Cuatro

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Sam se acercó cautelosamente a Dean, el cual permanecía recostado en la cama, rojo, sudoroso, mandíbula y puños apretados.

—Dean, ¿puedes levantarte?— Este como respuesta relajo un poco su cuerpo y miro a todos lados.

—¿Qué?—

—¿Puedes levantarte?—

Tras un segundo de duda asintió:

—Si, podría, si me quitarás las esposas—

—Maldición— Sam recordó que Cass no había dejado las llaves. Instintivamente, palpando su bolsillo sintió un bulto y al revisar dentro se encontró con las llaves. Se desconcertó un poco pero le restó importancia encogiendo levemente los hombros.
Con movimientos precavidos soltó las esposas.

Cuando esté estuvo libre, desató los pañuelos y se sobó las muñecas, aunque no había daño.

Se levanto rápidamente y tras darle una palmadita en el hombro a Sam y salió de la habitación. Sam lo siguió de cerca por temor a que una vez afuera echara a correr.

Dean respiro profundamente el aire de la fría noche, se sintió mejor. Al divisar su auto camino con paso apresurado hacia el y entro en el lugar del conductor, segundos más tarde Sam se recargó en la ventana.

—Creo, que yo debería conducir—

—Pero, estoy bien, solo mírame— Dijo con una gran sonrisa. Sam se limitó a alzar una ceja. Dean rodó los ojos y bajó del auto.
Cuando subió a su lado le dio una mirada desconfiada preguntándose si debía pedirle que se fuera en el asiento trasero o debía encerrarlo en la cajuela.

—¿cómo te sientes?—

—Mejor— Asintió alegremente, Sam frunció el ceño. Aún seguía rojo y su cambio de humor lo confundió. Él parecía ¿emocionado?

—Claro—

Tras unos minutos en marcha, Dean comenzó a mover su pierna nerviosamente, luego se balanceaba de adelante hacia atrás. Le mandaba miradas acaloradas a su hermano de vez en cuando, que, al parecer, no le prestaba atención.
Casi inconscientemente miraba las largas piernas de Sam, seguía subiendo por sus muslos, su abdomen, y su pecho, pero sin llegar a su cara. Una sensación extraña lo invadió, una mezcla de furia y exitacion. Apretó los dientes y se agarró al asiento para no atacarlo ahí mismo. Tenía los dientes muy apretados, pero aun así podía sentir cómo sus colmillos se deformaban y crecían.

Su vista comenzó a nublarse, y de pronto, apareció Castiel en el asiento trasero, sacándolo del trance. Se dio cuenta de que se había ido inclinado poco a poco sobre Sam.

—Conseguí las escamas, y creo que sé dónde conseguir la cola... ¿Dean?— Clavó su profunda mirada en el sudoroso Dean, inclinado sobre Sam y con una expresión no muy agradable.

—Estoy bien—Contesto instintivamente

Sam que no se enteraba de nada volteo a ver a los dos. Puso cara de confusión al ver a su hermano fuertemente agarrado del asiento y respirando profundamente.

—Tal vez deberíamos parar— Dean asintió y otra vez Cass no apartaba la vista de el.

Sam orilló el auto y se bajó.

—¿No vienes?—

—Voy en un segundo— Con esto Sam se alejó, y el aprovechó para respirar.
Casi de golpe recordó la presencia de Castiel.

—Cass, baja, por favor—

—Dean—

—Cass, hablo enserio—

Castiel lo miró con la cabeza ladeada, pero no se movió. Dean soltó un bufido y bajó del auto, Cass estaba apunto de bajar detrás de él, pero antes de que él pudiera abrir la puerta está se abrió. El ángel miró confundió a la figura delante de él, Dean como respuesta lo tomó ferozmente del cuello y lo recostó en el asiento, golpeando su cabeza contra la puerta contraria. Aunque el golpe lo atonto, Cass reaccionó y trató de apartar la mano que lo sujetaba con una fuerza bestial.

—Dean— Dijo con voz entrecortada. El cazador estaba sobre el, con una mano apoyada en el asiento, a su lado y la otra en su cuello.

—Cass— Respondió con voz profunda, acercándose a él y luego alejándose poco, acechándolo.

Lentamente, bajó su cara hasta quedar a pocos centímetros de su pecho, respiró profundamente y volvió a subir la cabeza con los ojos cerrados en una expresión extasiada. Dios, olía tan bien.

Cuando volvió a abrir los ojos estos habían cambiado, los bordes de las verdes lagunas se habían vuelto en un color oscuro, dejando ver el verde solo junto a la pupila.

—Dean— En un rápido movimiento Dean soltó el cuello de Castiel y tomó una de las manos que trataban de apartarlo, llevándola hasta el suelo, ya que el asiento no era muy alto.

Su cuerpo quedó apoyado en el del ángel.

Dean bajo la cabeza hasta enterrar su nariz en el cuello del otro, inhalando el exquisito aroma que emanaba de su cuerpo, sintiendo contra su pecho el ritmo acelerado del corazón de Cass.

Castiel se estremeció al sentir la lengua de Dean pasar por su cuello, mezclándose con el aire caliente de su respiración. Comenzó a moverse, frotando su cuerpo con el del otro, arriba y abajo, cada vez que subía rozaba sus colmillos contra el cuello de Cass.

Este, por su lado, se había mantenido tranquilo, había dejado de forcejear, pero tenía una expresión de incomodidad, conocía a Dean desde hace años y por eso sabía que cuando reaccionara, iba a procurar no acercarse a él por semanas, tal vez meses.

De pronto, dejó de sentir el cuerpo encima de él, se incorporó en el asiento para ver a Sam atinarle a Dean un gran golpe en la cabeza. Este se tambaleó y apenas se alcanzó a agarrar de la puerta del impala.

—¡Dean! ¡¿Qué demonios?!—

Dean, aún agarrado de la puerta sacudió la cabeza repetidas veces.

—Yo... Yo... ¿Qué?— Parecía confundido.

Sam exhaló fuertemente y se acercó a Castiel.

—Cass, por dios, ¿estás bien?— Se preocupó al ver unos dedos marcados en el cuello del ángel.

—Estoy bien, Sam—

—Pero... ¿Qué pasó?— Nadie respondió por unos segundos.

—Se nos acaba el tiempo, hay que darnos prisa— Dean observó a Castiel que permanecía con la mirada gacha, pero para su mala suerte, sus ojos chocaron con los suyos, su mirada permaneció firme sobre el, pero Dean la apartó rápidamente. Subieron al auto y reanudaron la marcha.


Bueno, aquí otro capítulo, solo quería decir que, gracias por los votos y comentarios, motivan muchísimo a seguir escribiendo, leo cada uno de los comentarios y siento un ahrvalvelaksvt en el estomago. Gracias por leer<3

Celo [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora