¿Libertad?

208 37 7
                                    

Huir. ¿Sabéis esa sensación en la que conseguís escapar de una residencia en la que lleváis encerrados tres años? No, por supuesto que no. Había resultado una estrategia muy simple, caminar hasta la puerta vigilada y del resto se encargó mi pasado. Estaba seguro de que al vigilante le caí bien.

—Buenas tardes Roger, ¿dónde va? —preguntó curioso uno de los vigilantes saliendo de su cabina. Llevaba el uniforme azul de la residencia completamente impoluto, me miraba a través de sus anteojos, el pelo negro y con alguna que otra cana. Tenía un bigote algo ridículo, aunque esas cosas no se dicen, o por lo menos no se dicen cuando de la decisión de dicha persona influye en ser libre o seguir preso.

—Voy a la ciudad, tengo un asunto entre manos. —dije, mi voz sonaba grave, firme y nada dudosa. Le miraba con tranquilidad, Roger no mentía, Roger solo se callaba. Ya que del resto de la historia se encargaron él y su subconsciente.

—¿Roger vuelve al escenario? —se llevaba las manos a la cabeza, estaba feliz. —¡Adoraba tus espectáculos! ¡Nunca me he reído tanto como contigo Roger! —seguía hablando, e incluso se atrevió a darme unas palmaditas en la espalda, a mi, a Roger, al magnífico Roger. —Pensabamos que Roger nunca volvería.

De nuevo las palmaditas, parecía que le estaba dando la enhorabuena a un vulgar animal. Solo mascullí un seco "gracias" y me abrió la puerta. Ahora mismo, y aunque de verdad me cueste reconocerlo, tenía miedo. No sabía a que me enfrentaba, las cosas habían cambiado mucho y yo no estaba suficientemente adaptado a la novedad. Aunque al menos sabía regresar a mi casa, porque había caminos que nunca se olvidaban hubiera pasado el tiempo o no.

Digamos que mi primer reto era encontrar un autobus, por supuesto que podría coger un taxi, cualquiera podría cogerlo... lástima que la economía no diese para tanto. Llegué a la parada del transporte sin complicaciones, ahí había una joven de al menos 80 años. Me acerqué a ella.

—Hola, buenas tardes, disculpe mi interrupción. —dije excusándome, necesitaba saber qué número de autobús me llevaría hasta mi barrio. La mujer me agarró del antebrazo, ¡y menos mal que lo hizo! Sino se hubiera caído hacia atrás, al parecer mi pasado aún cautivaba a las jovencitas.

—¿Roger? ¡El mundo te creía desaparecido! —ella seguía hablando y estaba eufórica, pero desconecté, digamos que siempre he querido alejarme del pasado, pero era una tarea tan dura, ya que cada vez que parecías conseguirlo llegaba alguien y te recordaba tu maravilloso y virtuosísimo pasado... —¿No me recuerdas? —fue aquella frase la que me sacó de mis pensamientos. ¿Acaso la debo recordar? Negué, y ella me soltó el brazo, al parecer entristecida y a la vez un poco decepcionada, me solía pasar con las "fans" de su edad, ya que había una enorme diferencia entre ver a alguien con veinte o treinta años, a que pasen alrededor de cuarenta y esten completamente cambiados.

—Lo siento, no se quién es. —dije sacudiéndome la manga del jersey con disimulo, bueno, realmente fue bastante poco disimulado.

—¿Roger? ¿Tanto he cambiado? —preguntó, parecía nerviosa. Yo ni me inmutaba, no sabía quien era esa señora. ¿De qué demonios hablaba? La gente de nuestro alredor parecía querer curiosear en nuestra charla, de hecho estaban incluso más interesados que yo. —Roger... ¿si digo Al'decamb tampoco recuerdas nada?

Reconozco que me estaba poniendo nervioso con tanto repetir mi nombre, pero, acababa de caer en la cuenta de quién era. Asentí despacio, ¿Julia volvía a mi vida?

Supongo que estaréis un poco desconcertados, yo también lo estaría. Y ahora os digo, ella no ha formado parte de mi vida amorosa, seguro que todos lo estabais pensando. No, ella simplemente compartía escenario conmigo. ¿Al'decam? Una gira por toda Europa, y como toda buena historia, hay que contarla.

¿De quién es esa clavícula?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora