espiritu fuerte.

- ¡¡URARAKA!! No me hagas esperar ¡Mierda! ¿No ves que llevo prisa?

La chica se deslizó por el grueso tronco del Baobab hasta llegar al suelo, llevaba uno de esos vestidos color crema comido en los bordes y sujetado en la cintura por una cuerda vegetal, con su mano derecha sujetaba un alargado y curvado bastón de madera, quizás de caoba o manzano... ¿O de cerezo? Lo que fuera, igual debía ser mágico.

Bakugou extendió su macabra sonrisa mientras Ochako le miraba con el ceño fruncido - ¿Que quieres?

- ¡Así! Hablame como si pudieras matarme, me encanta ¿Te sientes superior?

- ¡Puedo matarte si me lo propongo! - Le respondió la joven bruja con cierto fastidio. Odiaba ese rostro tan parecido al de Masaru.

- Bien, bien, nos batiremos el día que tengas descendencia, sería una lástima desperdiciar esos genes.

- Di que quieres y vete.

El joven cacique ladeo su cabeza divertido ¡No había nada mejor que provocar la rabia en una mujer bonita! Se volvían fieras - Explicame como hace un Kori para llamar a un Shiroi Hebi.

Uraraka parpadeo confundida para luego volver a su expresión desconfiada - ¿Para?

- Dímelo o te haré mi esposa.

- Un Kori silba una melodía que suena como el canto de la Banshee para llamar a un Shiroi Hebi en especial, solo acudira uno, que se supone es el leal a la familia.

Una estruendosa carcajada de parte de Katsuki le arrancó un escalofrío a Uraraka en toda la columna vertebral - ¿Como una Banshee? 

- A veces también puede sonar como el canto de una sirena - Agregó la bruja aferrando más fuerte sus dedos alrededor de su bastón mágico. Si aquel salvaje intentaba algo le mandaría a volar con un huracán.

Bakugou asintió antes de pedirle a la joven bruja que preparara unos brebajes para llevar. Se negó rotundamente a mostrarle el Kori que había atrapado, obviamente Ochako no insistió; los problemas de Dracones Ardentes no le concernían ni un poco.

***

En el reino de Weisheit se sentía la pesada tensión que la reina había traído con ella. Todos los doce miembros del consejo real murmuraban cosas entre ellos mientras su soberana mantenía la mirada baja, aún no había podido conciliar el sueño ni por un minuto.


En la salida del reino revolucionario, La Mano terminaba de pagarles 500 kin al cazarrecompensas y a su esposa por ayudarles a ella y a su reina a llegar sanas y salvas a sus terrenos. Pero mientras Tokoyami contaba el dinero y Tsuyu terminaba de alimentar al Burrakubado Ibara enlazaba sus dedos planeando una movida discreta.

- ¿Podría abusar un poco más de vuestra amabilidad y pedirles otro favor? - Preguntó lo más cortés que pudo una nerviosa Shiozaki, normalmente no actuaba a espaldas de Momo, pero como La Mano de Weisheit poseía el poder para hacer tales cosas.

- No le llame favor cuando nos paga por ello - Respondió Fumikage guardando las doradas monedas en una bolsita de cuero que oculto en el interior de su capa.

- Necesito que me ayudeis a encontrar una tribu de salvajes - Confesó la chica de cabellos verde-espinosos mientras humedecía su labio superior con la lengua.

Tsuyu miró a su esposo meditar, luego de unos minutos este la miro a ella y volvió su vista a la chica - Lo siento, no arriesgare la vida de mi mujer en una misión de semejante calibre.

Shiozaki asintió comprensiva, no insistiría sabiendo de antemano lo peligrosos que se volvían ese tipo de hombres cuando algo amenazaba la estabilidad de sus familias, que por lo poco que sabía les era muy difícil emparejarse con personas de manera estable... Nadie quería pasar por una vida tan peligrosa.

- Podemos enviarles a alguien de confianza para que les ayude, Ribbit - Ofreció Tsuyu mientras inclinaba su cabeza para ver que la silla de montar del Burrakubado estuviera bien sujeta.

Ibara sonrió ampliamente mientras juntaba sus manos por sobre su pecho en forma de agradecimiento - Sería estupendo si pudierais hacer algo así.

Tokoyami asintió mientras le hacía un ademán a Tsuyu para que le hiciera el favor de sacar al animal alado junto a la carreta para partir de vuelta a Ningen No Kaeru - En unos tres días estarán aquí un dúo de cazarrecompensas, le recomiendo no darles rienda suelta en el interior del reino ni darles mucha confianza, sea firme cuando les hable, de lo contrarió no la tomaran en serio... Y no lo tome a mal, no es que yo desee traerle problemas, pero ellos son los únicos locos que conozco que aceptarían poner sus cabezas en semejante trabajo por un poco de oro.

- No se preocupe, agradezco vuestra ayuda.

- No le llame ayuda cuando nos paga por ello - Fueron las últimas palabras de Tokoyami antes de irse con su esposa al pequeño poblado donde no solo la había conocido sino que también se había vuelto su hogar.


Tres días después una pareja de cazarrecompensas llegó a la entrada sur del reino de Weisheit con una sonrisa de oreja a oreja... Hacía mucho nadie les contrataba.

- Jirou ¿Cuanto crees que nos paguen? - Preguntó un rubio muy sonriente mientras acomodaba su sombrero.

La chica simplemente levanto los hombres haciendo rechinar un poco su armadura - Lo que sea Kaminari, no puedo vivir de tu estupidez para siempre.

The prince and the beast #BNHAwards18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora