*Mía*
Miré con detenimiento la escena frente a mis ojos.
-Espera un momento- dijo Nate caminando hacia Hayes y Sebastian, quienes se encontraban entre empujones.
Los chicos se separaron mientras Nate, como todo un adulto, los reprimía y les comandaba a buscar una solución al conflicto.
Hayes estaba enojado pero inmediatamente acepto las disculpas de su amigo.
Pero Sebastian, quien alzó la mirada para verme, tenía los ojos cansados y desanimados, empañados de una notoria soledad y decepción. Me miró y casi pude notar como se disculpaba con la mirada.
Nate se acercó a mi y me explicó ciertas cosas, pero yo no dejaba de pensar en Sebastian, como el chico tenía la mirada perdida en ciertas cosas, como el dolor se le reflejaba en los ojos.
-Ahora vengo- oí que se escusó mientras salía de la estancia acariciando su cabello. Lo revolvía con fiereza, algo le preocupaba, no era difícil darse cuenta.
-¿Mia?- oí que Nate me llamaba. -¿Esta todo bien?- preguntó con curiosidad viéndome fijamente con aquellos ojazos verdes que tanto me llamaban la atención.
-¿Esta todo bien con Sebastian?- pregunté. -Tal vez sería bueno que hablará con el- lo miré. -Se que no es mi amigo ni nada por el estilo pero tomando en cuenta que tu lo acabas de reprimir y que se acaba de pelear con Hayes, tal vez sería bueno que alguien externo hablará con el- propuse. Nate me miró con una sonrisa y en seguida sacudió mi hombro. Este chico me agradaba demasiado, más de lo que debía.
-Ve y se una buena chica- se burló de mi.
Salí en busca de Sebastian quien prácticamente parecía haber sido abducido por los aliens.
Lo busque en la cocina, en la sala, en el comedor, prácticamente en todos lados excepto en el patio trasero donde se encontraba la pileta. Y ahí estaba, tirado en el piso y con un cigarrillo en la boca. Calmo, pasivo y con un arma nociva en los labios. Caminé hacia el y supongo yo, escuchando el ruido que propinaban mis zapatos en el pasto, se giró a mirarme con las gafas de sol puestas.
-Hola- dije acercándome a él. No sabía cómo dirigirme a Sebastian, tenía miedo de que fuera grosero y petulante conmigo. Que se girará y me recriminara.
-¿Qué tal?- dijo quitándose el cigarrillo de los labios para posteriormente sacar el humo. -¿Se te ofrecía algo?- preguntó enmarcando una ceja.
-Te vi allá arriba- lo miré sentándome a su lado. -Parecías algo perturbado- dio otra calada a su cigarro pareciendo que me ignoraba. -¿Esta todo bien?- pregunté continuando con mi preocupación, pero Sebastian estaba imperturbable.
-¿Por qué no debería estarlo?- se giró a mirarme con incredulidad. Estaba comenzando a hartarme.
-No se, te vi afligido-
-No estoy ni estaba afligido. Y eso no tendría porque incumbirte a ti- dio una risotada y luego me miró de arriba hacia abajo. Listo, había llegado a mi límite.
-¿Sabes que?- lo miré poniéndome de pie. -Eres un idiota- comente. -Eres un vil cretino- recriminé. Entonces su cara se transformó a la que había visto hace unos momentos arriba.
-Disculpa Mia- me miró fijo a los ojos. No mentía, lo podía ver, pero ya estaba harta de sus desplantes.
-No Sebastian, lo único que yo quería era ser amable, realmente te vi afligido arriba pero tenias que venir con tus pedanterias- dije molesta. -Y no estoy dispuesta a que sigas- fruncí el ceño.
-¿Qué pasa?- dijo Nate llegando a mi lado.
-Me rindo- advertí alzando las manos.
-¿Esta todo bien?- preguntó con ojos expectantes . Era tan amable, tan calmado... tan diferente a Sebastian.
-Si, todo bien- dije pasando a su lado. -Le daré un tiempo a Sebastian para que se relaje- caminé de nuevo a la casa.Seth y Sam llegaron después con un montón de botana y proclamaron el día de albercada, pero yo ya no quería más. Quería descansar y sobre todo quería que Sebastian se largará de mi nueva casa de una vez por todas.
-Vamos Mia, será divertido- dijo Seth. Sentí una mirada posada en mi. Era Sebastian. -Por nosotros- me miró con ojos suplicantes .
-Estoy algo cansada- dije pero entonces Nate salió al rescate.
-Puedes dormirte en los camastros- me guiño un ojo y me dedicó su usual y pícara sonrisa. -Por mi- dijo haciendo ojos de perrito. Sonreí. -Prometo no dejar que te mojen- suspiré. Por lo menos había un chico agradable aquí.
-Solo un rato-accedí. Seth se giró para mirarnos.
-Creo que deberíamos traerte a casa- dijo Seth. -Tu la convenceras de ser nuestra esclava- comentó con una sonrisa macabra. -Me parece que tendré que contactar a alguien que vive en California al que no le agradará mucho esto- lo miré.
-¡No!- dije fingiendo que me alarmaba. -Vendrá a quitarle la cabeza-
-¿De que me estoy perdiendo?- preguntó Nate confunfido.
-De los celos implacables de mi hermano- reí. -Cualquier persona del sexo opuesto significa peligro para el- Nate me miró con una sonrisa aliviada.
-Por un segundo pensé que me dirías de tu novio- dijo en voz baja.
-¿Y habría algún problema en que fuera por su novio?- preguntó mi hermanastro mirando a Nate con una sonrisa en los labios.
-No, es que me refiero a que...- Seth comenzó a sonreír.
-Cállate y nada- dijo empujando al impecable Nate hacia la alberca. -Y tu tambien- me aventó esta vez a mi.
-¡Te odio!- grite saliendo a la superficie. -No tenía ganas de nadar y mi ropa tampoco- dije escudriñandolo con la mirada.
-A mi me parece que si- se mofo. -Tendrás que ir por tu traje de baño- resumió en pocas palabras. -Y tu Nate, tendrás que sacarte esa ropa e ir por un short para que puedas meterte a nadar- le vire los ojos. -A menos que quieran que su ropa se eche a perder- se encogió de hombros para después caminar hacia la parrilla.
Nate y yo nos miramos y decidimos que aquello que Seth nos aconsejaba era lo mejor.
Yo caminé hacia mi cuarto y fui a cambiarme por mi traje de baño negro mientras que Nate se fue hacia la recámara de Seth por unos shorts para nadar azul cielo.Una vez ya cambiada, me puse mi salida de baño y caminé de nuevo con dirección hacia la pileta, pero en el camino me vi intercedida por alguien.
-¿Qué fue lo que paso hace un rato con Sebastian? - preguntó enfrente de mi con el torso medio desnudo. Dios, tenía un abdomen espectacular.
-Se portó como un patán- dije sin más. El rostro de Nate se distorcionó un poco.
-¿Qué te hizo?- preguntó el chico. ¿Por qué tenía que ser tan guapo? -¿Mia?- Nate me miró.
-Nada Nate, no fue importante- mire sus bellos ojos y entonces noté el nerviosismo que había en el.
-Te ves muy bella- dijo rápidamente. Tu te ves aun mejor.
-Gracias Nate- lo miré. -Tu te ves muy bien también- el se sonrojo un poco y aquello me dio tanta ternura.
-Me agradas- dijo acercándose lentamente a mi. Temble un segundo. -Mucho- estaba más cerca de mi. Tomo mi espalda con delicadeza y me plantó un beso delicado en la mejilla dejándome con un enorme sonrojo en las mejillas- Y me gustaría platicar mas contigo. Eres buena chica- me pellizco las mejillas con ternura. Me separe un poco abrumada. Nate comenzaba a cada segundo más y más , pero no quería que las cosas se dieran tan de prisa.
Nate era el prototipo de hombre perfecto, era guapo, amable y sencillo. Por el otro lado estaba Sebastian, su contra parte, engreído, petulante y de cierta manera malo y sexy. Eran tan contrarios empezando por el cabello hasta terminar por la actitud.
-¿Y si vamos con los demás?- pregunté nerviosa. Nate me miró de manera tierna y con cierta sonrisa en los labios, estudiando mi rostro.
-Como guste la señorita- entonces se hizo a un lado y me dio paso. -¿Qué harás mañana?- preguntó revolviendo su cabello en un gesto bastante atractivo mientras fruncía el ceño, luego su mirada se hizo más intensa.
Hazte la difícil.
-No lo sé. Tal vez vaya a caminar a algún lado o conozca un poco la ciudad- afirmé sin tener ni la más mínima idea de lo que haría. Simplemente fue lo primero que se me ocurrió. -Pero pues no se la verdad- encogí mis hombros. Nate sonrió posiblemente sabiendo de que iba todo esto.
-Soy un muy buen guía de turista- dijo socarronamente. ¿O sea que ya le había dado tours a turistas antes? OK. Esto no se oyó bien.
-¿O sea que tienes experiencia?- pregunté sintiéndome levemente celosa o más bien ofendida.
-No pero puedo aprender rápido- contestó con una sonrisa burlona. Si, se había percatado de la razón de mi pregunta. -¿Y si me das tu número para ponernos de acuerdo?- preguntó. Aquello me agradó.
-646 355 9729- dije rápidamente y de ahí salí al jardín en donde estaban todos. Miré hacia atrás y vi a Nate rascarse el cuello nerviosamente y sonreír mientras negaba con la cabeza. Alzó su mirada y se encontró con la mía, sus ojos verdes destelleaban una chispa de ligera felicidad y complicidad.
Lo miré con cierta burla en mis labios, no, ese no era mi numero. Lo haría sufrir un poco y buscar mi numero por otros medios, pero el no lo sabía.
-Lento- exclamé y pronto lo sentí cerca de mi empujandome por la espalda hacia la pileta. -¡No!- dije sonoramente segundos antes de que me empujará dentro. Caí al agua haciendo un ruido estrepitoso causando que todos se girarán a mirarnos. -¿Podrías darme una mano? Es que no se nadar muy bien- exclamé. El rostro de Nate se torno un poco preocupado ofreciéndome su mano para que pudiera impulsarme y salir de esta, pero entonces puse toda mi fuerza y tomándolo desprevenido, lo jalé al interior y entonces comencé a jugar con el hundiendolo un poco. -Bobo- exclamé con una sonrisa en el labio.
-Love is in the air- exclamó Seth riendo causando que ambos entornaramos los ojos. Pero había a alguien a quien particularmente esto no le estaba agradando. Thea me miraba con un gigantesco odio.
La vi caminar hacia mi y justo en el momento en que Nate salió de la pileta, y estaba prácticamente vacía, entro en ella, y con un nado sigiloso y casi perfectamente mortal, se acercó a mi.
-¿Cómo estás? - preguntó mirándome fijamente.
-Bien, ¿Y tu?- pregunté nerviosa.
-Mejor que nunca- dijo al tiempo que le daba un jalón a mi cabello y me llevaba hacia el fondo de la pileta. Intenté gritar pero aquello resultó contraproducente ya que trague agua. Me sentía realmente asustada y esta chica parecía no tener límites. Por favor, ayúdenme. Al parecer nadie estaba cerca pues, no se si era mi miedo, pero varios minutos habían pasado. Dios, ayúdame. Comencé a patalear con miedo y demasiada ansiedad. Iba a morirme. Mis ojos comenzaron a pesar y de pronto deje de luchar, simplemente comencé a irme a la deriva.
-¡¿Qué carajos haces Thea?!- oí que alguien gritó momentos antes de perder el conocimiento. No reconocí la voz, simplemente me alegré de que alguien hubiera notado mi ausencia. Y así, mi mundo se torno completamente negro.
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Mi destino eres tú
RomanceCuando era pequeña, solía pensar que la primera persona de la cual te enamorabas, era la persona con la que te quedarías, aquella persona con la que vivirias el tan aclamado "felices por siempre". Años más tarde, descubrí que no era así, que conocer...