Pascual estaba muerto.
Ver a mi hermano sobre la cama de la residencia, muerto, era una de las imágenes más duras que había visto en mi vida. Aunque la muerte haya estado muy presente desde que nací, nunca la había visto de cerca, simplemente era algo impactante. ¿Cómo puedes hacerte a la idea de que alguien que hace unas horas estaba ahí, ya no está? ¿Y qué nunca va ha estar? ¿Y que será muy difícil de superar?
-Fuera de aquí. -casi fue un grito, porque Carlos había entrado por la ventana rota, como había hecho yo. La diferencia era que él estaba dando vueltas y saltos alrededor de la habitación, y en mi opinión, no es de buena educación celebrar algo así. Me sentí muy cruel cuando felicité mentalmente a mi madre por ocultarme el hecho de que tuviera un hermano, así dolía menos.
Cogí el teléfono fijo que estaba en la mesilla en el lado derecho de la cama. Tenía que avisar a alguien, aunque ya fuera imposible salvarle.
Según me dijeron en recepción, había una mujer llorando y casi con un ataque de pánico en el centro de información, por lo que debería esperar un par de minutos. Sabiendo que no debía tocar la escena del crimen, busqué por la habitación de Pascual.
Al contrario que en la mía, el tenía su vida aquí, eso sí, a partir de los 15 años. No había fotografías anteriores, ni recuerdos, ni juguetes. Era como si Pascual jamás hubiese sido joven, y mi pregunta era, ¿por qué mi madre decidió ocultarle a él? ¿Por qué espero a tener un segundo hijo?
Entre mis pensamientos, encontré algo en uno de los cajones, en el de los calcetines exactamente. Era una página escrita con una caligrafía muy mala. Y en la firma ponía: de mamá.
A penas recordaba a mi madre, solo sabía que era una persona muy buena, que me enseñó a superarme y a confiar en mí. No dejar que nadie te diga que no puedes hacer algo, y sobretodo a no poner excusas. Ya que las excusas te cierran puertas, y solo hacen que no consigas llegar a lo que te propones. Y mi madre quería que yo fuera alguien diferente, que cambiara el mundo, y aún no lo había conseguido, pero estaba en ello.
"Lo siento muchísimo. Se que jamás debería haber sido tan cobarde, pero es duro ver desaparecer a tu marido, y lo menos que quería era perder a uno de mis hijos. Lo siento Pascual por esconderte durante tantos años, lo siento Roger por usarte como hijo de respuesto..."
Dejé de leer mientras sentía que las lágrimas se acumulaban en mi pupilas. ¿Qué demonios era eso? ¿Mi madre me usaba? ¿Para qué? Miré a Pascual, tanto años escondiéndose para acabar muriendo a la vista de todos. No se merecía eso, ni nadie.
"No tenéis que perdonarme esto, porque fui una mala madre, pero eran esas malditas amenazas. ¿Cómo aceptas que quieran robarte un hijo qué aún no ha nacido? Intentaron matarme más de siete veces mientras estaba embarazada de Pascual. Entraban en casa por las noches, y siempre tenían un cuchillo, decían que me iban a abrir la tripa y robarme lo que más quería. Por eso te escondí, Pascual. Y por eso acepté a Roger como hijo..."
De nuevo paré de leer, y la carta resbaló de mis manos hasta el suelo. Esta vez mis lágrimas no pudieron evitar salir, es más, fue la vez que más lloré. ¿Me aceptó como hijo? Por un lado quería leer la carta hasta el final, descubrir por fin el motivo de tanto dolor, pero por otra parte, sentía que no debería haber empezado a leerla. Solo era un motivo por el que querer morir.
"Lo siento, Roger, se que no te gustará leer esto, pero necesito decirtelo para que no vivas engañado durante toda tu vida"
Seguramente Pascual lleve escondiendo esta carta durante años.
"Roger, no eres mi hijo. Ni siquiera te llamas así, tu nombre es Benjamin. Pero me parecía mucho más bonito llamarte como mi tatarabuelo. Te querían dejar morir, pero yo necesitaba ayudarte, y por eso te adopté. A pesar de que en el hospital me dijeron que no aguantarías muchos más años y que el cáncer que padeces se extendería y morirías joven. Espero que al menos hayas podido pasar de los treinta y seas alguien que no se rinde. Te considero mi hijo, y te quiero como tal, aunque no siempre haya sido así..."
Mi cáncer desafiaba a la ciencia, y eso me gustaba. No pude evitar sonreír, de rabia más bien. Mi cuerpo temblaba cada vez que leía una frase, pero ahora ya no podía parar. ¿Quién era Roger? ¿Y en quién se había convertido Benjamin? ¿Quién es mi verdadera madre? Odiaba a todos.
"Pascual, eras el hijo perfecto, y yo no podía consentir que nadie te hiciera daño. Se que aquel cuarto era incómodo, pero siempre te fiaste de mí y nunca te quejaste. Eras leal, agradable, cariñoso, sincero y obediente. Y aunque sé que deseaste conocer a tu nuevo hermano durante años, supongo que la espera habrá valido la pena. Roger es un buen niño, y fue una buena distracción para ellos..."
¿Una distracción? ¿Qué demonios significaba eso? ¿Por qué fui tan ingenuo? No me parecía a mi madre, ni a Pascual, ni a mi padre, ¡ni a nadie! Maldita sea, tenía más parecido con Filomena que con cualquiera de ellos. ¿Y si...? No, Filomena y yo no eramos familia. Cada vez dejaba de importarme menos que hubieran asesinado a mi madre, apenas me quería.
"Debían confundirte con Pascual, Roger. Debían ir a por ti y no a por él. La verdad es dura, y lloro mientras escribo estas líneas. Eras simplemente un cebo al principio, y luego te volviste en algo muy importante. Te lo aseguro, si no me hubieran dicho que morirías joven, jamás se me habría ocurrido "venderte" a tales asesinos. Debes creerme, cariño. Tu eres importante, no lo olvides. Espero Roger, que hayas perdido el jersey, o se haya quemado, o que te lo robaran. Ese jersey era una trampa, pero debía elegir, Pascual o tú, ¿quién debería sobrevivir? El color del jersey era el mismo que el de las cartas anónimas, sería fácil que te encontraran y confundieran con Pascual, entonces todo estaría arreglado. Pero reconozco que te cogí cariño, y siempre te he querido "de aquí al infinito", lo juro..."
La carta no había finalizado, pero al menos la policía llevaba tres minutos en la puerta de la habitación de Pascual, mi herm... mi nada. Haciendo fotografías y tomando notas, además establecían un perímetro de seguridad. Nadie debí tocar nada, y por supuesto que no me llevaría el jersey.
-¡Roger! -esa voz que era música. -¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?
Una joven rubia, de ojos azules, creo que ya sabéis a quien me refiero, entró en la habitación. Llevaba en la mano una carta de color verde caqui, y lloraba. Llevaba toda la cara cubierta por maquillaje, y estaba débil. Se fundió en mis brazos mientras me enseñaba el contenido de la nota, que decía así: "Gracias al jersey hemos encontrado a Roger, de nuevo no te podrás despedir de alguien a quien quieres"
¡Ahora lo entendía todo! Tal vez Pascual quiso ayudarme... ¡el robó el jersey de mi casa! ¡Él a muerto por mi! Esto era tan horrible que no quería creermelo del todo, arrugué la carta entre mis viejos y arrugados dedos, sin saber que el próximo lugar donde la podría volver a leer, era el hospital. El cáncer empezaba a manifestarse.
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¿De quién es esa clavícula?
Mistério / SuspenseNadie piensa que su vida está acabada, al menos nadie lo reconoce. ¿Es duro no? Pasar de la cima, al olvido. Roger, un viejo humorista, ha hecho feliz a miles de personas, y solo Lucy le consiguió hacer reír a él, hasta su desaparición. Cuando la po...