-¿Motel está bien para vos?- me preguntó. Esa pregunta fue suficiente para olvidar el auto y volver al presente ¿Estaba lo suficiente borracha para hacer esto? No, pero era la primera vez que tenía ganas de hacer una locura de este tipo.
-Supongo que está bien- dije algo callada, comenzó a conducir y el ruido del auto me tranquilizó hasta el punto de quedarme dormida.
-Linda, despierta ¿Estas viva verdad?- escuché a lo lejos. Abrí los ojos y la realidad me golpeó ¡Estoy por acostarme con un desconocido! Me tapé la cara con ambas manos, me sentí avergonzada por haberme dormido.
-Perdón por dormirme- murmuré
-Está bien, ya arreglé todo. Estamos en mi habitación, creo que es mejor que un sucio motel- quité mis manos de mi cara y comencé a reír. Él me miró tiernamente y me besó algo lento.
El beso se fue intensificando y me pregunté si estaba segura de lo que iba a hacer, por supuesto que no lo estaba, pero tenía ganas y punto. No tenía porqué sentirme mal, supongo.
Repartía besitos por todo mi cuerpo ya casi desnudo, mi corto vestido negro había volado a alguna parte de la habitación y su camisa y pantalón se le habían unido.
Volvimos a besarnos pero esta vez con más lujuria, sus ojos estaban oscuros por el deseo y me perdí en ellos. Ni me di cuenta cuando el quitó mi sostén dejando mis pechos al aire, él empezó a besarlos y me dejé llevar por las miles de sensaciones que recorrían mi cuerpo. No me quedé atrás y besé todo su cuerpo dejando alguna que otra mordida. Parecía que iba seguido al gimnasio, ya que parecía un mismísimo dios.
-Estas braguitas molestan ¿no?- preguntó divertido, yo solo asentí. Estaba perdida en el momento y no veía la hora de tenerlo dentro de mí. Las quitó sin mucha demora y nos fundimos en uno.
¿Había amor en esto? No, era solo lujuria en su estado más puro. Ambos llegamos al límite y me sentí más completa que nunca, jamás había sentido tal conexión con nadie. Él era un dios griego del sexo y yo una simple chica, espero haber estado a su altura.
-¡Esto estuvo muy bien!- exclamó sonriendo –Hace mucho que no la paso así - me sentí aliviada ante sus palabras, parece que estuve bien.
-Pienso exactamente igual- nos besamos nuevamente y nos recostamos en su cómodo colchón. Supuse que ya debía irme, pero él estaba profundamente dormido ¡Mierda que debo hacer! Yo y mi maldita inexperiencia en relaciones casuales. Sin querer despertarlo me quedé un ratito para esperar a que me soltase en sueños. Lo que no había planeado era yo caer también en los brazos de Morfeo.
*
Rayos de sol golpean mi rostro y me obligan a abrir los ojos, lo primero que siento es que alguien me tiene presionada. Algo extrañada miro hacia mi costado y todo cobra sentido ¡Me había acostado con un desconocido!
Como pude y sin despertarlo me separé, supuse que eran las 12 del mediodía más o menos porque el sol estaba bastante fuerte.
Sin hacer ruido busqué mis cosas, me vestí y salí disparada de esa habitación. Caminé por un enorme pasillo lleno de puertas y llegué a living. Algo me llamó la atención y me asustó un poco, un arma descansaba tranquilamente sobre una mesita de café.
Era una SIG-Sauer P228, bastante conocida por ser usada por el servicio secreto, entre otras agencias internacionales. En USA es algo que casi todos los que nos movemos en este ambiente sabemos.
Jamás me hubiese imaginado que él tendría un arma, parecía ser alguien tranquilo ¡Vaya! Las apariencias sí que engañan. Ahora ¿En que estaba metido? La curiosidad casi me hace ir hasta él y preguntarle pero me detuve ¿Y si era alguien peligroso? Quizás un mafioso o algún ladrón que le había quitado el arma a un policía y la conservaba como trofeo, aunque eso último lo dudo. Definitivamente debía irme de este lugar. Conozco a miles de mafiosos, personas “ilegales” por así llamarlas, pero a él no lo conocía por lo que decidí no meterme.