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El jueves por la noche, Will estaba de nuevo listo para la aventura. Había optado en esa oportunidad por unos jeans negros y una camiseta blanca sencilla con la palabra "Minessota" impresa en letras rojas.

—¿Cómo me veo? —me sonrió.

Yo ya me había acostumbrado a que me consultara acerca de su atuendo, aunque no tenía muy claro si lo hacía tan solo por costumbre o porque de verdad confiara en mi opinión.

—Te ves como un perfecto y muy atractivo transgresor a las reglas —arqueé una ceja escépticamente.

—Ya hablamos de esto, Ethan... —suspiró.

—Ya, no soy tu esposa para que vengas a darme explicaciones —gruñí.

Hubo silencio luego de esa frase, y me arrepentí de inmediato de haberla dicho.

¿Por casualidad no se te ocurrió una referencia más incómoda, Ethan?

—Ya sabes a lo que me refiero, idiota —me defendí.

—Sí, lo sé —rio—. A que soy irresistible, no tienes que decirlo.

Le lancé una almohada y él la esquivó entre carcajadas. Llevábamos ya tiempo atacándonos a punta de almohadazos, así que nuestros reflejos se habían vuelto buenísimos.

—Volveré temprano —canturreó, tomando su casaca favorita, una de cuero negro con onda retro muy bonita.

—Da igual —refunfuñé.

—¡Te amo, dulce, linda y recatada esposa! —me gritó desde la puerta, conteniendo las risas.

Me ruboricé de una manera diferente, aunque no comprendí por qué.

—¡Quiero el divorcio, irresponsable e impulsivo esposo! —contesté de todos modos.

Entre carcajadas, Will abandonó la habitación y me dejó ahí, solo y nuevamente preocupado. Sin embargo, caso contrario a la última vez, conseguí dormir muy pronto.

***

Cerca de las once treinta de la noche, un ruido cercano a mi habitación me despertó. Cuando estuve lo suficientemente lúcido pude reconocer el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose... a un par de puertas de la mía.

Me incorporé de inmediato y contemplé la otra cama. Vacía.

Will todavía no había llegado, maldición...

La puerta que a continuación se abrió y se cerró, fue la de al lado.

Maldita sea.

La última vez que algo así había pasado, había sido el año anterior. Había sido la última requisa del director Anderson, y tres estudiantes habían resultado expulsados del internado por no haber sido encontrados en sus habitaciones a altas horas de la noche.

Y Will no estaba en su cama. Perfecto, lo que me faltaba.

Rápidamente me levanté de mi cama y corrí a la de él. Tomé mis propias almohadas y las coloqué en la cama del rubio, tratando de simular la silueta de un cuerpo humano. Las cubrí con sus sábanas e intenté formar un cuerpo lo más creíble posible. Sudaba a más no poder. La desesperación me consumía.

Cuando comprendí que no podía hacer nada mejor, corrí hacia mi propia cama al tiempo que la puerta de al lado se cerraba.

Me cubrí hasta el cuello con la sábana y me coloqué mirando a la pared, de espaldas a la puerta. Fingí una respiración profunda y pausada, y mi corazón se saltó un latido cuando sentí la puerta abrirse bruscamente. Sin embargo, no evidencié mi sorpresa, se suponía que estaba durmiendo... incluso calmé los temblores de miedo de todo mi cuerpo, me sometí al terror indescriptible...

All I need is you © [AINIY #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora