Psi

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Está mañana mamá viene a despertarme como siempre pero yo no pude dormir en toda la noche. Estaba pensando en lo que sucedió con el profesor Maks y con Joel. Tampoco tuve el valor de decirle todo eso a mis padres, pero estoy segura de que me castigarán por un mes.

–Cam, ya estás despierta. –mamá se sienta en el borde de la cama y acaricia mi cabello –¿Qué pasa? –me pregunta suavemente. Estoy segura que notó mi cambio de ánimo gracias a mi olor.

–Tengo algo que decirte. –murmuro sentándome en la cama. Ya estoy lista.

Perspectiva de Maksim~~~~~
Estoy arruinado, en la calle. ¿Cómo no pude controlarme? Soy beta, me dejé dominar por mis instintos y eso es inconcebible. Sólo es cuestión de tiempo para que el director lo sepa y me eche a patadas.

–Nah, no es tan grave. –hablo mirando el vaso que tengo en mi mano. Usualmente no bebo pero ahora ya no me importa nada. Voy a ser despedido.

Además tengo algo que celebrar. Es mi cumpleaños y, como todos los años, compré un muffin como el que mi madre solía hacer en esta fecha.

Coloco una pequeña vela en el centro del muffin y lo miro en silencio, esto es como una especia de tradición, como mi padre siempre guardaba todo el dinero y no quería gastarlo en algo tan insignificante como mi cumpleaños, mi madre hacia en la no...

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Coloco una pequeña vela en el centro del muffin y lo miro en silencio, esto es como una especia de tradición, como mi padre siempre guardaba todo el dinero y no quería gastarlo en algo tan insignificante como mi cumpleaños, mi madre hacia en la noche uno de estos y le colocaba una vela en el centro. Así era hasta que él nos descubrió y lastimó las manos de mamá a propósito.

–Que recuerdos. –murmuro suspirando, ese mismo suspiro apaga la pequeña llama de la vela y no tuve tiempo de pensar en algún deseo. Pero es el mismo de siempre; olvidar el pasado y seguir adelante.

Todo esos recuerdos son como un enorme ancla que no me deja avanzar, y ahora tengo mucho más problemas. Vuelvo a encender la vela y esta vez pienso en otro deseo, uno más simple.

–Sólo quiero un cumpleaños diferente. –murmuro para luego soplar la llama. No tengo esperanzas de que mi deseo se cumpla, es decir, llevo más de 20 años deseando una familia como el resto de las personas y nunca se cumplió. Río ante todas las estupideces que pensé y también porque me encuentro hablando solo.

¡Toc toc!

Golpean la puerta y el sonido retumba en mis oídos como si fuera un ruidoso taladro –¡Ya voy! –grito cuando escucho el molesto sonido de nuevo. De mala gana camino hacia la puerta y la abro para encontrarme con esa pequeña omega de cabellos castaños y ojos mieles.

–Buenos días profesor. –habla mirándome a los ojos. Entonces yo retrocedo rápidamente hasta que mi espalda choca contra la pared más cercana. Otra vez no.

–No te acerques, Cam. –le ordeno al ver que da unos pasos hacia adelante. Su olor a dulce llega a mi nariz y los recuerdos de ese horrible momento en las duchas vienen a mi mente. Todavía no puedo creer lo que estaba a punto de hacer, si no fuera por Yarel...

Versión OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora