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A la mañana siguiente Will estaba tan callado que de inmediato comencé a presentir que algo no andaba bien. El problema era que no tenía idea de qué podía estar mal, si hasta el día anterior todo iba de la manera más normal del mundo.

¿Habría tenido que ver con la noche anterior?

No podía recordarla muy bien. Es decir, sí, un poco, pero no tan claramente como lo haría en cualquier otro caso. Todo era confuso... aunque yo no recordaba haber hecho nada para molestarlo.

—Will... ¿estás bien? —le dije, antes de salir de la habitación.

Había tenido que reunir toda mi fuerza de voluntad para preguntarlo. Tal vez no quería conocer la razón de su actitud.

—Yo... bien —masculló, dándome una leve sonrisa—. Un poco cansado.

No parecía cansado. Más bien dubitativo o extraviado. No sabía si seguir insistiendo, porque temía empeorar las cosas.

—¿Seguro? —dije de todos modos, retorciendo mis dedos.

—Sí —confirmó—. De hecho... creo que saldré esta noche.

Eso no era necesario.

—¿Ah sí? —pregunté de la manera más casual que fui capaz de fingir.

—Sí... con Val, ya sabes —dijo distraídamente.

—Oh, claro —dije.

Claro que lo sabía. No tenía que recordármelo.

—Bien, eh... creo que ya debo irme —titubeó.

Nunca lo había oído dudar y eso era algo que me hizo pensar en que nadie estaba libre de nada.

—Hasta luego —mascullé.

Fue la primera vez en todo el año que no salimos juntos de la habitación. Will ni siquiera nos acompañó en el almuerzo, solo llegó para preguntar si nos importaba que por ese día se sentara con Valerie y Marie y se retiró luego de que Johanna le dijera que no había problema.

Yo enterré el tenedor en una fresa de mi ensalada y saqué distraídamente mi celular. Había un mensaje de mi madre diciendo que mi padre y el de Will estaban haciendo ya planes para navidad, y uno de Wash, un compañero del refugio que me daba noticias. Al dejar el celular en la mesa me di con la mirada de Johanna fisgoneando en mi rostro.

—¿Qué? —dije.

—¿Y a ustedes que les pasa? —preguntó.

—¿Por?

—¿Se pelearon o qué?

—¿Por qué? —reiteré.

—Habría que ser idiota para no notarlo.

Tragué saliva.

—¿Pasó algo?

Suspiré hondamente antes de contarle. Le conté lo de la noche anterior, del whisky y la risa, del mareo, la caída y el sueño.

—¿Está así desde entonces? —inquirió ella luego de mi relato.

Asentí con la cabeza.

—Siendo sincera no sé qué puede haberle pasado —arregló un mechón detrás de su oreja.

—Ni yo —suspiré.

Tenía una distraída mirada sobre el rubio sentado en una mesa lejana junto a Valerie, con el brazo rodeando sus hombros, y riendo por primera vez en el día. Riendo, cosa que yo mismo no había logrado.

—No lo mires. Califica como masoquismo —llamó mi atención Johanna.

—Ya lo sé —susurré, volviendo lentamente mi mirada.

All I need is you © [AINIY #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora