Verdades

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*MIA*

Me quedé dormida por un buen rato antes de que mi madre y en su defecto Samantha, interrumpieran en mi alcoba, la última siendo la más estrepitosa de todas.
-¿Cómo te sientes?- preguntó sentándose en el borde de mi cama. -Te traje comida por si quieres- sonrió con ternura. Reí levemente mientras tallaba mis ojos.
-Mejor Sam, gracias- le comunique al tiempo que ella dejaba la bandeja encima de una de las mesitas que había en mi recámara. 
-Vaya, Sebastian resultó ser todo un héroe- dijo sonriente. -Es muy buen chico cuando no está con sus malos humores- la miré. Supongo que había sido testigo de los arrebatos de Sebastian. -Pero lo entiendo, ¿sabes? Su padre es una persona que lo presiona al límite- hizo una mueca. ¿Al límite? -O sea me refiero a que quiere un hijo perfecto- explicó. -"Quiero que seas el mejor en clase. Tienes que ser un buen médico"- dijo imitando una voz varonil extrañamente graciosa. Reí un poco. -Y ni siquiera se da cuenta de que tiene un gran hijo- comentó con una leve tristeza.  -Solo habla de si mismo, como si el mundo girará a su alrededor. El es lo único que existe para el- negó con la cabeza.
Eso comenzaba a explicar muchas cosas de la forma en la que actuaba Sebastian.  No estaba acostumbrado a que la gente se preocupara por el, por eso era más fácil huir, ser hostil e incluso hosco al tratar a la gente; todo estaba bien si nadie se metía en sus asuntos, en su vida, pero si alguien intentaba indagar más allá de lo que debía, entonces Sebastian se aterraba y transformaba ese terror en ira, en repulsión y alejaba a todo aquel que quería acercarse más. 
-¿Y su madre?- pregunté al sentir hervir aquella pregunta en la parte posterior de mi cabeza. Si mi padre hubiera sido así, mi madre jamás lo hubiera dejado o tal vez ella se hubiera preocupado por mi. Samantha agachó la mirada, pero antes de que lo hubiera hecho, noté una tristeza reflejarse en sus ojos.
-Wow, su madre era guapísima- dijo mordiendo su labio levemente. ¿Era? -Era más joven que el como por cinco  años y parecía una muñeca- continuó diciéndo. -Era delgada, alta y delicada, cada movimiento suyo era tan suave-admitió con cierta idolatría. -Tenía el cabello obscuro, como el de Sebastian, pero era largo y sedoso, ondulado en las puntas y tenía unos pequeños reflejos más claros- continuó
《Sus ojos eran color miel y reflejaban una pureza tan grande, una tranquilidad inigualable; estaban rodeados por una densa capa de largas y obscuras pestañas. Su piel no era ni blanca ni morena, era más bien trigueña, tal como la de Sebastian. Y era la persona más amable que jamás habíamos conocido》
-¿Y que le pasó?- pregunté sintiéndome inmersa en un cuento con la narrativa de Sam.
-Se fue y los dejó- culminó haciendo una mueca. ¡¿Los dejo?! ¿Cómo podía una madre tan "fabulosa" abandonar a su hijo? -Pero no llegó muy lejos- comentó.
-¿Qué?- dije confundida. ¿Cómo que no había llegado muy lejos?
-Tuvo un estrepitoso accidente en la carretera- aclaró Sam causando que me sorprendiera aun mas. -Sebastian no se ha repuesto de eso- me dijo acomodando su cabello. -Recuerda todo a la perfección y cada vez que alguien menciona algo sobre ella o sobre un accidente, se disculpa y sale del lugar fingiendo necesitar un poco de aire- jamás había imaginado que detrás de aquel chico de apariencia tan dura estuviera escondido todo aquello.
-Pobre- dije pensando tanto en como me había comportado con el hoy por la mañana. Si, entiendo que yo no sabía su situación pero simplemente me sentía mal por haberlo tratado como lo hice.  -De verdad estoy muy agradecida con el por lo que hizo por mi- comenté encogiendo mis piernas contra mi pecho. 
-Lo se y ya se lo dije- sonrió. -Oye pero tenemos que hablar de otra cosa- me miró fijamente.  -¿Qué está sucediendo contigo y con Nate?- preguntó curiosa mientras sus rasgados ojos jugaban de un lado para otro.
-Nada- dije sin más. Era cierto, nada pasaba, por lo menos no de mi parte. Nate me agradaba y era apuesto, claro que si. Pero simplemente no eramos nada ni tampoco podría yo decir que el me gustaba; era un chico gentil y amable pero no necesitaba enredarme en sí pasaba algo entre los dos o no.
-¿Cómo que nada?- dijo aun mas curiosa. -El chico esta como Bobo detrás de ti- comentó haciendo una cara graciosa.
-No está pasando nada- dije nuevamente. -Es un chico amable y lo que quieras pero ahí culmina todo.  No se si el este atrás de mi como un Bobo o lo que sea- respondí.  -Acabo de llegar aquí y solo eso- me pare de la cama y tome uno de los panes tostados que Sam me había traído.
-Hacen linda pareja- comentó sentándose como indio en la cama y alcanzando uno de los panes. -¿Qué? Tengo hambre- se metió uno de los panes a la boca.  Sonreí.
-Mañana Vendrá a verme- dije haciendo una mueca.
-¿Y eso es malo?- preguntó Sam después de masticar el pan.
-No es malo pero pues tampoco es algo que yo haya querido- dije. -Le agradezco infinitamente la forma en que se está comportando conmigo pero después de lo que paso con Thea,simplemente no quiero mas que estar sola o con ustedes,mi familia- me sentí un poco incómoda al llamarlos familia.
-¡Ay que bonito!- dijo-Me refiero a lo de familia- concluyó.  -Pero respecto a lo de Nate, pues creo que es algo que tendrías que hablar con el, ¿no crees?- me miró.
-No quiero ser descortés pero de verdad quería estar sola- encogí mis hombros. -Me agrada y se que lo está haciendo por amabilidad y de cierta manera puedo decirte que si me parece atractivo...- Samantha pegó un grito.
-¡Lo sabía!- gritó con efusividad. -¡Soy tan obvios!- comentó emocionada.
-O sea es que si se me hace guapo- admiti
-¿Pero?- cuestionó Samantha.
-Eso no quiere que decir que me guste- Samantha bajo la mirada. -Además es demasiado pronto, ni siquiera lo conozco- mi hermanastra asintió con la cabeza.
-Tienes razón- afirmó.  -Además, tienes de donde escoger- sonrió levemente.
-¿A que te refieres?- pregunté curiosa.
-Es casi obvio que a Sebastian le llamas la atención, por llamarlo de una manera- dijo sacándome por completo de mi zona.
-¿Yo gustarle a Sebastian?- lancé una risotada sintiendo un hueco en el estómago.  -¿No viste como se puso cuando llegue?- la miré casi como su estuviera loca.
-Si tan solo hubieras visto la manera tan desesperada en que intentaba reanimarte- me dijo Samantha. -Era casi como si fueras tan especial...-
-Gracias- me reí
-No boba, me refiero a que casi su vida dependía de esto- me miró atentamente. -La desesperación estaba escrita en su rostro y la manera en que te pedía que despertaras- lanzó un suspiro. -Wow- dijo.
-Vamos Sam, tal vez sea porque no le gusta la idea de la muerte- le dije. -O tal vez le agrado como AMIGA- remarque la palabra amiga.
-Mientete de la manera en que tu prefieras, pero yo se lo que vi- comunicó.  -Y lo que vi me hablaba de algo diferente a lo que dices- dijo.
-Vamos Sam, deja tus teorías conspirativas a un lado- sonreí poniéndome de pie. -¿Vamos abajo?- pregunté haciendo referencia a la sala.
-Vamos- pegó un brinco de la cama. Parecía que ella era la de 15 y yo la de casi 18.

Aun no podía sacar de mi cabeza lo que Samantha acababa de contarme de Sebastian; no me refería a la parte de que yo le "gustara" sino a lo de la muerte de su madre y la forma de portarse de su padre. Todo era tan crudo y era la mera verdad; no era un chico grosero y rudo por gusto, era un chico de esa manera porque la  vida lo había obligado a serlo. Porque la vida le había arrebatado a uno de sus seres más queridos y su padre en lugar de acogerlo, simplemente lo obligaba a ser como el quería, a ser "perfecto" y era todo lo que Sebastian no quería; el solo necesitaba amor y comprensión. 

Mi destino eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora