Nuevo día, misma humor de mierda, mismo pelo horrendo y misma yo. Mi maquillaje esta esparcido por mis mejillas gracias a las lágrimas y mi voz es demasiado ronca.
Si, me pasé casi toda la maldita noche llorando ¿Por qué? Una persona, Jamie. Estoy decidida a ignorarlo hasta que se canse y me deje de molestar, desde que lo conocí me volví una puta llorona y eso no me gusta. Ya no puedo mantener mi mente lejos de él, su suave cabello rubio, sus ojos azules como el océano… ¡Basta! Scarlett Margaret Hayes, si no lo sacas de tu mente ¡Te abandono!
¿Desde cuándo tu conciencia te puede abandonar?
¿Y por qué hablo sola?
Estoy loca.
Me meto en la ducha y dejo que el agua arrastre todos mis pensamientos. Mientras lavo mi cabello, tarareo End up here de 5 seconds of summer, mi banda favorita junto a Green Day. Cuanto más pienso en letra más pienso en Jamie.
¿Cómo terminé acá? Estoy en un lugar demasiado profundo, no puedo dejar de pensar en él y creo que me gusta –Estás enamorada idiota- me regaña mi conciencia y me enfurezco.
¡Yo no me enamoro! ¡No puedo hacer eso!
Pero cuando termino de pronunciar esas palabras, me doy cuenta de lo estúpidamente mentirosa que sueno, estoy jodidamente enamorada de él.
Con mis auto confesiones aún dando vueltas en mi cabeza, salgo de la ducha y me visto. Unos skinny jeans negros y una remera blanca, es lo que elijo para ir a conseguir trabajo. Sé que no lo necesito pero estoy buscando una buena excusa para explicar de dónde saco el dinero para vivir, tengo miedo de estar en la mira de alguna estúpida agencia del gobierno y ya no más quiero sorpresas.
Saco mi Volkswagen New Beetle, que es mi auto “normal”, el que uso para ir de compras y eso.
Lo bueno de New York, es que cualquiera puede trabajar si quiere y tiene dos gramos de cerebro, miles de oportunidades son dadas a distintas personas. Creo que el único requisito es terminar la prepa. Y por si se lo preguntan, si la terminé. Perdí un par de años pero me puse al día después de adelantarme, soy brillante, lo sé.
Me dirijo al Shopping, hay miles de trabajos distintos en ese bendito lugar. Después de dejar mi segundo bebé en el estacionamiento, camino por el interior del lugar buscando con la mirada donde me gustaría trabajar.
Mc Donalds…por supuesto que no, demasiados niños insoportables y adolescentes con exceso de hormonas. Starbucks…tampoco. Seguí mirando y no encontré nada, creo que el centro comercial no es un lugar para mí.
¿Cuál es mi lugar? ¡Ya se!
Corrí hasta mi auto y manejé a toda velocidad hasta una tienda que quedaba relativamente cerca del departamento
“Repuestos Clayton’s” se lee en el cartel situado encima de las puertas de entradas y pintado con un rojo brillante, sin dudas este es mi lugar.
-Hey Paul- saludé, Paul es el hijo de Richard Clayton, el dueño de este lugar, la casa de repuestos donde compramos todo lo necesario para nuestros autos. Conozco a esta familia desde que comencé a correr.
-¡Scar, que gusto verte!- me grita Clayton Jr. mientras me da un abrazo, él es demasiado cariñoso.
-Estoy buscando trabajo- le dije cuando me soltó.
-¿Trabajo? ¿Para qué?-
-Tengo el puto presentimiento de que me tienen vigilada y quiero tener un respaldo para justificar mis ingresos, solo seré una empleada más. Además nadie sabe más de autos y es más sexy que yo- le digo bromeando, aunque es obvio que ninguna mujer que conozcamos sabe lo que yo.