Llevaba dos semanas de locos, acudiendo diariamente al hospital para que me tomaran la tensión, el azúcar y seguir enamorando a las enfermeras. Además tenía demasiada información y necesitaba recapitular un poco.
Me senté en el sofá de mi apartamento y acompañado por una luz tenue empecé a revisar los sobres verdes que había encontrado en su vieja casa, los informes que había robado en el hospital sobre Lucy y su familia, el cuaderno que rellenaba con las pistas gracias a Filomena, las cartas de su madre... En ese momento llamaron al timbre y entraron directamente. Era Carmencita, ¿nunca se cansaban de molestar y entrar sin permiso?
Volvemos a recapitular, Carmencita era la mujer de Paco, el hombre ciego y en silla de ruedas. Participaba junto a Filomena en la revista "¿Qué sucede?" y estaba bastante al día de los asesinatos ya que era una cotilla profesional.
—Buenos días Roger. —saludó en un tono bastante natural, iba vestida con una bata de colores claros y envuelta en un chal de lana. Si tuviera que elegir entre ella y Filomena, me quedaba con Carmencita, y no solo porque no fuera una asesina, sino porque hablaba bastante menos y las croquetas le salían mucho mejor.
—¿Vienes a buscar los tupers? Están en la encimera. —murmuré señalando la cocina. Ella negó con la cabeza y se sentó en un sillón enfrente mío.
—Puedes quedarte los tupers, venía a ver cómo estabas. Si necesitas algo... —era una actitud bastante sospechosa ya que desde que gané una de las aburridas partidas de Parchís hace ya unos meses, Carmencita me miraba con bastante rabia. —Es muy duro y complicado todo lo que te está pasando... —siguió hablando ella, fíjate que sonaba bastante arrepentida pero yo no quería creerla ya que había sido traicionado demasiadas veces.
—Lo siento Carmencita, prefiero que te vayas, si necesito algo en cualquier momento te lo diré, por ahora no me molestes más. —dije en tono rudo y directo, no necesitaba que estuviera merodeando por aquí. De mi comida se encargaba la "adorable" cocinera Marifé, que bajo mis amenazas me traía el triple de patatas fritas y pan.
Cuando pude respirar en tranquilidad saqué mis esquemas. Ahí tenía escrito como cada persona implicada estaba relacionada en el caso. Por un lado tenía a Filomena como asesina y a su amante Agustín, Carmencita y Paco que no deberían tener nada que ver, Lucy con sus dos hijas; Celia y Lía. También estaba el nombre de Julia, por supuesto mi reciente fallecido hermano Pascual, Carlos que era el niño autista que vivía en el piso de enfrente durante mi infancia. Y por ahora no me olvidaba a nadie, aunque quién sabe...
Por otro lado había tres cadáveres y dos clavículas y media. Uno de ellos pertenecía a mi madre (adoptiva) que correspondía con la edad de 45 años, otro a Celia la hija pequeña de Lucy y el otro a una preciosa desconocida llamada Noelia Dawton. Me había propuesto investigar sobre esa Noelia, quizá tuviera más relación en el caso del que yo pensaba, o quizá ninguna, pero habría que averiguarlo y para eso necesitaba bastante tiempo.
Ahora sí que necesitaba un pequeño descanso, por ello marqué el número del comedor de la residencia ya que necesitaba un tentempié.
—¿Marifé? Quiero un plato de lentejas y dos raciones de patatas fritas. —suplicó poniendo voz de cachorrito aunque sabía de sobra que Marifé no era fácil de ablandar.
—Roger... son las seis de la tarde, ¿vas a volver a comer? —preguntó desconcertada ya que sabía que era posible que Roger tuviera invitados escondidos por la casa.
— Ya sabes que me encanta tu comida. — dije en tono sarcástico, aunque debía reconocerlo, esa mujer cocinaba bastante bien pero yo era demasiado orgulloso como para reconocerlo. Cuando recibí su aprobación tan solo debería esperar unos quince minutos y ya estaría mi merienda preparada. Necesitaba saciar mi ansía de respuestas aunque eso significara saciar mi apetito al mismo tiempo. En ese momento recibí una nueva visita, algo más dulce pero amarga al mismo tiempo. Mi querida Lucy. Acompañada. Con Matt. El inglés guaperas del hospital. ¿Y esto?
— ¡Lucy! ¡Qué sorpresa! Algo rara... ¿y este tipo? — pregunté levantando una ceja al mismo tiempo que el bastón. ¿Estaría relacionado también con la cadena de asesinatos? Le miré de arriba a abajo, llevaba una camisa de flores bastante veraniega y unos pantalones negros con sandalias. ¿Y ese estilismo de mierda? Menos mal que era guiri y se le perdonaba. Luego miré a Lucy, que sonreía mucho más que cualquier otro día y más tarde reparé en un pequeño detalle que mi subconsciente había querido dejar pasar. Estaban dados de la mano. ¿Qué me había perdido en estas dos semanas?
— ¡Hola! Quería pasar a hacerte una visita y bueno... presentarte a Matt. —hablaba con un tono nervioso como si necesitara mi aprobación, já, eso me daba poder. —Estuvimos quedando un par de días después de que le dieran el alta y bueno... nos gustamos. —explicó de forma algo incómoda pero con una preciosa sonrisa luciendo en su rostro. —Solo quería que lo supieses...
Petrificado. Cómo cuando Filomena y Carmencita madrugaban y olvidaban maquillarse y tus sin querer te las cruzabas por los caminos de la residencia. Era una noticia extraña, también entendible ya que eran dos jóvenes, guapos, y seguramente interesantes. Aún así me sentía algo celoso por Matt, ya que ahora tendría que compartir el cariño de Lucy con alguien más. Tampoco dije mucho más, solo les dí la enhorabuena y le juré a Lucy que como le hiciera daño me encargaba yo mismo de devolverle a su país.
—Is he happy with our chance? — preguntó Matt con preocupación al ver mi cara de viejo amargado que en la vida se había enamorado aunque sí había enamorado a millones y millones de chicas (quizá no tantas, pero eran cifras que no necesitaban ser exactas).
— Yes, he's happy for us. — sonrió ella mientras besaba de forma tímida a Matt en la mejilla. Quiza era bueno que recibiera algo de ayuda para cuidar a Lía. Unos minutos después la parejita se marchó de mi apartamento, mejor, ya sufría por tener que compartir la comida que estaría apunto de llegar. A veces pienso que debería poner una especie de peaje, una cantidad de dinero, cuando alguien quisiera entrar a mi salón, me volvería millonario.
A los pocos instantes apareció Marifé por la puerta, que había decidido dejar abierta para evitar el tremendo esfuerzo de girar el picaporte. Traía una bandeja con ruedas , con platos tapados pero que desprendían un maravilloso olor. Asentí con la cabeza, y tras darle las gracias la agarré de la muñeca, quería hacerle una simple pregunta.
— Marifé... ¿usted conocía a Pascual antes de verle conmigo en el comedor hace unas dos semanas y media? —llevaba con esa duda bastante tiempo, ya que como nunca se relacionaba con nadie pues no sabía si llevaba años viviendo aquí o se registró ese mismo día.
— ¡Claro qué le conocía! Lleva aquí más tiempo que tú. —respondió gesticulando bastante con los brazos y manos, parecía que eran bastante amigos. — Me extraña que no te le hubieras cruzado nunca, aunque ni te hubieras fijado en él...
— Si fuera tan guapo como yo, ¡seguro que me habría fijado en él! Sería competencia para este atractivo caballero que tienes delante de tus narices. — sentencié. — ¿Y sabía que era mi hermano? No real, pero adoptivo sí.
— ¿Hermano? — parecía extremadamente sorprendida, casi incrédula, ya que no se parecían en nada tanto en físico como en carácter ya que Pascual era un buen tipo y muy agradable que además gozaba de un excelente sentido del humor. — ¡Primera noticia! ¡Esto me pasa por no comprarles el "¿qué sucede?" a esas dos cotillas!
Sonreí de forma sincera, el comentario me había hecho gracia. Decidí en ese momento que tenía que pedirle un nuevo favor. —Marifé... una última cosa, ¿podrías investigar el nombre de Noelia Dawton? En una de esas maquinas con pantalla y teclas, el internet ese...
— ¿Noelia Dowton? ¿La poeta desaparecida? — inquirió llevándose las manos a las mejillas, parecía tan sorprendida como yo. Tal vez Noelia no fuera tan desconocida como Filomena pensó al asaltarla por la calle. ¿Pasaría el resto de su vida en la cárcel? ¿Haciendo croquetas infames? — Noelia, oh, Noelia, nadie ve en ti lo que yo veo, oro de mis más bellos pensamientos, eterna hermosura de eterno tiempo... —recitó, y después un largo silencio.
¡Hola bonitos! Retomo la historia, en este capítulo he querido hacer una pequeña RECAPITULACIÓN ya que la veía necesaria, han pasado muchas cosas y era importante esquematizarlas, tanto para vosotros como para mi. Este capítulo tampoco tiene mucha trama o chicha como en los anteriores, ya que es necesario empezar a resolver las preguntas abiertas. ¡Un beso claviculoso y mucho amor!
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¿De quién es esa clavícula?
Mystère / ThrillerNadie piensa que su vida está acabada, al menos nadie lo reconoce. ¿Es duro no? Pasar de la cima, al olvido. Roger, un viejo humorista, ha hecho feliz a miles de personas, y solo Lucy le consiguió hacer reír a él, hasta su desaparición. Cuando la po...