XXV

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Glosario:

Tamaki Amajiki: Un chico de tercer año que forma parte de los tres grandes.

Ninfa: Divinidad menor de la mitología grecolatina que habitaba en las fuentes, los bosques, las montañas o los ríos.

Napeas: Ninfas de valles de montañas y cañadas.

Ser un dragón era una experiencia que a Kirishima le costaba trabajo explicar con exactitud ¡La adrenalina parecía recorrerle cada poro mientras surcaba los cielos! Exhalar fuego tenía una sensación gratificante en la garganta que le fascinaba rep...

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Ser un dragón era una experiencia que a Kirishima le costaba trabajo explicar con exactitud ¡La adrenalina parecía recorrerle cada poro mientras surcaba los cielos! Exhalar fuego tenía una sensación gratificante en la garganta que le fascinaba repetir a cada oportunidad, la percepción del mundo a través de sus dorados ojos era tan pura y a la vez corrupta que no se cansaba de apreciar cada mínimo detalle de su alrededor.

Recorrió un largo terreno antes de llegar a un pequeño valle en la inmensa cordillera de La Grande Queda De Neve, se detuvo a beber agua pensando en qué lugar podría encontrar alguna criatura mítica de apariencia humana. Estos seres tendían a no intimar demasiado con manipuladores sanguíneos de bestias fantásticas, como los Kori con los Shiroi Hebi.

Un pequeño ruido fue captado por sus oídos, algo empezaba a emerger de las aguas cristalinas de aquel valle, más no era nada peligroso teniendo en cuenta que su instinto asesino seguía tan calmado como las nubes en el cielo. Una delgada figura cubierta por abundante tela blanca que parecía inmune a la humedad del agua salió grácil de entre el líquido puro.

El sentido animal de Kirishima observó fascinado la belleza de aquella criatura tan silenciosa, esa sutileza que usaba para alejarse de él solo podía pertenecer a una ninfa o a algún derivado de esta.

¿Había mencionado antes que le fascinaban las ninfas y sus derivados?

En la penumbra de aquella adornada habitación el cabello verde de Ibara resaltaba como una estrella en medio de la nublada noche de tormenta

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En la penumbra de aquella adornada habitación el cabello verde de Ibara resaltaba como una estrella en medio de la nublada noche de tormenta. Momo llevaba toda una vida al lado de aquella señorita, y no había sido hasta el momento de asimilar su posible muerte que había notado lo mucho que le importaba.

Ibara por su parte quería largarse a llorar ahí mismo, había sido educada por su madre para servir lealmente a su alteza la reina hasta el final de sus días sin perderla jamás de vista, velar por su bienestar y su alegría era, en parte, su razón para vivir.

The prince and the beast #BNHAwards18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora