Cuando el sonido de la batería se extinguía lenta, pesadamente, Dean seguía tenebrosamente cerca de Castiel. Aún continuaba dando flojos pasos de baile, agitando las caderas de manera torpe, pobre excusa para mantenerse a dos dedos de aquel ángel, parado tan quieto que bien podría haber sido una figura tallada en preciosa piedra.Los insignificantes mortales se sacudían en sus asientos con el ánimo excitado, proliferando alaridos de alegría que casi parecían tener la consistencia del metal derretido, llenando el escueto lugar hasta las vigas del techo, ahogando a Dean, llenando su cuerpo con orgullo y vanidad, espeso y delicioso. Pero eran insignificante. Eran como fantasmas pintados por un des-imaginado artista el un lienzo de colores brillantes.
Sin embargo, se sintió sumamente extrañado cuando comprendió que el incesante estrépito llegaba a sus oídos cual turbios gemidos. Por breves momentos, se sintió bucear en aguas profundas, escuchando lejanamente el batir de las colas de los peces. Se le antojaba extraño, a la vez que recuperaba plenamente conciencia del lugar donde se hallaba plantado.Dean estiró sus labios en una mueca inevitable. Una hilera de blancas perlas asomó de forma impertinente, egocéntrica, espléndidamente suntuosa.
Dean tenía conocimiento de que era un monstruo de hermosa apariencia, y aún así, sabía también que necesitaría más que una sonría bellamente formulada para obtener lo que deseaba con tanta intensidad.
Dean escrutó, sin vergüenza, la figura que había ante el.
¡Y que majestuoso le parecería!Que maravilla, que milagro.
Aún, cuando paseaba esos ojos descarados por dicho ser, cuando su mirada se deslizaba, peligrosa y nada pudorosa, por sus ropas pulcramente arregladas, la mente se le llenaba con imágenes de purísisima lujuria. Dean supo que era algo inevitable, algo que, aún cuando lo hubiera querido, no lo abandonaría en dulce soledad, no le permitiría pensar con claridad.Le parecía tener grabado el recuerdo en las retinas. El pensamiento de esos abdominales marcados casi lo hacía enloquecer, la sensación áspera de su barba rasurada le hacía delirar, aquellos ojos suyos, que fácilmente podían desafiar la belleza del mar; aquella visión de fanales azules gritando el placer que el alma sentía, siendo cómplices perfectos de la impecable expresión sumisa y abandonada... Hacían a Dean saber que podía morirse ya mismo y moriría gustoso y feliz.
Que hermoso le parecía el suave resplandor de su piel, que lo delataba como a un tigre le delatan sus rayas, detalle que nunca había percibido con sus fofos ojos humanos.
Que sexy le parecía era el hijo de perra.
Una figura gigante y poco masculina, en su opinión, se situó a un costado del pedacito de cielo, que tenía, para ese entonces, un aspecto verdaderamente inamovible. Castiel parecía tan profundamente conmovido, tan perfecta e inocentemente sorprendido en su pétrea expresión, que a Dean le entraron ganas de tomarlo por los hombros y sacudirlo.
—Dean ¿No crees que ya es hora de que nos vayamos? En el camino puedes cantar todo el Bon Jovi que quieras y cuando lleguemos te va a estar esperando todo el pie que te quepa en el estómago. —Dijó Sam, escogiendo cada palabra con ensayado cuidado, hablando despacito y en voz bajita, como quien se dirige a un niño. El hombre ridículamente alto con pelo de mujer, lentamente se hacía dueño de una sonrisita que le danzaba en los delgados labios. Y en opinión de Dean, ello acentuaba su inocente aspecto de pervertido, queriendo atraerle con promesas deliciosas, pero una mente ingeniosa y maquinadora como la que él poseía no caería tan fácil. ¿Era que lo creía estupido?— Ya sabes, pie de todo tipo... de manzana, de limón, de banana, de cereza...
¿Acaso dijo... de cereza?
El gesto de Dean se trasformó lentamente. Entreabrió sus labios color melocotón y su mirada, ahora dirigida a su hermano, se tornó tal suave y de curioso carácter como el terciopelo, signo indudable de que había capturado su atención.
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Celo [Destiel]
FanfictionTras una cacería, Dean es infectado por una misteriosa criatura que hace a sus víctimas adoptar hábitos animales hasta convertirse en seres totalmente primitivos. Los primeros síntomas se manifiestan rápidamente. Entre ellos, el celo, este periodo d...