La sombra en al habitación

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Desperté exaltada, había algo en la habitación con migo.

Me senté cubriéndome con las sabanas hasta el cuello tratando inconscientemente de poner una barrera entre lo que sea que fuera esa cosa y yo.

La oscuridad era tan espesa que no vi nada por ninguna parte, sin embargo, podría escuchar su respiración, fuerte y pausada.

Mire hacia la puerta esperando verla abierta o incluso destrozada pero estaba intacta, incluso con la viga impidiendo que se abriera. Cualquier cosa que fuese lo que se encontraba con migo esa noche, había tenido que entrar por la ventana.

El miedo me impidió hablar, no sabía en donde estaba aquel espelúznate ser, escuchaba su respiración un segundo en la esquina derecha de la alcoba y otro cerca de la cama, como si se moviera, como si tratara de decidir cuál era el mejor punto desde el cual atacar.

De pronto lo vi, una sombra aun más espesa que la prominente oscuridad. Era la misma que la de la biblioteca, estaba segura. Pero esta vez no podía correr. El mismo temblor de aquel día me invadió. Podía sentir el sudor frío recorriendo mi espalda.

Cerré los ojos fuertemente y tome la cruz que colgaba de mi cuello. Comencé a orar, primero en silencio y después más y más alto. La sombre se retiro, primero se limito a observarme desde la esquina de la habitación, después, salto por la ventana.

Estaba segura de que se había ido a pesar de que lo hizo sin hacer el menor ruido pues la aprensión se fue con junto a él.

Me levante temblorosa para cerrar la ventana con rapidez.

Aun temblando volví a la cama, agradeciendo a Dios el seguir con vida. Estuve atenta a cualquier movimiento que me alertara que siguiese por ahí, intentando entrar de nuevo, pero lo único que se escucho fue el chillar de una pobre oveja a lo lejos.  

La mansión PontiackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora