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Luego de nuestra opulenta cena de bienvenida todos nos dirigimos a nuestras habitaciones. Las luces se apagaban a las siete treinta de la noche, aún era temprano. Al llegar a mi cuarto Will ya estaba ahí. Aún vestido, tecleaba en su celular tendido sobre su cama.

—Ethan —me saludó.

—Hola, Will —contesté.

—Adivina qué —dejó a un lado brevemente su celular para hablarme.

—¿Qué? —caminé hasta mi cama y me dejé caer de espaldas, exhausto.

—Volví a hablar con Valerie— sonrió, abrazando su almohada.

—¿Ah sí?

—Sí, y la invité a salir.

—Bien por ti —le dije tímidamente—. ¿Con ella hablas ahora?

Asintió, mirándome con los ojos brillantes.

—¿Tú tienes algo qué contar? —me preguntó con curiosidad.

—Hay profesora nueva de Literatura, me dejó una tarea —dije con vivacidad.

—¿Eso es bueno?

—Me gustan las tareas de Literatura —me encogí de hombros mirando al techo con una sonrisa tranquila.

—Oh, en ese caso... —se desperezó y pasó una mano por su melena.

Nos quedamos por un momento en silencio. Él respondió un mensaje y yo me quité las zapatillas.

—¿Conoces a la amiga de Val? —me preguntó de pronto.

—¿A quién, Marie? —contesté.

—Sí, Marie O'Malley.

Cómo no conocer a Marie. Cualquiera que conociera a Valerie Mitchell la conocía a ella.

Marie era bajita, muy bajita y de contextura intermedia. Tenía la piel canela y una inocente nariz delicada y respingona. Usaba lentes con monturas de color azul noche y tenía una larga cabellera ondulada y voluminosa color castaño oscuro que siempre llevaba o suelta o atada en una coleta baja. No existía otro peinado para Marie.

Valerie y Marie eran, además, mejores amigas inseparables.

—Sí, ¿por? —dije.

—Pues... no sé... ¿te parece bonita?

Ya me comenzaba a dar cuenta de por dónde iba el asunto.

—No lo sé —respondí directamente—, ¿por qué?

—Porque... se me había ocurrido que tal vez... no estaría mal una cita doble...

Estampé la mano contra mi frente.

—¡Solo piénsalo! —rio ante mi reacción.

—No tengo nada qué pensar, Will. No-gracias —le dije.

—¿Pero por qué? —inquirió, arrastrando la última palabra.

—Porque no —dije.

El ingenio comenzaba a abandonarme.

—¿No somos amigos? —me preguntó.

—Claro que sí, pero...

—¿Y por qué no quieres explicarme?

—Es que...

—Por favor...

—Will.

—Por favor, por favor, por favor...

All I need is you © [AINIY #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora