Me siento en una silla y el tipo en la otra, no se que se supone que debo hacer. Yo esperaba el típico interrogatorio, pero no, el está ahí analizándome y midiendo hasta mi respiración.
-¿Qué se sup…- la puerta se abre y me trago mis palabras. Esto no puede ser cierto.
Él no puede ser el enemigo.
Mi mandíbula casi toca el suelo y mis ojos se salen de sus órbitas, jamás me imaginé esto. Rápidamente entiendo todo, desde el arma, la seguridad en su casa, hasta el hecho de que no me haya despertado para llevarme a su habitación. Me estuvo escondiendo algo que de haber sabido antes, hubiese salido corriendo de ese maldito lugar y nunca lo habría vuelto a ver. Todas las piezas arman el gran rompecabezas.
Jamie es agente del FBI
El no está tan sorprendido como yo y eso no me extraña, seguro vio mi foto en el estúpido expediente. Me siento extrañamente decepcionada y me asusta, no es como si él me importase ¿no?
-Wow mírate, todo un chico bueno- le escupo con asco. Realmente odio a los de su especie, nunca están ahí cuando los necesitas, siempre están haciéndose los putos héroes y no hacen más que incumplir con su deber. Cuando estaba sola y sin nadie, fui a pedir que me ayudasen, pero poco les importó la pequeña chica con problemas de drogas ¿Cómo iban a ayudarme si eran tan corruptos como el mismísimo Mike?
Él rubio solo se limitó a mirarme sin una pizca de sentimiento, su rostro estaba inexpresivo y sentí una pequeña puntada de dolor en mi corazón.
-Vamos no es como si te gustara, solo tuviste sexo- me dice mi otra yo, pero aunque no lo quiera admitir, me había ilusionado un poco que él después de esa noche, me haya hablado en la calle, me había dado un pizca de esperanza.
Me doy un golpe mentalmente, que idiota puedo llegar a ser. Seguro esa noche fue parte del patético plan.
-Oficial Jones, puede irse. Yo me encargo de la sospechosa- abro los ojos ante sus palabras y presiento que estoy tan pálida como una hoja de papel.
-¿Sospechosa? Mierda yo no tengo nada que ver con ese idiota- gruño. Jamie me fulmina con la mirada y yo sigo con los nervios alterados, necesito que me expliquen qué es lo que está pasando. El policía se retira y yo espero a mi abogado.
-Bien comencemos…-
-¿Mi abogado?- lo interrumpo.
-No hay abogados en los interrogatorios, ahora…-
-Antes de empezar quiero que me digas que carajo estoy haciendo acá- lo interrumpo por segunda vez y me da una mirada que desearía no haber visto de él. Esa mirada es exactamente la misma que me dirigía Mike todo el tiempo, una mirada tan fría que calaba los huesos.
-Cómplice del señor Michael White, ahora responde las malditas preguntas- otra vez me mira de la misma manera, pero me mantengo fuerte, no voy a dejar que me derrumbe.
-Comienza- susurro.
-¿Donde y cuando lo conociste?-
-En Miami, tenía 15 años- respondo bajito, no quiero recordar, no enfrente de este monstruo.
-Detalles- me ordena.
-Fue mi novio, me trataba muy mal pero yo como soy idiota para elegir hombres, lo perdoné. Me echaron de mi casa porque me drogaba, fui a vivir con él y todo terminó peor. Lo volví a ver un tiempo después y me quiso obligar a volver a ser su “novia”. Me mudé aquí y no lo vi hasta hoy cuando llegaron ustedes. ¡Ah! Por cierto, gracias por salvarme, seguro él me mataba y ustedes comían palomitas de maiz viendo el espectáculo- respondí tragando el nudo de mi garganta, mis ojos estaban nublados por las lagrimas y por mas esfuerzo que hice por contenerlas, una rebelde rodo por mi mejilla.