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William Robinson cumplió su palabra. Es decir, no es que no lo hiciera usualmente... bueno, en realidad sí, ese idiota era un niño grande.

Pero lo hizo. Lo primero que hizo al terminar el día, fue dejar a Valerie. Fuimos juntos, en realidad. Will llamó a Valerie a un lado alejado del comedor, a la hora de la cena. Por indicación suya los seguí y me agazapé en un rincón en el que ninguno de los dos podía verme. Yo le había dicho a Will que eso no era necesario, pero él había insistido en que yo tenía que verlo.

—¿Qué pasa, Willy? —sonreía Valerie—. ¿Para qué me has traído aquí?

Acto seguido se acercó a Will y deslizó coquetamente sus manos por las fornidas costillas del rubio, pero él las apartó con delicadeza y cortesía.

Sinceramente lo que pasara con ella me tenía bastante sin cuidado, pero eso no impidió que un nudo gigantesco se formara en mi garganta cuando vi lo que vi.

—Val, yo creo que... tenemos que terminar.

De la bonita cara de Valerie desapareció de repente la sonrisa.

—¿Qué dices?

—Mira Val... tú eres muy hermosa, eres lista, y divertida. No es algo que tenga que ver contigo.

—No, naturalmente no tiene que ver conmigo, ¿qué es lo que pasa contigo? —espetó ella.

Will se quedó sin palabras, bajando la mirada como si se tratara de un niño recibiendo un regaño que sabía que se merecía.

—¡Anda, habla! —prosiguió ella. Nunca la había visto así de alterada—. ¿Qué diablos ocurre?

Will volvió a mirarla, pero no pronunció ni una sola palabra.

—Hay alguien más... ¿no?

El rubio abrió la boca para decir algo, pero la cerró, evidentemente sin hallar las palabras adecuadas.

—¡Es eso! —chilló la azabache—. ¡Es eso, maldito idiota, has conocido a alguien más y por eso quieres dejarme ahora!

—Val...

—¡Val un carajo! —dijo. Vaya, la verdad nunca la había oído hablar así. Nunca en la vida—. ¿Pero cómo es que te atreves a dejarme, maldito? ¿Y quién es, eh? ¿Quién es esa? ¿Es más bonita, más divertida, qué hace para que te quieras ir corriendo tras sus faldas como un completo imbécil? De seguro es alguna zorra que no esperó nada para irse a revolcar contigo...

—Valerie —insistió Will.

—Porque ya lo hicieron, ¿verdad? —graznó ella, ignorando al rubio por completo—. ¿Entonces lo hace mejor que yo, es eso? ¡Maldita zorra regalada! Pero claro, no le hizo falta nada más que meterse en tu maldita cama para que quisieras ir corriendo tras ella, ¿cierto? Es una puta, una maldita zorra, maldita...

—¡Valerie! —exclamó Will—. Val, las cosas no fueron así, déjame explicarte lo que...

—Tú y esa zorrita pueden irse a la mierda —dijo finalmente.

No podía creer que estuviera verdaderamente presenciando esa vergonzosa escena, pero de una cosa sí estaba seguro: nunca en la vida me habría podido imaginar que la dulce princesita Valerie pudiera llegar a ser tan grosera. Sin embargo, analizando todas y cada una de las palabras que ella había dicho, pude estar bastante seguro de una sola cosa.

Will había herido más su orgullo que sus sentimientos. Y, según yo, la tremenda bofetada que le dio fue una prueba de ello.

La azabache se retiró del lugar dando grandes zancadas, ligeramente despeinada y con las lágrimas de frustración y rabia saltándole de los ojos. Una vez que estuve seguro de que se había ido, salí de mi escondite para darle el encuentro a Will.

All I need is you © [AINIY #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora