Celo [Destiel]

Veinticuatro

Dean despertó por segunda vez, pero fue más como si renaciera.

Hay más de una manera de volver a nacer, pues puede ser a través de un pacto que amenaza el alma, como puede tratarse de un abrasador laxante de miserias.

Dean se levantó como quien no lo desea, su mente y su cuerpo se movieron al unísono, acoplándose con pasmosa flema y un sentimiento desagradable haciendo hincapié en su malestar.

Pegajoso y malhumorado, se percató de que las sábanas se le adherían a la piel con un recio disgusto.

Por poco no encuentra las fuerzas para moverse mientras la sensación aceitosa que lamía sus horizontes y fronteras se deslizaba por su carne con una vileza difícil de creer.

Lentamente trataba de adueñarse de si mismo, de percibirse como un individuo con una cabeza sobre los hombros y de apropiarse de un sentido, que se le escapaba entre los dedos como garabatos sin importancia que huían y amenazaban con convertirlo en una nueva artimaña.

Una serpiente, en su irascible búsqueda de identidad, un reptil habría podido darle significado mientras reptaba su camino escaleras arriba.

Pero no, él era Dean Winchester, su hermano era Mary Winchester y su padre era Castiel.

No, no.

—¡Hey, Dean! Tranquilo —¡Pero claro! ¿Como había podido olvidarlo? La voz de déspota complexión, el rostro apesadumbrado. La dulce fragancia que simboliza lo que se antoja familiar le propicionó una caricia que designó alivio. Pero si nunca podría olvidarse de su hermano. —¿Estás bien?

—Sammy, juro por Dios que si alguien vuelve a preguntarme si estoy bien voy a apuñalarme.

El pequeño de los Winchester estaba tan encantado como preocupado se miraba con la resurrección de su hermano.

—Si, claro, pero ¿qué hay sobre la maldición? ¿Se fue? ¿Como te sientes?

Dean desplegó los brazos como quien se propone a lucir su sarcasmo como luciría un smoking.

—¿Parezco tener una maldición?

—Te ves horrible, muchacho. —En escena entró Bobby, arrastrando su casual franqueza consigo —Como si tuvieras la peor resaca que yo hubiera visto.

Y era verdad, el cazador sabía que a través de sus verdes fanales se reflejaba la manera en que le llevaba el demonio, pero eso no impidió a su orgullo escocer de tan pedante manera.

—Ahora creo que estoy demasiado sobrio para esta conversación... o para existir. Tienes razón, me siento como me veo, pero creo que es bueno, porque estoy tan deshecho como antes de esta estúpida "aventura"

—¿Eso significa que...?

—Otra vez me siento como... yo mismo.

Un soplo de alivio y dicha alteró apenas el semblante de una consternada familia.

—Bueno, ¿por qué no te sacudes ese mal humor de encima y vienes a comer algo? Dormiste toda la noche y mitad del día. Luego puedes darte una ducha.

Pero en el rostro de Bobby ya no se asentaba el peso del dolor o la preocupación, simplemente era él, invitando a su muchacho un bocado.

———

¿Acaso era necesario?

No había garantía que le asegurara que habría valido la pena. Si moría esa noche, le molestaba el creer que no le llorarían.

Dean se había armado de un valor imposible para llevar acabo aquella hazaña y se figuraba a un vaquero que jineteaba su montura con gran avidez y bravura, aquella imagen le recordó a Bon Jovi y deseó imaginar que lo buscaban vivo o muerto, como si tal composición le infundiera valentía, pero su tozuda visión se encaramó sobre un recuerdo atesorado y maldito, rememorando a su hermano y a él cantando a todo pulmón en su camino hacia el infierno. Si, en su camino a la perdición, antes de ser rescatado.