—Estoy feliz de que al fin estés bien—sonrió el inglés, observando a Tord. Amaba la sensación que le producía mirarlo, era como si fuera su primer amor.
—Créeme que yo también lo estoy—pasó su brazo por los hombros del de azul.
Ya estaban en casa, bueno, camino hacia ella, cuándo Edd habló repentinamente.
—Hey, aprovechando que estamos los cuatro, ¿No les gustaría ir a comer?
Los tres aceptaron gustosamente, no les apetecía cocinar nada en realidad. Luego de un rato, pararon fuera de un local bastante grande, era bueno y bastante conocido por el lugar, así que no dudaron en entrar.
Pidieron una mesa para cuatro, y, cuándo al fin se sentaron, comenzaron a ver que pedir. Tom entrelazó su mano con la del rubio oscuro por debajo de la mesa, se sentía ansioso, aunque no sabía el porqué.
Ante aquél gesto, el noruego observó por un segundo al menor, quién se notaba un tanto intranquilo, al parecer, él era el único que se había dado cuenta de esto, así que en un tono más bajo, habló.
—Cariño, ¿Estás bien?
El ojinegro se asustó un poco por el repentino susurro del contrario.
—Oh, sí, no te preocupes, sólo estaba pensando, sólo no se que pedir—sonrió, intentando transmitir confianza, cosa que logró.
La verdad, es que ni él sabía que demonios le pasaba. Al menos, a Tord le bastó esa excusa y se quedó más tranquilo.
Una vez todos decidieron que iban a pedir, hicieron una seña, y un mesero se acercó.
Aquéllo era lo que le sentía mal.
Era él.
Su agarre a la mano ajena se hizo más fuerte, y sintió como el pánico se hacía presente en su cuerpo, inmovilizandolo. Sin comprender nada, volvió a preguntarle, ésta vez esperando otra respuesta, luego de ordenar.
—Enserio, ¿Qué pasa? ¿Te sientes enfermo o algo?—su mirada expresaba preocupación, que la verdad, era lo que más sentía.
—Chicos, ¿Pasó algo?—Preguntó Matt, con una expresión de confusión, mientras alzaba una ceja.
—Debo ir al baño—El de vacías cuencas se levantó rápidamente, rascándose la nuca, y con un nudo en la garganta.
—¿¡Tom!?—Intentó llamar su atención, cosa que no logró— enseguida vuelvo—dirigió una mirada a el dúo de británicos, que enseguida entendieron, y luego le siguió el paso.
Cuando entró al cuarto de baño, quién buscaba no estaba allí.
—¿Tom?—se escuchó su voz haciendo eco por el lugar, pero aún así nada.
Aunque enseguida notó cómo estaba dentro de un cubículo.
—Thomas, ¿Qué demonios te picó?
—Quiero irme—su voz se escuchó temerosa, por lo que un escalofrío seguido de un sentimiento de desesperación recorrió su espalda.
—Ábreme.
El menor hizo caso, y apenas abrió, abrazó a el de rojo, cosa que el comunista aceptó, y, un poco confundido, acarició el cabello del castañl claro.
—Si no me explicas qué sucede no puedo entenderte—besó la frente del de sudadera azul, haciéndole sentir protegido.
—Él fue, Tord.
—¿“Él” quién?
—El mesero. Él... Lo recuerdo, perfectamente, y—yo...
Luego en un segundo, comprendió lo que Tom intentaba decir, y la ira lo recorrió de pies a cabeza. Soltó bruscamente a el más bajo, quién se sorprendió por la reacción de su pareja, y éste caminó hasta la puerta.
—¡VOY A MATAR A ESE IMBÉCIL! —abandonó rápidamente el lugar.
Mientras, el de cuencas vacías seguía asimilando un poco la situación, para salir corriendo de allí al escuchar un grito. En el marco de la puerta, fue espectante de como el de cuernos sostenía desde el cuello de la camisa a aquél hombre. El artista y el narcisista se encontraban igual que el británico, sólo observaban como su amigo insultaba de mil formas a el sujeto, quien suponía no entender que sucedía.
Aquél día, a aquella hora, no había casi gente, de hecho, las últimas personas se habían ido minutos antes. Nadie estaría alli casi a media noche un día Miércoles.
Si estabas cerca, podías apreciar como el ojo que no tenía el parche, era decorado por lágrimas de rabia por parte del comunista.
—No entiendo como gente como tú sigue existiendo, eres un maldito infeliz, imbécil e hijo de puta—escupió las palabras con toda la ira posible, se veía intimidante.
Nadie hizo nada, hasta que el primer par de puños atacó el rostro de aquél sujeto, bueno, unos cuantos en realidad. Eso logró que Tom corriera, intentando quitar a el rubio oscuro de allí.
—¡Basta Tord, vas a dejarlo inconsciente! —notó que éste había hecho nulo caso, por lo que gritó— ¡TORD, YA BASTA, MÍRAME!
Todo aquello se veía tan ridículamente irreal.
El nombrado corrió la mirada hacia quien le llamó, ya era tarde, había dejado inconsciente a aquél idiota.
Tom posó sus frías y delgadas manos a cada lado de la cara del mayor, y notó cómo éste lloraba.
—Ya, está bien, cálmate. No sacarás nada dañando a alguien que alguna vez dañó, sólo irá a peor—con su pulgar izquierdo limpió las pocas lágrimas que aún quedaban en el rostro de el noruego, y luego le sonrió cálidamente. Él se calmó. Finalmente, lo abrazó—Yo ya estoy bien, no hagas nada más, el daño en la gente cruel no los cambia, los empeora.
En todo ese rato, nadie intervino, Edd y Matt sabían que no podían hacer nada con la actitud de Tord, sólo Tom lograba ayudarlo, y viceversa. Cuando las cosas se habían calmado, ellos le explicaron la situación a los empleados del lugar, incluído el dueño —por ende jefe— del lugar, quien se comunicó con la policía enseguida.
Efectivamente, y tal como el británico creía, no había sido su única víctima. ¿El resultado? 15 años de prisión.
Para el comunista, aquél imbécil merecía pena de muerte.
Al menos, un caso se había solucionado.
Luego de aquello, un peso se había quitado de Tom, y ya era completamente “él”, o al menos se sentía mejor.
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Ola amores
Weno me gustó como quedó este capítulo :'u(? Se me ocurrió mientras iba a casa de mi tía YEEE
Actualicé temprano, ahora es cuando hay terremoto o algo:^) ahre ya me viró xq tengo cosas que hacer *cofcofcofseguirescribiendocofcofxof*
Me imaginé la escena de cuando tom calma a tord y casi lloro, sí, soy un poco sensible(?