Death [S2 bulimia] TordTom. ✖terminada✖

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—¡Tord, no seas mamón!

—No voy a hacerlo.

—¡Pero si no, no vas a recuperarte bien!—se cruzó de brazos el ojinegro.

—Entonces me muero.

—Ugh, no digas eso, idiota. Toma la puta pastilla.

—Oblígame.

El menor observó con picardía al noruego, quien poseía una sonrisa boba en el rostro. Tom aceptó, y con desición, se sentó sobre el rubio oscuro, pasando sus piernas por la cadera de éste, y acercándose con sigilo, mientras sostenía su cara con delicadeza. Seguían con las miradas conectadas.

Ese momento fue el que aprovechó el inglés para meter la maldita pastilla en la boca de Tord, sosteniendo su mandíbula y obligándole a tragarla.

—Realmente no iba a hacerlo—se levantó, victorioso.

—Touché—exclamó, un poco molesto, además de que la amargura de la píldora se le había quedado en la garganta— ugh, creo que iré a buscar agua.

—No, quédate ahí—Lo apuntó, con el ceño fruncido.

—Tom, es sólo un vaso d...—fue interrumpido.

—Cállate, quédate allí, yo te lo traigo, dame un momento—dicho ésto, desapareció de la habitación, dejando al de rojo con la palabra en la boca.

[…]

—Uh, Tord, voy a estar junto con Edd y Matt, no te molesta, ¿Verdad?

—No.

—Sí te molesta—El mayor no respondió, sólo dejó su mirada posada en la ventana— uhg, eres un puto bipolar, cómo sea, cualquier cosa, mándame un mensaje, te veo en un rato.

Luego, se esfumó del lugar, dejando tras el un portazo.

Aprovechando que estaba sólo, decidió quitarse una de las vendas que recorrían su brazo derecho, dejando a la vista una gran quemadura, que, al sólo contacto con el aire, ardía, por ésto, volvió a poner la tela en su lugar. Estaba mejor que antes, pero seguía doliendo.

Su cuerpo estaba siendo demasiado lento en cuanto a la curación, o al menos eso sentía. Quería ponerse de pie, pero con Tom en casa era algo imposible. De todas maneras, no estaba, así que se levantó, aprovechando las ganas de orinar que tenía.

En su jodida vida había sido feliz de poder caminar.

—Ya me había olvidado de que era alto—rió, le dolía un poco caminar, pero era bastante soportable.

Escuchaba las risas de el departamento del lado, suspiró.

Luego de orinar, se dirigió a el cuarto del británico, que ahora usaba él porque era un puto parásito, y comenzó a observar todo lo que tenía, habían cosas que no tenía idea que estaban. Abrió un cajón del escritorio negro azabache que decoraba el lugar, y se encontró con papeles, más bien, post–it’s.

¿Cuándo demonios había usado Tom los post–it?

Leyó uno, pues se sentía un poco intrigado.