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Estaba sentado en una mesa al fondo de Watson, esperando el momento para hablar con Rosie, se veía bastante ajetreada iba de un lado para otro intentado atender a todos los clientes a la vez. El cabello se le salía de ese desordenado chongo rubio y unas cuantas gotas de sudor resbalaban por su frente.

Me puse de pie y decidí acercarme al mostrador cuando ella estaba de espaldas preparando lo que parecía un Sándwich.

Al darse la vuelta pegó un brinco al verme.

—Aquí está su Sándwich señora Martines, son seis con quince.

—Aquí tienes linda

—Muchas gracias esperó que lo disfrute, hasta pronto. — sonrió

Me volteo a ver y con una sonrisa tensa preguntó:

—¿Qué te pongo Mark?

—Uhmm un capuchino de caramelo y un Sándwich de pavo por favor.

—Con gusto

Se dio la vuelta y entro en la cocina. Cruce el mostrador y me acerqué a ella por detrás el olor de su perfume floral me llego directo a la nariz.Olía delicioso.

—Esperaba poder hablar contigo de hecho—dije en un susurro

Pego un brinco al oírme hablar

—Pues habla —Dijo sin voltear a verme se notaba algo nerviosa y me gusto causar eso en ella.

—¿Qué paso entre tú y Katherine? —pregunte sin darle tantas vueltas al asunto— ¿Qué le hiciste?—pude notar que se puso tensa, no eso no. Estaba enojada así que di dos pasos hacia atrás.

— ¿Por qué das por sentado que le hice algo? Puede que ella me haya hecho algo a mí. — respondió enojada.

—Porque Kath no es una persona rencorosa y por cómo te habló, es obvio que algo paso entre ustedes.

—Si algo paso o no entre nosotras eso no te incumbe, Mark.

—Bien me incumbe, es de mi mejor amiga de quien estamos hablando—le conteste ya algo molesto.

—Entonces respeta la decisión de tu mejor amiga—dijo haciendo comillas en lo último— porque si ella no te contó fue por algo ¿no crees?

—No me contó porque...

—Porque no quiso, Mark, deberías de respetar eso —me corto— mira no quiero ser grosera, pero lo que pasó entre Katherine y yo fue hace mucho tiempo y no tiene sentido que venga a relucir ahora y menos cuando ya se va a casar.

—¿Cómo sabes que se va a casar?

—No soy tonta ni ciega, se nota que era de ella de quién me hablaste la otra noche.

—¿Tanto se nota?

—Temo decirte que si, no entiendo como ella no se ha dado cuenta — se encogió de hombros—o tal vez ya lo hizo pero no quiere corresponderte...

Decir que sus palabras no me dolieron, sería mentirles. Dolieron pero en vez de sufrir por eso en ese momento, me enojé.

—Eso no es asunto tuyo

—Claro que no. —Se dio la vuelta y me dio lo que le había pedido— pero tu eres el menos indicado para decir eso, cuando viniste hasta acá para saber que pasó entre Michelle y Yo.

—Pero eso no me te da derecho para opinar en algo que no te importa.

—Entonces no hubieras hablado de ella, si no te gusta que te digan la verdad. —

Dos Cafés, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora