La huella de sangre

297 37 0
                                    

Me vestí para comenzar un nuevo día. Pensé que si me apresuraba con mis quehaceres podría visitar de nuevo el jardín de estatuas. Me estremecí al recordar la noche anterior. Esta vez no me olvidaría del sol por ningún motivo.

Mientras trenzaba mi cabello viendo por la ventana, desde donde podía ver el jardín de estatuas. Me di cuenta de algo que no había visto el día anterior.

En la ventana... había... ¿sangre?

Era muy poca, apenas una huella en el marco, pero no me cavia duda de que era sangre.

Di un paso atrás sobresaltada. Pensé que tal vez alguien se habría cortado cerca la ventana y la habría manchado. Si, las mujeres solemos coser frente a la ventana o cosas por el estilo.

Calme mi mente al pensar aquello y salí de la habitación dispuesta olvidar el suceso de la noche anterior.

Esta vez no pude evitar mi curiosidad y le pregunte a Margared por el conde.

Ella me miro un segundo algo indecisa.

-¿Qué sucede con él?

-¿Le subes la comida todos los días?

-Oh... sí, claro. Él, casi nunca baja. Prefiere... cosas más simples.

-¿Simples?

-Y ahora, deja de estar de chismosa y vete a tus labores.

Al parecer le había simpatizado a Mergared. Me dijo que las personas trabajadoras solían simpatizarle, supongo que le agrade desde un inicio. Al igual que ella a mí.

Por el contrario cada vez que me encontraba con Hernán este me miraba con repulsión. Margared me dijo que debía ignorarlo y con el tiempo se acostumbraría a mí.

Yo más bien comencé a evitarlo.

Decidí no contarle a nadie, y por nadie me refiero a Mergared pues era la única persona con quien podía hablar, lo que había sucedido la noche anterior. Uno: porque significaría admitir que había roto una de las reglas y dos: porque pensaría que estoy loca.

Así pues decidí ignorar mis temores y ese día subí a mi habitación antes de que el sol se pusiera. 

La mansión PontiackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora