A la mañana siguiente el miedo que me había paralizado por la noche se había despejado, gracias a Margaret a mi lado y al sol en lo alto. Aun así, yo estaba decidida a terminar con esto. Quería irme a casa, quería dejar de sentir temor.
-Niña, ¿de verdad piensas irte solo por un mal sueño? – pregunto Margaret con las manos en las caderas.
-Margaret, no fue un sueño. Estoy segura de lo que vi.
-Solo piénsalo. Una mujer flotando del otro lado de tu ventana. Suena ridículo.
-Se como suena. Pero es lo que sucedió.
Margaret bufo, restándole importancia al asunto.
-He vivido aquí toda mi vida y jamás he presenciado absolutamente nada extraño.
Ambas nos volvimos hacia el umbral de la puerta del comedor. Ahí estaba el conde, de pie, siempre tan gallardo, con esos ojos que me recordaban a los de una muñeca. No transmitían ni un ápice del más mínimo sentimiento.
Baje la cabeza, avergonzada de pronto.
-No dejes que la casa te asuste, es más vieja que todos nosotros juntos y es algo escabrosa, pero te acostumbraras. Porque te quedaras ¿cierto? Sería una pena tener que despedirnos de ti Julia.
La mirada del conde era azul celeste. Fría... pero había algo ahí que... que no lograba identificar.
¿Has visto alguna vez una obra de teatro de terror? Yo vi una, una vez que una trova paso por el pueblo, mamá nos llevo a verla... mi madre, ella siempre quiso darnos lo mejor: educación, oportunidades. A ella le gustaba el arte y nos la inculcaba cada vez que podía, desgraciadamente mi padre era todo lo opuesto a ella y nos hizo ser simples granjeros y criadas... nos hizo agachar la cabeza... nos hizo ser victimas...
Aun recuerdo aquella obra... en determinado momento la chica escucha escandalera, y se levanta, tratando de averiguar que sucede. Todos los espectadores gritamos al unisonó un sonoro: ¡No!
Yo estaba desesperada, trataba de ayudarla, de advertirle... pero ella no escucho. Ella fue directo hacia el mal que la acechaba.
Hoy me siento de nuevo como aquella vez. Este es el momento en el que grito: ¡No! ¡Huye! ¡Corre y no mires atrás! ¡No mires sus ojos! ¡No confíes en nadie!
Y este es el momento en el que... en el que Julia no me escucha... en el que Julia se levanta... y se dirige justo a la trampa.
Salí al jardín. Hernan removía la tierra con una pala. Decidí que Margaret no me ayudaría con esto y el conde no era una opción, así que el único que me quedaba era él.
Me pare a su lado y fingí ver el jardín.
-Después de un momento él dejo de apalear y me miro.
-¿Qué quieres?
-Saber que le paso a la antigua criada.
Ni siquiera lo mire, simplemente solté las palabras que tenia atravesadas en la garganta desde la noche que había llegado a la mansión Pontiack.
Hernan clavo la pala en la tierra suelta y me miro.
-¿Por qué gritabas anoche?
-Yo... creo que la vi.
Decidí obviar el hecho de que había escuchado mis gritos y no había corrido a socorrerme.
-Niña... - soltó un suspiro cansado – no se supone que yo hable de eso.
-¿De qué? – Al ver que no respondería trate con otra pregunta - ¿Estoy en peligro Hernan? ¿Debería irme de aquí?
-Es muy tarde ahora... - comenzó con la tierra de nuevo mientras en mi interior el pánico llegaba en forma de lagrimas. – Te dije que siguieras las reglas al pie de la letra...
Algo en mi interior se rompió. No tenía escapatoria...
-Me iré entonces.
Hernan negó con la cabeza.
-Te lo dije, ahora es demasiado tarde.
Entonces lo vi... entre la tierra que Hernan removía... había un cadáver.
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La mansión Pontiack
ParanormalJulia llega a trabajar a la mansión Pontiack, y para una chica de campo, con siete hermanos pequeños, sin estudios, sin dote, sin más futuro que la tristeza y la pobreza, venir a trabajar a una casona como esta era a lo mejor que podía aspirar. O e...