Extraño sentimiento

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*SEBASTIAN*

La miré con detenimiento, admirando cada pequeño espacio de su rostro y sonreí al recordar la valentía y el coraje con el que se acercó a defenderme; sabía que no quería ni debía meterla en problemas, pero para mi desgracia ella estaba ahí siempre cerca, dispuesta a ayudarme, a defenderme, a protegerme.
-Pequeña, debes de alejarte de mis problemas- dije e inmediatamente me espanté por la forma en la que le había hablado. Yo no era una persona cariñosa y no estaba acostumbrado a hablarle así a la gente, ni siquiera a las chicas que conquistaba. -No quiero que algo llegue a sucederte si estas cerca de mi- Pero con Mia era diferente; había algo de ella que me hacia querer alejarla de mi, pero estaba la otra que adoraba tenerla cerca, verla reír e incluso enojarse, la otra parte que adoraba la forma en que se preocupaba por mi y me defendía ante los bravucones o quien fuera. -Gracias por lo que hiciste allá afuera. Fuiste muy valiente- acaricié su cabello levemente.  -Eres increíble- dije riendo.  Nunca me imaginé que aquella chica menuda de Los Ángeles fuera a enfrentarse a aquellos animales.
-Eso es algo bastante lindo- dijo una voz femenina. Asustado me giré para encontrarme con nada más y nada menos que Eleanor. -Lastima que ella estuviera dormida para oirlo- acarició su cuello con delicadeza. 
-Ella no debe oirlo- dije mirándola fijamente. -Ni de mi, ni de ti, ni de nadie- sentencié y Eleanor hizo como si pusiera un cierre en su boca y aventará la llave. 
-Ella no oirá nada de mi parte pero tal vez sería bueno que lo escuchara de la tuya- No iba a hacerlo.  Ni en un millón de años. Jamás. 
-No lo creo- puntualice levantándome del asiento para dejárselo a ella. -Iré a fumarme un cigarrillo, me avisas cuando despierte para que vaya a dejarlas- me encaminé hacia la salida de la enfermería y caminé con dirección al jardín para fumar. Ya había muy pocas personas y no habría quien me dijera que no podía hacerlo. 

Respiré levemente con tranquilidad y encendí el cigarrillo en mi boca. Di la primera calada. Eso es malo para tu salud, ¡es basura para tu sistema! Oí la voz de mi padre decir. Reí levemente y negué con la cabeza.
-Ahí estas- oí una voz enfurecida decir. Me giré para encontrarme con Nate sudado y agitado por el entrenamiento.
-Hola- dije como si nada calando nuevamente mi cigarrillo y disfrutando de su sabor.
-¿Por qué te llevaste a Mia?- me señaló con el dedo.  -Ella estaba conmigo- su molestia era evidente.  Era uno de mis mejores amigos pero odiaba lo posesivo que era con Mia cuando ni siquiera eran algo.
-Porque tu estabas en práctica- dije como si fuera algo obvio. -Además tu le mentiste diciéndole que Seth estaba aquí aún- estaba enojado y bastante. -Por favor deja de actuar como el bueno de aquí porque eres alguien con demasiadas mañas como para ser el héroe-lo aparté y tire mi cigarrillo, o lo que quedaba de el, al piso para después apagarlo.  -Aprende a verla con más personas que no seas tu- fruncí el ceño, no se si por coraje o por celos. Yo no quería verla con el.
-¡Ya despertó!- ¡Gracias a Dios Eleanor había aparecido!
-Debo llevarlas a casa, nos vemos después- pudrete idiota.
-Ya hablaremos después de esto- me eche a caminar hacia donde estaba Mia con Eleanor esperando por mi. El cabello de Mia ya estaba recogido en una suave y despeinada coleta con mechones que caían sobre su rostro.
-¿Te sientes mejor?- pregunté en cuanto llegue a su lado. Ella simplemente sonrió y me dedicó una larga mirada.
-Mejor pero quiero ir a casa- caminé a su lado y me ofrecí a llevar su mochila pero ella se negó rotundamente alegando que ella podía sola.

Llegamos al estacionamiento y mi camioneta Porsche Cayenne esperaba por nosotros, lustrosamente negra.
-Señoritas- dije al tiempo que abría la puerta del copiloto y posteriormente la puerta trasera. - Yo seré su chófer por el día de hoy- ambas chicas rieron pero mi atención se desvío, como siempre, a Mia y a su risa de niña pequeña.
-Yo me voy atrás- dijo Eleanor sonriendo a las espaldas de Mia y guiñando uno ojo hacia mi de manera cómplice.  -De nada- musitó causando que yo solamente entornara mis ojos.  Me agradaba.

Deje que Mia, y en ciertos momentos Eleanor, controlarán la música durante el trayecto a casa de la última, la cual quedaba en sí bastante retirada de la escuela; para mi era más práctico llevar primero a Eleanor, pues la casa de Mia quedaba cercana a la mía. 
-¡Gracias!- dijo Eleanor bajándose de la camioneta en cuanto llegamos. Por lo que pude ver su casa estaba sola, ya que había luces apagadas y tuvo que abrir la puerta con llaves para entrar.  -¿Quieren entrar?- preguntó pero la mirada en el rostro de Mia me pidió que no lo hiciéramos. 
-Tal vez otro día Eleanor, estoy cansada y solo quiero llegar a mi casa- la chica de cabello obscuro la miró con comprensión y sonrió levemente.
-Lo entiendo- dijo. -Nos vemos mañana,¿vale? Descansen- caminó hacía su casa y después entró dejándonos a ambos inmersos en el lugar.
-Vamonos- dije encendiendo el motor. Mia estaba recostada sobre el asiento con los ojos entrecerrados. -¿Segura que te sientes bien? - pregunté y ella solamente acertó a asentir con la cabeza.

Maneje en silencio a su casa, sin siquiera música que llenará aquel gélido silencio.
-Y bien, ¿que tal tu primer día?- pregunté pero no hubo respuesta. Seguí mirando al frente. -¿Muy aburrido?- nuevamente no hubo respuesta.  -Hey Mia- dije pero solamente pude mirarla una vez que llegamos a un semáforo que se había puesto en rojo. Se había quedado dormida.  -¡Genial! ¿Ahora tendré que cargarte para bajarte de mi camioneta?- comenté de cierta manera ofuscado. -No, te despertaré- puse un poco de música para llenar el vacío que se había creado sin la vocecilla de la chica.

Llegamos a su casa y con leves sacudidas logré despertarla después de varios intentos.
-Lo siento, me quede dormida- No shit Sherlock.
-Si, los noté después de llamarte varias veces- su rostro se tornó completamente rojo.
-Lo siento en verdad- estábamos afuera de su casa pero no sabia como despedirme y por lo que podía ver, ella tampoco. -Mmm ¿Nos vemos mañana?-hesitó un poco al decirlo.
-Si, claro- dije apagando el motor de la camioneta. Me baje para abrirle la puerta y ahí me despedí de ella.
-Adios- dijo una vez más antes de girarse y  caminar hacia la puerta.

Y así tan menuda como era, la vi desaparecerse entre la puerta y el edificio.  Sacudí la cabeza levemente y encendí el motor de la camioneta para así irme a casa. Para ser sincero no quería llegar ahí, simplemente quería quedarme un rato más en la calle.
Estaba por avanzar la camioneta cuando de pronto una voz me detuvo.
-Hey, pediremos pizza, no se si quieras quedarte- dijo nerviosa y con la duda latente en la voz. -Tal vez puedas estar un rato con nosotros- me miró levemente y luego bajo la cabeza. -O sea, me refiero a si tu quieres, claro porque si tienes algo que hacer o no quieres...- Por Dios es tan parlanchina.
-Mia, Mía- dije intentando parar su parloteo.  Ya me tenía un poco mareado. - Me quedaré- apague la camioneta.
-¿Oh en serio? Excelente- dijo nerviosa. Ay por Dios, ahí venía otra ráfaga de palabras seguidas.
-Si, vamos adentro- dije antes de su siguiente bombardeo. La tomé por el brazo y la lleve dentro de la casa.

Una tarde más a su lado. Comenzaba a ser lo más largo de tiempo que había visitado la casa de una chica y sin siquiera salir con ella.
-Comienzo a verte más por aquí- dijo Sam sentándose a un lado de mi en el sillón. -¿Algo que quieras comentarme?- Sam siempre había sido como una hermana para mi, y por mucho que la quisiera, eran tan molesta como una verdadera hermana.
-Estaba en la escuela conmigo- dije mirándola levemente. Sabía a que iba esta charla.
-¿Te gusta?- dijo enarcando una ceja.
-Sam, no- comente ofuscado. -No me gusta. No siento nada por ella- la miré.  -Solo soy amable con la hermanastra de mis amigos; eso es lo que ella es para mí - Mia entró por el pequeño arco de la sala de estar con la pizza en las manos. Se veía levemente decaída. La he casado.  Otra vez.
-Ha llegado la pizza chicos- informó haciendo como si no hubiera escuchado nada. -¿Les parece si vemos una película?- preguntó sentándose estilo indio en la alfombra. -Ustedes escojan- y así sin más calló por completo y no volvió a dirigir su mirada hacia mi.

Mi destino eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora