Mudanzas

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Mis ojos no podían creer lo que veían; un par de labios sellados en un profundo y cálido beso se abrían paso a través de mis ojos verdes.
Mamá iba a casarse de nuevo. Sentí mi estómago revolverse dando vueltas abruptas.
No me mal entiendan, quería que mamá fuera feliz y que volviera a tener una vida romántica,  pero simplemente no estaba lista para que fuera tan pronto.
Rompieron el beso y se giraron a mirarnos.
-Boyd y yo vamos a casarmos- repitió mi madre como si no nos hubiera quedado claro la primera vez. -Nos mudaremos  a Nueva York con ellos- dijo mi madre con un deje de alegría.
Mire a mi hermano Finn, quién apretaba los puños a un costado de su cuerpo.
-¿Que? ¿Ahora seremos una familia feliz los seis o que?- dijo mi hermano con cierta acidez en la boca. -Dormiremos todos juntitos en el mismo cuarto y haremos fogatas mientras cantamos a la luz de la luna- su sarcasmo cargaba tanto veneno que en realidad no parecía ser el hermano que yo conocía. 
-¡Finnegan!- alzó la voz Boyd, el novio de mi madre.
-Oh, ¿ahora vas a gritarme?- dio una risotada. Basta Finn, esto se esta yendo de las riendas. -No eres mi padre y nunca lo serás.  No porque ahora vayas a ser el esposo de mama quiere decir que tu tienes el derecho de gritarme- amenazó con voz gruesa mientras las venas de su cuello se remarcaban. Alcancé su mano con delicadeza mientras le hacía una pequeña caricia.
-Finn- lo llame por lo bajo. -Tranquilizate- intente esbozar una sonrisa pero mi hermano soltó inmediatamente mi mano. -Por favor- lo mire mientras sus ojos verdes se inundaban de una rabia y decepción tremenda.
-¿Cuando piensan mudarse?- dijo esta vez dirijiendose a mama.
-Nos mudaremos dentro de una semana- dijo mamá remarcando la palabra Nos.
-¿Y la boda cuando es? - preguntó Finn cargado de irá. 
-En un mes- explicó mamá sabiendo que Finn perdería la cabeza.
-¡¿Te mudaras antes de Casarte?! - se parecía tanto a papá cuando se enojaba. -¡Estas mal mamá!- dijo. -Me niego a irme. Yo me quedo en California con papa. Tu vete si eso es lo que quieres- sentenció. No Finn, no me dejes.
Me gire a mirarlo con los ojos bien abiertos. No podía dejarme, no ahora. Íbamos a mudarnos,  eso era un hecho, pero ahora mi hermano iba a dejarnos. Luego miré a mama con los ojos llenos de pánico, no podía dejarlo ir.
-Finn- sentenció mamá. -Te irás con nosotros- dijo con voz dura.
-No mamá,  lo siento. Mi vida esta aquí en California,  no al lado de esta bola de personas que ni siquiera conozco- señaló a Boyd y a sus hijos, Seth y Samantha. -No dejare a papá aquí y menos por ellos- los miro con enojo y recelo.
-¡Finnegan James!- dijo Boyd con voz dura. Cállate Boyd.
-El que me llames por mi nombre completo no hará que seas una autoridad para mi- dijo mi hermano y prontamente salió dando un portazo sabrá Dios a donde. Seguramente con papa.
Iba a salir detrás de él pero en aquel momento, mama me tomo por el brazo.
-Necesita tiempo Mia- dijo mi madre mientras sus ojos marrones se llenaban de lágrimas.-¿Tu si me apoyas, cierto querida? - preguntó mamá viéndome fijamente.
-Sabes bien que si mama- dije al tiempo que mi mama dejaba caer su primera lagrima sobre mi cabello rubio.
Samantha, Seth y Boyd veían con atención la escena mientras a Samantha se le escapaba una sonrisa. ¿Como me iría a ser mi vida con ellos ahora?
Mamá me soltó para ir a hacer la comida al tiempo que me pedía que llevará a Samantha y a Seth a las que serian sus habitaciones por está semana.
Los dos chicos de cabello obscuro subian pisandome los talones casi mientras los guiaba por las escaleras hacia sus respectivos cuartos. 
-¿Y que hay por aquí? - preguntó Samantha agarrándose la trenza que acababa de hacerse en su cabello. Me giré para mirarla con incredulidad. Estaba bien que fueran de Nueva York, pero por lo menos debían conocer lo que había aquí en Los Ángeles.
-Tenemos Beverly Hills, Rodeo Drive, las hermosas playas- la miré casi como si le hablará a un extraterrestre.
-Alistate- me dijo. -En quince minutos iremos a que me enseñes lo mejor de aqui- dijo una vez que señale su recamara.
-¿Disculpa?- mire a la esbelta chica con los ojos bien abiertos. -Tengo planes- dije de manera cortante.
-¡Vamos!- dijo casi suplicante. -Debes llevar a tu hermanita a conocer antes de irnos- me miro con sus ojos levemente rasgados como una súplica. -Seth también quiere ir- me gire para mirar al chico trigueño que se dedicaba a encoger sus hombros.
-Iremos en una hora- dije contundente. -Y no somos hermanitas- no quería ser grosera pero me sacaba de mis casillas la gente imperante.
-No aún- dijo lanzandome un beso antes de cerrar la puerta de su cuarto. Seth venía aún detrás de mí caminando arrastrando su maleta.
-Diaculpala- dijo mientras ponía una mano en mi hombro. -No es una mala persona, es solo que quiere acoplarse a esta nueva vida- hizo una pequeña mueca.
-Vaya forma de acoplarse- dije entre dientes dándome cuenta que era su hermano quien venía detrás de mí.  -Lo siento Seth - dije mordiendo mi labio. -No era mi intención decirlo de esa manera- le explique pero Seth simplemente se sonrió como si no hubiera dicho nada. 
-Puede ser un poco fastidiosa a veces- Seth me agradaba un trillón de veces más que Samantha. -Pero te prometo que es muy linda persona Mia, te lo aseguro- me sacudió el hombro ligeramente.
-Gracias Seth- dije al tiempo que le abría la puerta de su cuarto. -Bueno, esta es tu recámara. Lo que necesites, estoy al fondo- salí de su recamara para irme hacia la mía mientras pensaba dos cosas.
1. Definitivamente Seth era el más agradable de los tres
2. Mi vida en California llegaba a su fin.

Lo último sonó como un gran eco en mis oídos. Había pasado los últimos casi 16 años aquí, no sabia lo que era vivir en otro lugar que no fuera Los Ángeles. Nunca habia estado fuera, salvo cuando íbamos a Oregon y Washington por las vacaciones.
Entonces, toda la nostalgia embargo mi cuerpo. Los Ángeles sería un viejo capítulo en mi vida.
Me encontraba sumida en mis pensamientos cuando de pronto mi puerta se abrió de par en par y detrás de ella apareció Samantha. Entorne mis ojos de una manera bastante visible al tiempo que dos gélidas lágrimas caían por mis bronceadas mejillas.
-¿Qué pasa? - preguntó conmocionada al verme así. Se acercó a mi cama con pasos lentos.
-Nada- respondí cortante secando con el dorso de mi palma las lagrimas que amenazaban por recorrer hasta mi cuello. -Vamos a conocer como querías- dije con hostilidad.
-No, nada de vamos a recorrer- dijo. La mire perpleja; hacia cuatro segundos que había entrado a mi recamara como si fuera la dueña y ¿ahora me decía que no quería conocer? -¿Qué tienes?- preguntó mirándome con una sonrisa tímida. 
-Nada, de verdad- dije abrazando mis piernas levemente.
-Mia, se que tienes algo- dijo sentándose a mi lado. -Se que no somos hermanas como lo mencionaste hace un rato, pero quiero que sepas que yo quiero ser eso para ti- dijo con palabras suaves.  -Se que tienes miedo a irte de aqui- me miró.  -Yo pasé por lo mismo hace dos años cuando tenía tu edad- comentó.  -Nosotros vivíamos en Nueva Jersey. Un día mi madre y mi padre se divorciaron y para cuando Seth y yo quisimos darnos cuenta, mama ya nos había casi corrido de la casa porque se iba a ir a vivir a París con su nueva pareja- me miro a los ojos, -Mi vida se desmoronó en aquel momento- dijo. -Papa había conseguido un trabajo en Nueva York en el cual le pagaban mucho mejor que en el que trabajaba y entonces me enfrente al peor momento de mi vida... Mis mejores amigos se quedarían en Nueva Jersey y yo me iría hasta Nueva York a iniciar de cero sabiendo que mamá había preferido a un tipejo que a nosotros, sus hijos- sus ojos dejaron centellear un rastro de rabia.  -Puedo asegurarte que quienes son tus amigos, lo serán aquí y en China- me aseguró. -Y en Nueva York podrás encontrar Muchas cosas, de verdad. De eso me encargaré yo y claro Seth tambien- sonrió levemente. -No tendrás de que preocuparte- sacudió mi hombro.
-Pero también Finn se queda aqui- dije con la cabeza agachada.
-Es la ira del momento, verás que pensara las cosas y tomará la decisión más adecuada- me comentó. -Seth actuó casi igual - sonrió.  -Habla con el y ayúdale a tomar la mejor decision- dijo dándome ánimos.
-Gracias- le sonreí con franqueza.
Samantha acababa de cambiar mi forma de pensar acerca de ella en unos escasos cinco minutos.

Mi destino eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora