Primeras Impresiones

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Seguí mirando cada parte del cuarto con detenimiento y atención; por supuesto que Nueva York era hermoso,más de lo que había podido pensar, la casa era divina, pero hacia falta algo, aquellas ventanas que daban hacia el mar, el sonido de las olas estrellándose contra las rocas y aquella voz tan familiar, tan roca y calmada, que mi hermano poseía mientras entraba a casa corriendo después de sus entrenamientos.
-Enana- lo oía gritar corriendo como un loco por la casa. -He llegado- decía entrando de golpe a mi recámara, sudando a mares mientras se lanzaba a mi cama, salpicando el sudor por todos lados
-¡Finn!-decía empujandolo lejos de la cama. -¿Puedes darte una ducha y de ahí regresar a acostarte en mi cama?- miraba como su cabello lacio ser pegaba a su frente a causa del sudor.  Pero era entonces cuando se abalanzaba hacía mi cuerpo y me embarraba de su sudor.

Y lo extrañaba, con el sudor corriendo por su frente, con sus brazos abrazándome con fuerza, con su manera de hacerme sentir bien con solo empujarme mientras bajaba por las escaleras. Extrañaba a mi hermano y me maldecía tanto por todas las veces que le había deseado que se fuera de mi casa.

Saque mi teléfono y estuve por marcarle, pero prontamente fui interrumpida por la presencia de un cabello largo y obscuro. Samantha.
-Vienen las chicas a la casa, quiero que las conozcas- comentó tirándose hacia mi cama. Sonreí. Era como Finn, menos sudoroso y más dramático.  -No vas a pasarte encerrada en el cuarto, ¿o si?- preguntó mirándome levemente. -¡Vamos, date una ducha!- tiró con fuerza de mi brazo, haciéndome pensar que tal vez en algún punto podría dislocarmelo. -¡Corre!- gritó sacándome de la cama. -Yo escogere tu ropa- dijo al tiempo que una nube de cabello obscuro se dirigía hacia mi closet para poco después parar en seco. -A que tu ropa esta en maletas aún- se giró para mirar como asentía con la cabeza. -¡Diablos! Yo no me hago responsable por maletas y cuarto revuelto- dijo como aviso y arremetió de nuevo contra mis maletas azul cielo.

Me levante de la cama desganada y con el ánimo más lastimero del mundo. Arrastré mis pies hasta el baño y encendí la regadera poniéndola lo más caliente posible para poderme relajar a gusto; parece que funciono, pues unos minutos más tarde estaba a punto de caer dormida.
-¿Quieres darte prisa?- oí a Samantha gritar desde fuera. -Las chicas ya llegaron- avisó causando que mis ojos se abrieran de par en par. -No seas aguafiestas Mia- de pronto la voz se hizo más cercana y unos golpes invadieron la puerta.
-Voy- dije. -Adelantate si gustas. En un momento más llego- comente.
-Estaremos en la sala de entretenimiento- dijo casualmente para posteriormente dar un portazo y salir de mi recámara.

Salí del baño enredada en una toalla y me puse frente al espejo para comenzar a arreglar mi cabello, el cual sequé con la pistola y posteriormente até en una coleta despeinada. Caminé después hacia mi cuarto donde estaba el conjunto que Samantha había escogido para mi; eran unos jeans de mezclilla clara con algunas partes descocidas en las piernas, una blusa de tiras blanca, un suéter rosado largo que me quedaba algo grande y unos tenis blancos.
Después de ponerme todo, me aplique un poco de perfume, arregle mis cejas y me puse algo de máscara en mis,ya de por sí, largas pestañas.
Caminé delicadamente, buscando no hacer mucho ruido, hacía la parte baja de la casa buscando la famosa sala de entretenimiento, pero aquella, aparentemente pequeña, casa tenía más recovecos que cualquier calle de Los Ángeles, causando que unos minutos más tarde me diera por vencida y estuviera a punto de regresar a mi recámara, cuando de pronto alguien se apareció ahí frente a mi.
-¿Buscas algo?- me preguntó aquella persona. Levanté la cara para mirarlo bien y me llevé una muy buena sorpresa, era un chico bastante guapo y algo alto, media como 1.88m aproximadamente. Tenía el cabello castaño claro y levemente largo pero bien peinado.
-¿La sala de entretenimiento?- pregunté.  ¿Seria algún empleado de Boyd? -Estoy buscando a Sam- dije mirándolo. El chico se acarició la fina barba que poseía con un gesto delicado.
-Tu debes ser Mia- dijo sonriendome levemente. Vaya que era muy guapo y más sonriendo.
-Si- dije dudosa mirando la parte posterior de su chamarra de cuero gris.
-Soy Nate Hawthorne- dijo acercándose levemente a mi para saludarme. -Mucho gusto- besó mi mejilla.
-Mia James- dije sonriendo sintiendo arder mi mejilla.
-Vamos a la sala de entretenimiento. Yo también iré para allá- dijo encogiendo sus hombros . Lo seguí por detrás.  -Hey, no muerdo, puedes venir junto a mi- dio una risotada que estaba segura se hubiera oído hasta el confín del mundo.
-Lo siento- expliqué sonriendo de igual manera. 
-Que bonita sonrisa tienes- afirmó haciendo reaparecer el color escarlata en mis mejillas.
-Gracias- titubé sonriendo levemente, mostrando los hoyuelos que poseía. 
El pasillo era demasiado largo a mi parecer y el nerviosismo que sentía por dentro no ayudaba a aligerarlo. 
A mitad del pasillo, comencé a escuchar risas y me sentí finalmente aliviada de estar con alguien que conociera.
-¡Hasta que llegas!-gritó Samantha con una margarita en su mano. -Ya vi porque tardaste tanto- miró hacia Nate.
-No es que yo...-comencé a titubear causando que Samantha diera una carcajada.
-Tranquila Mia, es broma- comentó. -ME da gusto que ya hayas conocido a alguien... y más que nada a Nate- sonrió hacia el chico quien simplemente encogió sus hombros levemente. -Siéntate- me jalo hacia el largo sillón negro.
Atentas miradas observaban cada uno de mis movimientos, en especial la de dos personas, Nate, a quien de cierta manera ya conocía y otro chico de cabello y ojos obscuros, quien se sentaba a la derecha de Seth.
-Bueno chicos, ella es mi nueva hermana recién importada desde Los Ángeles- dijo Seth con un deje cómico. 
-Hola, yo soy Holly- dijo una chica de cabello rubio con las puntas pintadas de rosa. -Ellas son Aspen y Azalea- señaló a dos chicas, la primera de cabello castaño obscuro y la segunda de cabello negro, quienes simplemente sonrieron. -Y ella es Thea- dijo señalando con el dedo a una chica de cabello castaño claro y ojos amielados, quien me miró con cierta repugnancia. Se acomodó la trenza y siguió pendiente de su bebida como si nada hubiera pasado.
-Bueno tu y yo ya nos conocimos, pero por si se te olvidó, soy Nate- jamás se me olvidaría tu nombre. Te lo aseguro. -El es Matt-señaló a un chico de cabello casi del mismo color que el suyo. -Hayes y August- eran unos gemelos a los cuales solo se les podía diferenciar porque Hayes tenía los ojos azules y August café claro. Y por último estaba el chico que no me quitaba la mirada de encima.-Y el es Sebastian- dijo sonriendome, lastima que al parecer a Sebastian no le daba la misma felicidad ser presentado.  Vaya, apenas llego y ya hay dos personas a las que no les agrado, Thea y Sebastian. 
-Mucho gusto- dije intentando sonreír a pesar del trago amargo.
Seth puso una película y todos nos juntamos a verla, en mi caso yo había preferido sentarme en el piso,porque el único lugar disponible era entre Thea y Sebastian, a quienes no les daba mucho gusto que yo me sentará junto a ellos. Era la única en el piso, pero pronto alguien se me unió.
-No me gusta verte sola- dijo Nate sonriendo. -Así que como soy un caballero, me vendré a sentar aquí contigo- dijo causando que se me saliera una sonrisa.  -¿No quieres nada de tomar?- preguntó pero yo negué rápidamente.
Así como llegaba la noche, el frío llegaba de igual manera. De pronto mi suéter no era suficiente.
-Toma- dijo Nate pasándome su chamarra. -Le diré a Piper que te traiga un chocolate caliente- me informó.  -¿Estaría bien para ti?- preguntó.  Simplemente asentí y el fue en busca de quien quiera que fuese Piper.
La tarde transcurrió y de la misma manera ellos seguían ahi, principalmente Nate, quien comenzaba a agradarme más que cualquiera que estuviera ahí y no fuera Sam o Seth o Holly.
-Se quedarán ¿no?- preguntó Samantha mirándolos. ¿Quedarse?
-Ya sabes que es tradición quedarnos a dormir una semana antes de iniciar clases- respondió Hayes ¿O sea que también los hombres se quedarían a dormir?
-Perfecto, tendrían que ayudarnos a acomodar aquí- ¿era en serio?
-Aquí es normal que nos quedemos a dormir chicos y chicas en una misma casa- explicó Nate supongo yo al ver mi cara horrorizada. -No hacemos nada- me talló el hombro.

Comenzaron a arreglar la estancia para que todos cupieramos allí, poniendo bolsas para dormir por todos lados, para que cada quien se acomodara donde quisiera.

Al principio mamá puso el grito en el cielo cuando se entero de que tendríamos una pijamada, pero después de que Boyd le explicó de que iba todo esto, no le quedo más que aceptar y simplemente irse a dormir con Boyd, dejándonos a todos ahí.

Convivimos un rato más y de a poco, se fueron quedando dormidos, todos excepto yo. No me sentía normal durmiendo con todos allí, era extraño. Así que después de un par de horas de dar vueltas en la bolsa de dormir, decidí ir a mi recámara y llamarle a mi hermano. Hablamos por un rato hasta que Finn me cortó la llamada argumentando que ya era tarde y debía dormir, pues el señor Hayek lo había contratado los días que quedaban de vacaciones.
Baje las escaleras para ir a la cocina por un vaso de agua; al estarla sirviendo, alguien apareció detrás de mí sacándome un pequeño susto.
-Ni siquiera había notado que estabas aquí- dije mirando a mi acompañante, era ni más ni menos que Sebastian; al principio me miró de manera extraña pero después soltó dos palabras.
-Yo si- dijo secamente. -¿Tampoco puedes dormir?- esta vez me sorprendió oírle sacando conversación. 
-No- dije esta vez actuando secamente.  El pareció sorprenderse. -Pero ahora intentaré hacerlo, hasta mañana- me despedí dejándolo ahí solo. Antes de subir de nuevo por las escaleras, me giré para ver como se sentaba en una silla y se quedaba ahí viendo sabrá Dios a donde.
-Descansa- oí que me dijo pero ya no me giré a contestarle.

Mi destino eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora