Dos

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Recorrieron el camino en silencio, pero no a casa de Bobby, si no al motel donde actualmente se encontraban hospedados. De ahí harían la llamada. Llegar a casa de Bobby implicaría un viaje de 3 días y Cass temía que no contarán con tanto tiempo.

Al llegar, bajaron del auto y Dean trató de mantener una actitud calmada, aunque realmente, muchas preguntas no muy agradables revoloteaban en su cabeza. Sintió el característico sabor amargo de los nervios, combinados levemente con miedo. Aunque, ¿miedo por qué? Se había encontrado en situaciones similares cientos de veces y siempre salían de una u otra forma.

Además, en el caso de que no lo lograrán, ¿qué es lo peor que podría pasar? Que se convirtiera en un animal, que rompiera cosas, comenzará a comer cosas crudas (o muertas), que matara personas y finalmente matara a Sam, si es que este no lo mataba primero, aunque claro, si el mataba a Sam, terminaría siendo asesinado por Cass, Bobby o cualquier otro cazador.

En resumen, si él se convertía, todo estaba perdido.

Tragó saliva disimuladamente esperando que nadie allá prestado atención a su cara.

—Bobby, soy Sam, tenemos problemas—

—No me sorprende—Dijo sarcástico.

—Es Dean, la diosa lo mordió—

—¿Diosa?—

—Si, Cass investigó y resulta que es una diosa que convierte a los hombres en bestias salvajes...—

—Con una mordida— concluyó Bobby

—Si. ¿Sabes qué hacer?—

—Pues, no todos los días aparece un dios antiguo que convierte a las personas en perros pero... Si pasa lo suficiente como para resolverlo—

—¿Entonces puedes ayudar?—Sam realmente no había entendido lo que quería decir, pero tampoco preguntó.

—Les avisare lo que descubra. Mientras tanto, mantén a Dean vigilado—

—Gracias Bobby— se dio la vuelta para encararlos —Dice que no tiene nada, pero que va a investigar, nos avisará lo que descubra—

—Fabuloso— Dean miró rápidamente la habitación y luego se sentó en la cama. Nadie dijo nada por unos segundos hasta que preguntó —¿Qué hacemos hasta entonces?—

—Esperar, observar cómo se desarrolla—Respondió Castiel con demasiada calma, a lo que Dean lo miró mal.

—¿Observar?... Cass no soy una rata con la cual puedes experimentar—

—Ciertamente puedo ver que no perteneces a la familia de los roedores, Dean—

Volvieron a quedar en silencio unos cuantos segundos hasta que Sam habló:

—Creó, que sería mejor que descansaras—

—¿Cres que voy a descansar sabiendo que puedo convertirme en un monstruo?—Dean lo miraba como si hubiera perdido el juicio.

—Eso no pasara— Se volvió hacia el ángel mirándolo como si estuviera viendo a un loco.

—¿Cómo estás tan seguro?— Castiel parecía de lo más tranquilo, como si todo estuviera escrito y el supiera como terminaba, que al parecer, terminaba bien.

—No lo permitiremos— Esas palabras estaban cargadas de inocencia, ya habían intercambiado palabras así antes, cosas como "no voy a dejarte" "yo te cuidaré" "lo hice por ti" "no quiero perderte". Esta vez fue diferente. Sintió una gran corriente eléctrica que le recorría el cuerpo y lo obligó a apartar la mirada, después de esto un dolor de cabeza. "Maldición" fue lo que musitó en voz baja mientras se llevaba los dedos a las cienes.

—Dean, ¿estás bien?— Sam se acercó a Dean para verle la cara. Este levanto levemente la cabeza.

—Estoy bien, solo fue, un dolor de cabeza— Cerró y abrió los ojos rápidamente y, literalmente en un abrir y cerrar de ojos recuperó la compostura.

—Necesitas descansar—Afirmó Sam en tono algo severo.
Dean le lanzó una última mirada al ángel y asistió.

—Si, eso creo—

Se acomodó en su cama pensando en lo que había pasado, auto convenciéndose de que esa cosa comenzaba a llegarle al cerebro.

Por otro lado, Castiel se preguntaba si el de alguna forma pudo causar el repentino dolor. Solo que no alcanzaba a comprender cómo o porque. Solo se limitó a observar a Dean dormir toda la noche mientras Sam investigaba. 

Esa noche no fue agradable. Las pesadillas atacaron.

Un cuarto oscuro, cerrado, pequeño, igual que un armario. Estaba atrapado.
Dean empezó a tocar las paredes en busca de una salida, el lugar le inspiraba un profundo miedo, se sentía indefenso y podía sentir como un sudor frío comenzaba a escurrirle por el cuello. De repente, con un brusco movimiento tenía los brazos inmovilizados en la espalda, forcejeó con la persona que lo tenía sujeto, pero fue en vano. Un zarpazo, atravesándole todo el pecho, desde el hombro hasta la cadera. ¡Demonios, como dolía! Trató de doblarse sobre sí mismo pero las manos que lo tenían sujeto no lo dejaban.
Una tenue luz apareció de pronto sobre ellos, pero aun así no alcanzaba a ver nada más que el blanco suelo que parecía hecho de mármol. Trató de voltear pero lo que fuera que estuviese detrás de él apretó su agarre, impidiéndoselo.
Escuchó unos pasos acercándose hasta que se pusieron debajo de la luz dándole a Dean una buena vista de lo que estaba delante de él. Era Sam.
Con una expresión tan fría como cuando Lucifer lo tenía poseído. Se quedaron un momento mirándose sin decir nada. Poco a poco Dean notó como la expresión de Sam se endurecía, apretaba los puños, tensaba la mandíbula y por un momento pensó que le soltaría un puñetazo, pero no fue así. Los ojos de Sam se llenaron de lágrimas y su cuerpo se relajó, respiro hondo como tratando de controlarse. Dean lo miró confundido, y cuando menos se lo esperó, otro zarpazo, también en el pecho. Gruñó y miró a su hermano quien seguía con la misma expresión dolida, como si cada segundo fuera una tortura para el, tenía los ojos cristalizados, pero no lloraba, le temblaba el labio. Al mirarlo mejor se dio cuenta de las garras que salía de los dedos de Sam, se sintió indefenso y solo espero el siguiente golpe, pero nunca llegó. En cambio pudo percibir como la cosa detrás de él aflojaba un poco su agarre, al menos lo suficiente como para voltear un poco. Grande fue su sorpresa cuando se encontró con el mismísimo Castiel mirándolo como si no fuera más que basura. En una rápido movimiento Cass sujetó a Dean con una sola mano, a lo cual este bufó de frustración. Miró a Dean muy atentamente antes de mover su mano libre y colocarla sobre su abdomen sobre la ropa, este lo miró extrañado y cansado, el solo quería despertar. Volvió a mover su mano y la colocó sobre la pierna de su jean, pero no la movió de ahí. Solo permanecía mirándolo atentamente con sus ojos azules.

Despertó sentándose de golpe en la cama, a lo cual tanto Castiel como Sam lo miraron preocupados. Volteo a todos lados comprobando que realmente había despertado, tratando de calmar su entrecortada respiración.

—¿Estás bien?— preguntó Sam por enésima vez en las últimas doce horas.

—Si, solo fue una pesadilla— Se talló la cara tratando de despertar completamente, ¡ni loco volvería a dormir!

—¿Qué es ese olor?— Cass tenía la cara arrugada y volteaba hacia a todos lados.

—¿Qué olor?— Dijó Sam mientras olfateaba el aire para ver si olía algo.

—Es como...— Se inclinó hacia Dean que aún estaba sentado en la cama y respiro un par de veces sobre su cabello, a lo cual el cazador miró a su hermano, confundido.—...Creo que tengo malas noticias

Celo [Destiel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora